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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Maltrato extremo y numerosas irregularidades en los festejos taurinos de Villanueva de la Cañada (Madrid)

Una menor de corta edad presencia la tortura de un novillo en Villanueva de la Cañada.

José Enrique Zaldívar Laguía

En España, durante el año 2014, se celebraron 1.868 festejos taurinos en plaza, de los que 546 se programaron en plazas portátiles y 276 en lo que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, define como “otras”, sin especificar sus características. De todos estos festejos, de los celebrados en plazas portátiles, 124 de ellos se calificaron como festivales.

El viernes, día 24 de julio, a las 20.00 horas, en una localidad de la Comunidad de Madrid, Villanueva de la Cañada, se celebró un festival taurino en una plaza portátil, en el que se lidiaron y fueron dados muerte, sin la intervención de picadores, 5 novillos de dos años de edad, por parte de dos toreros y un novillero.

El sábado, día 25 de julio, y a la misma hora en que se programó el festival del día anterior, se celebró una suelta de reses en plaza, lo que se suele denominar capea. Seis vaquillas pasaron a disposición de todos aquellos mayores de 16 años que quisieron saltar al ruedo a torearlas.

Ambos festejos habían sido incluidos en el programa de las fiestas de Santiago Apóstol que se celebran en la mencionada localidad.

Los festivales son festejos taurinos en plaza que están regulados por el Reglamento Estatal de Espectáculos Taurinos, y las sueltas de reses están reguladas por el Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares de la Comunidad Autónoma de Madrid a través del Decreto 112/1996 de 25 de julio.

Estuve presente en ambos festejos junto con la presidenta de la Plataforma La Tortura No Es Cultura, Marta Esteban, y lo que allí documentamos, que sabemos que es una constante en la mayoría de los pueblos del Estado en que se celebran estos festejos, fue el incumplimiento sistemático de la mayoría de las normas establecidas para el desarrollo de este tipo de espectáculos.

Si ya la tauromaquia, en todas y cada una de sus manifestaciones, es un ejercicio de maltrato animal, la falta de pulcritud en su desarrollo, de lo que son máximas responsables las autoridades nombradas para hacer cumplir los reglamentos (el Presidente del festejo -en este caso, el alcalde del pueblo, Luis Partida Brunete (PP)-, los veterinarios designados y el Delegado Gubernativoel alcalde del pueblo, Luis Partida Brunete (PP)), eleva a esperpento lo que allí pudimos ver, que hemos recogido en documentos gráficos en forma de fotos y vídeos, y que les voy a narrar en este artículo.

¿Qué es un festival?

“Es un espectáculo taurino en el que se lidian reses despuntadas, utilizando los intervinientes trajes camperos, y cuyo desarrollo se ajusta a las demás normas que rigen la lidia de reses de idéntica edad en otros espectáculos”.

En este caso, y como he comentado, se lidiaron 5 novillos de 2 años de edad sin picadores.

¿Qué es una plaza portátil?

“Son aquellas construidas con elementos desmontables y trasladables de estructura metálica o de madera con la solidez debida para la celebración de espectáculos taurinos. Los reglamentos establecen además las medidas y características que deben cumplir”.

El primer incumplimiento de lo que se especifica en los reglamentos que regulan las características de estas plazas -las portátiles- lo constatamos cuando inspeccionamos la instalación unas horas antes de la celebración del festejo. Faltaba algo que es de obligado cumplimiento y que queda reflejado de la siguiente manera en el Real Decreto de 1996, en su disposición transitoria primera:

“En el plazo de dos años a partir de la entrada en vigor del Reglamento de Espectáculos Taurinos, las plazas de toros portátiles habrán de adaptarse para contar, al menos, con un corral de reconocimiento de conformidad con lo dispuesto en el artículo 21.2 del Reglamento”.

Además, en su artículo 21, y en referencia a este tipo de plazas, dice:

...asimismo, deberán contar, al menos, con un corral de reconocimiento que reúna las dimensiones y medidas de seguridad adecuadas”.

“...una vez instaladas las plazas portátiles, y antes de la celebración del festejo, serán objeto de inspección por los servicios técnicos de los Ayuntamientos correspondientes”.

Pudimos certificar que en dicha plaza portátil no existía corral de reconocimiento, y que, por lo tanto, los inspectores del Ayuntamiento de Villanueva de la Cañada no cumplieron con sus obligaciones. Tampoco lo hicieron los veterinarios nombrados para estos festejos, que se tienen que ocupar de certificar que la instalación es acorde con lo reglamentado.

Esta es una instalación de plaza portátil con corral de reconocimiento:

La siguiente foto muestra la instalación que vimos en Villanueva de la Cañada. Los cajones rojos que se ven en el primer plano de la imagen es donde fueron encerrados los novillos una vez desembarcados del camión, y donde esperaron a ser lidiados. También sirvieron para el aturdimiento de las vacas de la suelta de reses del sábado.

En esta imagen se puede ver el sistema de desembarco de los novillos desde el camión de transporte:

Desde los cajones rojos los animales pasaban directamente a la plaza para ser lidiados, a través del pasillo que se puede ver en la foto siguiente:

Y se preguntará el lector por qué es tan importante que exista esta instalación, el corral de reconocimiento, si el sufrimiento de estos animales, se cumpla o no esta circunstancia, seguirá existiendo. Se lo explico:

Los novillos eran propiedad de la ganadería de Elisa y Martín Lucero Gallardo, que, según consta, está ubicada en Santisteban del Puerto (Jaén), aunque también posee una finca en Brunete, un pueblo muy cercano al que se celebró la lidia. Desconozco de dónde procedían los animales, aunque debemos pensar que lo harían de la finca de Madrid. De ser así, y afortunadamente para ellos, sufrieron un trayecto corto en el que no debieron de sufrir demasiado, previo despunte de sus cornamentas en la ganadería, un acto que según estudios científicos consultados les provoca sufrimiento. ¿Se imaginan que hubieran sido trasladados desde Jaén, como ocurre en otras poblaciones de España, en las que los animales que van a ser lidiados o que son utilizados en festejos populares proceden de ganaderías que están a centenares de kilómetros de distancia de los cosos taurinos?

Sea como fuere, estos animales deberían haber estado en la plaza de toros con una antelación mínima de 6 horas a la de la celebración del festejo, que es lo que marca el Reglamento, es decir, a las 14.00. Y doy de fe de que no fue así. A las 14.30 el camión todavía no estaba en la plaza. Se incumplió la normativa.

¿Y por qué es tan importante, decíamos, que haya un corral de reconocimiento?

Por dos razones: la primera, porque el día del festejo, en este tipo de plazas, se debe hacer un reconocimiento para comprobar que los animales no han sufrido merma alguna en su aptitud para la lidia, y además, en este caso, dado que se trataba de un festival, para certificar por parte de los veterinarios nombrados que los novillos estaban debidamente despuntados, además de aseverar que los números con los que fueron herrados y su edad coinciden con los documentos que deben presentarse antes del festejo por parte del ganadero. La segunda razón es porque este corral sirve para los que los animales descansen antes de ser lidiados y puedan, como mínimo, beber agua y reponerse del enorme estrés que les supone el transporte en el camión que les traslada desde la ganadería hasta la plaza, independientemente de la distancia recorrida, y en el que, según diversos estudios, pueden perder hasta 30 kilos de peso.

Lo que ocurrió, y hemos documentado mediante las fotos que acompañan el artículo, es que los novillos fueron desembarcados del camión de transporte e inmediatamente encajonados y encerrados en los pequeños compartimentos estancos desde los que saldrían después directamente al ruedo, unos por la derecha y otros por la izquierda. Algunos de ellos, como se puede ver en la foto siguiente, lo hicieron reculando, ya que tenían la cabeza en el lado contrario a la puerta. Pudimos oír a los novillos mugir y derrotar con sus cornamentas durante su encierro las horas previas a la lidia.

Sabemos, por la foto que pueden ver a continuación, que para su manejo se utilizó un látigo eléctrico por parte de un operario, el de la izquierda. Su uso está autorizado, utilizándolo no más de un segundo sobre los cuartos traseros, y solo en ganado manso, ya que en los de raza de lidia provoca aún más estrés en los animales.

Desconocemos cómo se pudo realizar el reconocimiento veterinario previo, que es de obligado cumplimiento, y certificar todo lo que anteriormente he expuesto. En realidad, nos parece más que evidente que no se hizo. De nuevo se incumplió el Reglamento.

El tratamiento que recibieron los cadáveres de estos animales fue el mismo que recibieron las vaquillas que se maltrataron en la “suelta de reses” al día siguiente en la misma plaza, así que dejaré para el final del artículo la descripción de lo que allí vimos en lo que respecta a este tema. La única diferencia, muy importante para entender lo que denunciamos, es que los novillos salieron muertos de la arena de la plaza arrastrados por las mulas, y las vacas salieron vivas para ser introducidas en los habitáculos en que fueron aturdidas posteriormente, mucho tiempo antes de su “sacrificio”.

Como he comentado anteriormente, el sábado día 25 de julio se había programado la suelta de 6 vacas para los aficionados, según rezaba el cártel anunciador.

Este tipo de festejo queda regulado por el Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares de la Comunidad de Madrid, a través de su Decreto 112/1996 de 25 de julio, que sufrió su última modificación el 11 de marzo de 2013.

Y en este reglamento de nuevo se hace referencia, en su disposición transitoria primera, a la instalación de corrales de reconocimiento, que serán exigibles desde el 1 de enero de 1997, y además dice:

“Se entenderá como suelta de reses el espectáculo consistente en correr o torear reses bravas por el público en una plaza o recinto cerrado”.

“Queda prohibido herir, pinchar, golpear, sujetar, atar o tratar de modo cruel a las reses”.

“No podrá celebrarse ninguna suelta de reses sin el reconocimiento veterinario previo de las mismas por el veterinario de servicio”.

“El reconocimiento de verificará con arreglo al procedimiento siguiente: ”...en el corral habilitado a tal efecto, los veterinarios de servicio reconocerán las reses con el fin de establecer su estado sanitario. Comprobarán específicamente que las astas han sido realmente manipuladas y que la peligrosidad de dichas reses ha quedado sustancialmente disminuida“.

No hubo reconocimiento en ningún corral, lo que debería haber obligado a la suspensión del festejo.

Dos de las vaquillas, cuando pasó el tiempo estipulado, mostraron miedo y reticencia a entrar en el túnel por el que habían salido a la arena de la plaza. Con respecto a esto, el Reglamento dice:

“El tiempo máximo de permanencia de las reses en el ruedo es de 15 minutos. Transcurrido dicho periodo, para la retirada inmediata de la res, el Presidente dispondrá los procedimientos reglamentarios para la retirada de la misma del ruedo a otras dependencias de la plaza. Excepcionalmente, y solo después de que la utilización de los cabestros [que no había] y de la intervención del Director de la Lidia [que no sabemos si estaba] y su ayudante [?], haya resultado infructuosa, podrá utilizarse, con la previa autorización del Presidente, la soga o maroma a los efectos de lograr el rápido encierro de la res en los corrales” [que no existían].

Como pueden ver en este vídeo las vaquillas fueron desalojadas de la plaza por parte del público, que las sujetó e inmovilizó.

La foto siguiente demuestra también que se incumplió en este sentido el Reglamento:

Además, en su artículo 1, se dice: “Son espectáculos populares aquellos festejos tradicionales en los que se conducen, corren o torean reses bravas, sin que la muerte del animal se produzca en presencia de público”.

Damos fe de que la muerte de estos animales pudo ser presenciada por personas que asistieron al festejo e incluso por aquellos que andaban de paseo por la calle, como luego explicaré. Un incumplimiento más.

En su artículo 5, el Reglamento de Espectáculos Populares de la Comunidad de Madrid es muy explícito, cuando dice, en lo referente al sacrificio de las reses:

Con el fin de evitar su participación en otro espectáculo taurino, se dará muerte a las reses conducidas, corridas o toreadas en los encierros y sueltas de reses, sin presencia de público, y en presencia de un veterinario de servicio, y del delegado gubernativo, que diligenciará el correspondiente certificado...”

“...el lugar del sacrificio, no podrá tener, en ningún caso, comunicación directa con el ruedo de la plaza”.

“Para realizar el sacrificio en un lugar idóneo, se habitará una manga, mueco o un corral donde serán sacrificadas”.

No hubo ninguna de estas tres cosas.

Es importante saber diferenciar lo que es “aturdir” y lo que es “sacrificar” para entender lo dantesco de la situación planteada.

Con fecha 25 de noviembre de 1999, y a través de la orden 8345/1999 de la Consejería de Economía y Empleo de la Comunidad de Madrid, se reguló el procedimiento de aturdimiento previo de las reses que se corran o toreen en los festejos taurinos populares. En ella se dejaba constancia de su interés por regular y lograr la máxima protección de las reses que intervienen en un festejo taurino popular, y expresamente se decía que esta disposición se ponía en marcha para dictar las medidas necesarias para que los organizadores de festejos taurinos pusieran los medios necesarios en dicho sentido, y añadía: “No cabe duda de que el aturdimiento previo de las reses, con carácter inmediato al sacrificio evita un sufrimiento inútil”. Y concluía: “Las reses que se corran o toreen por los participantes en los festejos taurinos populares de la Comunidad Autónoma de Madrid deberán ser sometidos a procedimiento de aturdimiento mecánico mediante pistola de clavija perforada o por percusión, inmediatamente antes de procederse al sacrificio. Será de aplicación, respecto a los requerimientos y forma para la realización del aturdimiento, lo dispuesto en el anexo C, apartado II del Real Decreto 54/1995, de 20 de enero, por el que se dictan las normas sobre protección de los animales en el momento del sacrificio o matanza (Boletín Oficial del Estado de 15 de febrero), y añade:

“En cualquier caso, las reses deberán encontrarse previamente inmovilizadas a estos efectos, con un sistema especial de sujeción de la cabeza. El veterinario deberá certificar la conformidad de que existen dichas instalaciones y el material adecuado para la realización de las manipulaciones necesarias a tal efecto, así como la existencia de equipo de repuesto, a fin de garantizar las condiciones que deben cumplir los instrumentos, material, equipo e instalaciones para la sujeción y aturdimiento de las reses. Las personas que realicen la inmovilización y el aturdimiento deberán quedar acreditadas por el Ayuntamiento mediante la certificación correspondiente”.

Vídeo de una vaca esperando el aturdimiento.

Nada de esto se cumplió, cometiéndose a todas luces otra ilegalidad. Ni hubo inmovilización ni hubo sujeción de las cabezas de los animales ni, peor aún, hubo inmediatez entre el penoso aturdimiento y el sacrificio, como podrán leer a continuación. El esperpento puede ser superado, y es lo que pasó.

Los novillos que fueron lidiados el sábado en la plaza fueron sacados al exterior del recinto por las mulas, recogidos del suelo con una pala mecánica y depositados en una cochambrosa furgoneta-camioneta del Ayuntamiento. Por medio de este vehículo fueron trasladados al lado contrario de la avenida que da acceso a la plaza de toros, y conducidos a un chiringuito que se había habilitado al lado de la acera, donde fueron desangrados a la vista de todo aquel que quisiera disfrutar del espectáculo disfrutaro simplemente pasara por allí. El reportaje de fotos y vídeos evidencia que no estamos mintiendo pero, si esto ya pone los pelos de punta, fue superado por lo que hicieron el sábado con las vaquillas que habían sido soltadas en la plaza.

Los novillos muertos en la plaza fueron recogidos del suelo en el exterior de la plaza por una pala mecánica y depositados en un vehículo del Ayuntamiento:

Vídeo de la instalación.

Fotos del chiringuito (tomadas desde un coche) donde los novillos muertos fueron desangrados y las vacas, que habían sido aturdidas previamente en la plaza, fueron sacrificadas mediante desangrado.

Lean y sorpréndase, o indígnense si lo prefieren:

Las vacas fueron aturdidas con una pistola de percusión en uno de los habitáculos donde el viernes habían sido aislados los novillos, sin ningún tipo de sujeción de la cabeza, como indica el Reglamento, que una vez más fue incumplido por partida doble, pues se hizo en presencia de público, a pesar de los intentos de la Guardia Civil por impedirlo. Pero no les bastó con este procedimiento, ilegal a todas luces, sino que, una vez aturdidas, fueron sacadas de los contenedores, recogidas con la pala de un tractor, depositadas en el cochambroso y antihigiénico vehículo del Ayuntamiento que se utilizó el viernes para trasladar a los novillos al chiringuito para el sangrado ubicado en la vía pública, adonde fueron trasladadas.

Marta Esteban tuvo que sufrir ante sus ojos lo más siniestro y repugnante de todo lo contado: una de las vaquillas, mal aturdidas, incorporó la cabeza mugiendo y sangrando por la nariz. Al ser alertado de ello por los otros operarios, el conductor del tractor, que se disponía a recogerlas y subirlas a la superficie del chiringuito, le propinó un golpe con la pala y la medio aplastó con su peso. El animal seguía vivo y quejándose. El matarife dijo “a ésta la mato yo aunque sea a puñetazos” y ató una de sus patas con una cuerda a los dientes de la pala del tractor, que la izó en el aire mientras el animal clamaba de dolor. El tractor se adelantó unos metros e introdujo el cuerpo suspendido del animal en el perímetro del chiringuito, donde el matarife la degolló viva, mientras aún mugía de forma desesperada y se desangraba.

Esteban estuvo presente mientras duró el cruel espectáculo y pensó que lo había grabado, pero, dada la situación que estaba viviendo, no había dado correctamente al botón de grabación. Cuando el matarife descubrió que tenía el teléfono en la mano, abandonó el desolladero y se dirigió hacia ella amenazante, sumándosele los operarios del camión y el tractor, por lo que no tuvo más remedio que apartarse.

Aquí les dejo una serie de fotos que documentan lo que acabo de contarles. La primera, de una vaquilla esperando ser aturdida. En la segunda, operarios preparando el aturdimiento.

Un aturdimiento inapropiado de los animales, a la vista del público, que no fueron inmediatamente sacrificados, sino trasladados en un camión furgoneta a bastantes metros de la plaza para ser sangrados en un espacio público carente de las mínimas condiciones higiénicas.

Otro camión más estaba situado en el mismo descampado que el improvisado desolladero, con las puertas abiertas y otros cadáveres en su interior. Suponemos que tal camión estaba destinado a llevar los cadáveres a una sala de tratamiento de carne de lidia, en cuyo Reglamento, desarrollado por medio de un Real Decreto del año 2002, se especifica cómo debe ser tratada.

Es de obligado cumplimiento que el veterinario nombrado para el festejo supervise todas las labores que hemos mencionado y, si no se cumplió la legalidad, debería estar reflejado en el acta del festejo firmada por él. ¿Lo estará? Ya les digo yo que no. Ojalá.

En la foto puede observarse cómo se había descargado una de las vaquillas desde el camión del Ayuntamiento e iba a ser recogida e izada por la palas del tractor para ser sangrada:

Este es el plano de dónde estaba ubicada la plaza y de dónde se encontraba el chiringuito al que eran trasladados los animales para su sangrado:

El veterinario de espectáculos taurinos, nombrado en este caso por el Colegio de Veterinarios de Madrid, está a las órdenes del Presidente del festejo, y limitado para hacer constar las irregularidades que detecta. Para muestra, este informe de la provincia de Ciudad Real, en el que se afirma que desde el año 2001 al 2010 se consideraron no útiles para la lidia el 20,6% de los toros durante el reconocimiento veterinario, pero que, a pesar de esta circunstancia, el 42,1% de ellos fue lidiado, y un 27,1% se quedaron como sobreros. Ilegalidad tras ilegalidad.

Del destino posterior de los cadáveres de todos estos animales, que fueron introducidos en el camión frigorífico para su traslado a una sala de tratamiento, desolladero o local de faenado, nada sabemos, pero sí debo apuntar que es de obligado cumplimiento que el traslado se haga en un plazo máximo de 60 minutos desde la finalización del espectáculo, en un medio de transporte que garantice una temperatura en el interior del mismo de 0ºC-4ºC. Antes de proceder a su introducción en el transporte, los cadáveres deberán ser identificados individualmente y de forma clara, bajo la supervisión del veterinario de servicio. Una vez iniciado el traslado no podrán pasar más de 5 horas para el inicio de las labores de faenado de las canales. La razón es que la carne de bovinos de lidia que han intervenido en un festejo taurino se contamina muy rápidamente, y debe ser tratada de una forma especial. Eran las 23.00 horas aproximadamente cuando terminó el espectáculo, y no sé yo si a esas horas habría algún local funcionando en el que se pudieran realizar este tipo de labores, y cinco horas después lo dudo aún más. Es posible...

Querido lector, esto es lo que dieron de sí dos tardes-noches de festejos taurinos en un pueblo de Madrid en una plaza portátil, de eso que en España es Patrimonio Cultural por dictado de una ILP aprobada en el Congreso de los Diputados. Los responsables ya saben ustedes quiénes fueron; los responsables de que todo lo que les estoy describiendo suceda aún en nuestro país.

Estas imágenes demuestran que los festejos taurinos incruentos no existen. Incluso una capea, que la mayoría de la gente considera inofensiva, comienza, se desarrolla y termina con un gran sufrimiento para el animal. Sería interesante comprobar cómo reaccionarían las mismas personas que llegaron a protestar cuando los jóvenes sujetaron a las vaquillas que no abandonaban la plaza si hubieran podido presenciar lo que vio Marta Esteban. Seguramente muchas de ellas no volverían a asistir a ninguna capea, y este es el objetivo de este artículo al sacar la realidad a la luz.

Lo que aquí he contado será igual o parecido a lo acontecido en los 546 festejos en plaza que se celebraron durante 2014 en instalaciones portátiles, y en las innumerables sueltas de reses en cosos taurinos, cuyo número desconocemos. Añadamos los 276 festejos que se celebraron en lo que se califica como “otras” instalaciones por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Y esto no pasó en una aldea perdida por los mundos de dios, sino en Villanueva de la Cañada, una población con 20.000 habitantes de la provincia de Madrid.

Si les sirve de consuelo, en la plaza, el viernes, no había más de 250 personas, entre las que por desgracia se encontraban muchos niños -30, más o menos- acompañados de sus familiares, y tres peñas que se unieron al cruel jolgorio con dos grandes barriles de vino y música variada. El sábado hubo algunas personas más. El precio de las entradas era de 12 euros, que incluía la asistencia al festival del viernes y la suelta de vaquillas del sábado, e incluso la posibilidad de que te tocará alguna oreja de las que los matatoros lanzaron al público más joven, ubicado en la zona reservada a las peñas y que estaba encantado de recibirlas. Los niños estaban exentos de pago y los mayores jubilados sólo pagaban 10 euros.

Los matadores lanzaban las orejas de los novillos al público más joven, ubicado en la zona de las peñas:

Calculen ustedes lo recaudado, no más de 2.400 euros. ¿Se pagó con esta cantidad el alquiler de la plaza portátil, los 5 novillos y las 6 vacas, los dos toreros y el novillero, el seguro de responsabilidad civil para los dos días, la asistencia médica -que estaba ubicada en una 'casa portátil' en el exterior y que venía de Ávila-, el personal de las puertas, las mulas, los mulilleros, los veterinarios, la ambulancia...?

Servicio médico instalado en los aledaños de la plaza:

No, esto lo pagó el Ayuntamiento con dinero público, ese que según los taurinos no subvenciona la tauromaquia. La cuantía exacta es complicada de saber, pero nos consta que está entre 10.000 y 12.000 euros. ¿Le apetece, amigo lector, que con su dinero se sigan sufragando estos siniestros festejos?

Espero que este artículo sirva para dar a conocer todo lo que ocurre fuera de los templos del “arte” de torear -las grandes plazas, que son las menos-, y para que sepan lo que les ocurre a las vacas, vaquillas, becerros y becerras, que son utilizados en las aparentemente inocuas capeas en las que quizás alguno de ustedes haya participado alguna vez.

Quiero dejar claro que el cumplimiento de las normativas no servirá para justificar y aprobar este tipo de actividad, que repudiamos y para la que pedimos la abolición, así como la desaparición de cualquier de tipo de subvención pública, que es uno de los caminos para terminar con estas prácticas de maltrato animal. Es evidente que sin el dinero aportado por el Ayuntamiento de esta localidad, Villanueva de la Cañada, el viernes y el sábado 24 y 25 de julio de 2014, 5 novillos y 6 vacas de raza de lidia no habrían pasado por el calvario que padecieron.

Queremos fiestas sin maltrato animal y vamos a conseguirlo. Compartan y difundan este artículo. Gracias.

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Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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