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Fernández Díaz revela que Mohamed VI se vengó de un incidente con la Guardia Civil dejando salir a “miles” de migrantes

Mariano Rajoy y Fernández Díaz durante la presentación de las memorias del exministro del Interior

Pedro Águeda

La afirmación de que Marruecos utiliza a los migrantes que intentan llegar a España como elemento de presión, chantaje o venganza en su relación con España es verbalizada por primera vez en público por Jorge Fernández Díaz en su autobiografía Cada día tiene su afán (Península). El exministro del Interior relata un incidente con Mohamed VI, “retenido” en aguas territoriales españolas por la Guardia Civil, y cómo dos días después comenzó a llegar a las costas “una oleada” de migrantes que se prolongó durante tres días.

Fernández Díaz explica cómo un día de agosto de 2014, Mohamed VI salió a El Estrecho con una moto de agua seguido a cierta distancia por una embarcación de recreo. La práctica del tráfico de hachís en este tipo de embarcaciones era frecuente y la comandancia de la Guardia Civil en Ceuta, al detectar la moto de agua, avisó a una de sus embarcaciones, que dio el alto al piloto. Cuando el rey de Marruecos se quitó las gafas de sol, cuenta Jorge Fernández, el brigada se percató de quién era, “se cuadró y se puso a sus órdenes”.

El problema llegó porque, siempre según la versión del exministro, el brigada dijo al rey alauí que debía informar a sus superiores. El jefe de la comandancia se empeñó en trasladarle sus disculpas en persona y Mohamed VI estuvo esperando una hora su llegada, “a los efectos, retenido”. “En aquel largo rato, llamó por teléfono al rey de España, que, como era de esperar, me llamó a mí, que estaba incomunicable. Lo que digo, la ley de Murphy”, escribe Fernández Díaz. Hacía menos de dos meses que Felipe VI había sido proclamado rey de España.

El motivo de la incomunicación de Fernández Díaz es que el ministro del Interior había decidido irse de vacaciones a casa de unos amigos en un pueblo de Soria pese a saber que no tendría cobertura telefónica porque lo había visitado en otras ocasiones. “El único lugar donde hay cobertura es un punto estratégico en mitad del pueblo, debajo de un pequeño arbolillo con cuatro ramas, donde se ve que convergen milagrosamente las coordenadas adecuadas y, a su escasa sombra, los móviles reviven”, relata el exministro.

“Dada esta circunstancia, como solo iba a estar allí una semana, opté por mantener el móvil apagado durante todas las vacaciones. Pensé que si surgía algo urgente o importante, ya me avisaría la Guardia Civil. Y aquello fue justamente lo que pasó. Un día se me acercó un escolta y me dijo: ministro, perdóneme, pero si pudiera llamar a su majestad el rey, que está intentando localizarlo y no lo consigue”.

Jorge Fernández relata este episodio en el capítulo dedicado a “La España de Rajoy”,  que abarca su etapa como ministro del Interior. “Dos días después del hecho, pasamos tres jornadas de continuas oleadas de pateras a través de las aguas del Estrecho. Fueron miles los inmigrantes irregulares procedentes del norte y de la fachada atlántica de Marruecos que llegaron a España, lo cual era muestra de hasta qué punto la cooperación marroquí es enormemente importante y valiosa en ese ámbito”, añade Fernández Díaz, que explica cómo multiplicó sus contactos con las autoridades marroquíes para amortiguar aquel golpe a la relación bilateral, incluido un viaje oficial a Rabat a los pocos días.

El ministro del Interior marroquí le explicó que “llovía sobre mojado” porque en la época de Alfredo Pérez Rubalcaba unos helicópteros que iban a repostar al Peñón de Alhucemas se fijaron en un yate de la familia real y estuvieron sobrevolándolo unos minutos. A raíz del incidente de la moto acuática, Mohamed VI “insistió mucho en que no fuera sancionado ni represaliado de forma alguna el brigada de la Guardia Civil”, asegura Fernández Díaz, después de relatar cómo el rey de Marruecos había utilizado a los migrantes.

En apenas tres días, unos 1.300 migrantes lograron echarse a la mar en un centenar de embarcaciones rudimentarias, una cifra récord. Los testimonios recabados entonces hablaban de una total inacción de la Gendarmería marroquí, encargada del control de las fronteras y de la represión de los migrantes. 

El exministro también reconoce que aprovechó el incidente para cesar al jefe de la comandancia de Ceuta, en cuya demarcación se había producido la tragedia de El Tarajal, con quince subsaharianos muertos, seis meses antes. El motivo, sin embargo, fue que se trataba de un teniente coronel y en Melilla estaba al frente un coronel. “Me pareció que era un momento adecuado para proceder a la equiparación”, sigue. Entre unas cosas y otras, añade, Jorge Fernández se pasó el mes de agosto “colgado del teléfono”, en contra de su propósito de dejarlo “algunos días apagado”.

Ni rastro de la brigada política a sus órdenes

En ese mismo bloque de la biografía sobre su época en Interior, Fernández Díaz despacha la denominada Operación Catalunya en unos pocos párrafos, principalmente para indignarse por el hecho de que alguien pueda creer que existió. Fernández Díaz explica que tras la victoria electoral de Artur Mas a finales de 2012, un año después de que él se convirtiera en ministro del Interior “se comenzó a romper el extraño pacto de silencio que protegía a Pujol y se empezaron a acumular las denuncias contra él”.

A continuación, hace referencia al escrito de Jordi Pujol en el que el expresidente aseguraba a que su fortuna en Andorra procede de una herencia familiar. No hace, por tanto, ninguna referencia a lo que motivó aquella reacción de Pujol: una información en El Mundo de julio de 2014 revelando el dinero que la familia había tenido en un banco andorrano.

Tampoco dice Fernández Díaz de dónde procedía esa información y que ahora mismo es objeto de investigación en un juzgado del Principado: la operación del jefe de la policía política, el comisario Eugenio Pino, con el que Fernández Díaz despachaba directamente, y del entonces jefe de Asuntos Internos, Marcelino Martín-Blas, para que los dueños de BPA les entregaran la información bajo la amenaza de una investigación que acabaría con el banco intervenido, como finalmente ocurrió. La causa abierta en un juzgado de Andorra parte de la denuncia presentada por los hermanos Cierco, dueños de BPA.

“Pretender que el ministro del Interior –yo o cualquier otro- pueda mandar en la justicia y ordenar a la policía realizar investigaciones de un tipo y paralizar otras es tener una concepción aberrante del Estado y del Gobierno. Es seriamente preocupante que puedan creer eso”, reflexiona el protagonista de la biografía. A lo que no dedica una línea es al informe PISA, elaborado por la brigada política bajo su mandato y que tenía por fin dinamitar las posibilidades de que Podemos llegara al Gobierno

A lo que más espacio dedica el ministro de esta época es a las grabaciones, según él “manipuladas”, que difundió publico.es tres días antes de las elecciones generales de junio de 2016 sobre su reunión con el exdirector de la Oficina Antifrau Daniel de Alfonso y en la que quedan de manifiesto las maniobras policiales contra el soberanismo durante su mandato. De acuerdo con la versión que dio en el Congreso de los Diputados, Fernández Díaz asegura que en ese momento no fue consciente de que les estuvieran grabando.

Después disculpa que se grabara la conversación en clave policial y añade un párrafo que añade más confusión: “Tras aquellas dos conversaciones, yo me olvidé del tema. He de mencionar también que, si hubiera tenido alguna preocupación al respecto, de entrada ya no se hubieran producido las grabaciones, pero, en todo caso, de haber existido, habría ordenado que las cintas máster me las dieran a mí”.

Sobre el origen de la información no concreta, pero escribe: “El DAO (Eugenio Pino) dio las cintas de las grabaciones a Marcelino Martín-Blas, comisario jefe de Asuntos Internos, para que hiciera la transcripción y el análisis con finalidad operativa. No sé por qué vericuetos llegaron a manos del diario Público”.

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