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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Reflexiones de una vegana en eDarling

© Silvia Verónica

Lucía Arana

Hace ahora justo un año empezamos a pensar en escribir este post con motivo del día de San Valentín. Yo no tenía claro el enfoque y, tras 12 meses de investigación, la confusión no ha hecho más que aumentar.

En todo este tiempo, he participado en un podcast para hablar sobre el tema, he pasado meses en páginas de contactos y hasta he dado una conferencia.

He hecho de todo, menos encontrar pareja.

Chica conoce chico

Se gustan. Hay química y quedan para tomar algo. Ella le cuenta que es vegana, porque no soporta lo que les hacemos a los animales. Él, sin saber muy bien de qué va eso, le dice que le parece estupendo y muy original.

Vuelven a quedar, esta vez para cenar. Están ilusionados. Ella come fideos con verduras. A él le apetecería una hamburguesa, pero pide arroz con pollo, pensando en agradarle. Ella piensa en lo inteligentes y sensibles que son los pollos vivos, pero no dice nada.

¿Cuánto tiempo les damos a estos dos hasta el primer desencuentro? ¿Qué porcentaje de posibilidad de éxito tendrán?

Primer spoiler: no hay respuestas ni fórmulas mágicas. Es la empatía y la capacidad de evolucionar de ambos la que está en juego.

Los innegociables

A todos nos sale, si lo pensamos un poco, una lista de cualidades que debería tener la persona con la que compartir la vida. Con la edad, esos innegociables se vuelven más y más claros. Sabemos, sobre todo, lo que NO queremos.

Mi lista, hasta que me hice vegana, era bastante normalita. Que tenga sentido del humor, que no fume, que lea. Me gustaba pensar que el aspecto físico era algo secundario.

Que sea vegano se convirtió, con los años y mi propia evolución, en el primer punto. Suponía que, cumpliendo esa premisa, lo demás sería pan comido. Nada más lejos de la realidad.

Una aguja en un pajar

Pues aquí estaba yo, en paz conmigo misma y sorprendida de que el resto del mundo tardase tanto en descubrir lo insoportable que es este planeta para los animales.

Convencida de encontrar a mi herbívoro soñado, para ser felices y rescatar perdices.

Quería saber más y me puse a investigar. ¿Cuántos somos? ¿Cuántas personas vegetarianas y veganas hay en España? Según el estudio The Green Revolution de la consultora Lantern, estaríamos hablando de unos 600.000 vegetarianos, de los cuales 90.000 seríamos veganos.

Como la población de Cáceres.

Del total, el 80% serían mujeres, entre 20 y 35 años. O, lo que es lo mismo: 18.000 hombres veganos en todo el país. Aproximadamente el 0,07% de la población masculina.

¡Encontrar a mi media naranja era como buscar una aguja en un pajar!

Cada vez somos más

Pero yo no sería ni vegana ni activista si no estuviese convencida de que podemos mejorar el mundo y de que cada decisión que tomamos contribuye a ese cambio.

Mientras escribo este artículo, busco la palabra vegano en Google y obtengo más de 23 millones de resultados.

La tendencia al alza es evidente, se nos empieza a ver y a oír.

Son precisamente las nuevas generaciones quienes cuestionan con mayor naturalidad la herencia recibida. Al igual que está ocurriendo con el machismo, las redes sociales y el progreso moral contribuyen a destapar el horror de la explotación animal y a rebatir los mitos sobre nutrición.

Por la salud, por el medio ambiente o por los animales, comer carne empieza a no parecer tan normal, natural y necesario como nos habían contado.

Como ocurrió con el tabaco en su momento, el consumo de animales se cuestiona desde todos los frentes y cada vez resulta más complicado defenderlo, teniendo que llegar a sobornar a expertos para ocultar el verdadero coste de la ganadería industrial.

Mujer vegana y activista busca...

Con una mezcla de expectación y optimismo, empecé mi trabajo de campo en páginas de contactos como eDarling, OKCupid y Single Vegetarian.

En esta última, que parecía la más prometedora, permanecí solo unas horas. Por un lado, porque todo en la página, desde la imagen hasta el menú, está dirigido a un público extranjero.

El contenido está mal traducido y no hay prácticamente usuarios de nuestro país. Mi búsqueda en Bilbao no obtuvo ningún resultado. Más que un bar vacío, como se dice en marketing, Single Vegetarian era una ciudad fantasma.

Así que, para abrir el abanico, pero dejando claro mi target, me di de alta en eDarling. Allí estaba yo, con una bonita foto de estudio y la frase: “Soy vegana y activista por los animales”. Y añadía: “Si no tienes foto en tu perfil, no pierdas el tiempo contactándome”.

Este es un pequeño resumen, por orden de cantidad, de lo que me he encontrado allí:

  1. Perfiles sin foto. Más de la mitad de las solicitudes que tenía a diario eran de siluetas. Un fenómeno sorprendente, tanto desde el punto de vista de los propios usuarios como de los administradores de la página que lo toleran. Una falta de respeto hacia los demás participantes de un juego en el que las reglas deberían ser iguales para todos.
  2. Cazadores, taurinos e incluso ganaderos. Sí, en serio. Está claro que algo falla en el algoritmo de eDarling.
  3. Gente que envía el mismo texto a todas las candidatas. Es decir, se toma la molestia de crear un perfil completo pero luego se cansa a la hora de personalizar el mensaje para la que podría ser su futura pareja. Toda una declaración de intenciones.
  4. Curiosos. Estos han sido mis favoritos. He respondido a cuestiones sobre derechos animales y sobre especismo que se podrían resolver con una búsqueda en Internet, pero agradezco muchísimo que me pregunten. Aunque sea para concluir que nuestra visión del mundo es completamente diferente.
  5. Un troll. Solo uno, y no vamos a alimentarlo hablando de él.

A veces se me olvida que no nací vegana

Cuando abres los ojos a una injusticia tan brutal como la que se comete con los animales, te parece increíble que los demás no la vean.

Sobre todo, esa persona especial que tanto te gusta y que consideras inteligente, sensible e informada.

Es lo que se suele denominar “amnesia vegana”.

Se produce entonces una paradoja interesante: a fuerza de empatizar con las víctimas, dejamos de recordar que, hasta hace cuatro días, nosotros éramos los victimarios.

Eso nos coloca ante grandes retos como:

  • Comunicar con paciencia y cariño un mensaje que es urgente.
  • Reconocer que, a veces, lo que sale de nuestra boca es más importante que lo que entra en ella.
  • Estar por encima de las bromas de dudoso gusto, que siempre provienen de la falta de recursos, intelectuales y emocionales.
  • Entender que el ser humano no come, ni se viste, solo para alimentarse o abrigarse. Que hay todo un mundo de identidad, placer, necesidad de llenar un vacío y búsqueda de estatus en lo que nos ponemos encima o nos llevamos a la boca.
  • Interiorizar que celebrar los pequeños avances no te hace peor activista, ni es excluyente con seguir luchando por los grandes.

Activismo que enamora

¿Hasta qué punto estamos dispuestos a aceptar la evolución de nuestra pareja? ¿Hasta qué punto es inteligente y eficaz intentar cambiarla?

Durante estos meses, he podido recopilar muchos testimonios de parejas, veganas y no veganas. Compañeros de vida que crecen juntos, a pesar o gracias a sus diferencias.

No puedo incluir todos en este post, así que he elegido el de Joel y Megan, porque me da envidia sana.

Joel llevaba 5 años soltero y decidió ponerse manos a la obra. Corría el año 2014. Tras una relación fallida, tenía claro que la persona especial tenía que ser vegana. Empezó a organizar quedadas en grupos de Facebook y, en uno de ellos, conoció a Megan.

Poco tiempo después estaban viviendo juntos en Barcelona.

Ambos querían desarrollar algún proyecto que fuese más allá de sus propias experiencias individuales. Algo inclusivo, que sumase. Así nació Casa Albets, el primer hotel 100% ecológico y vegano de nuestro país.

“Es importante arriesgarse, conocer gente nueva, dar el primer paso y estar abiertos al amor. Yo esperé durante 5 años, pero vale la pena. Mi mensaje a la gente vegana es que no tengan miedo, que es posible”, me cuenta Joel.

El innegociable único

¿Recordáis los innegociables de los que hablaba al principio? Pues son necesarios y legítimos. De algo tienen que vivir las páginas de contactos y de alguna manera tenemos que profundizar en el autoconocimiento.

Pero, después de muchas vueltas y de varios intentos fallidos, mi lista se ha reducido de forma dramática a un solo punto. El innegociable único; uno para contenerlos a todos:

Quiero gente con impulso evolutivo

Quiero rodearme de gente que, tenga la edad que tenga, conserve la capacidad de seguir creciendo.

Gente que, sea joven o madura, reconozca que no sabemos casi nada, ni como individuos, ni como especie. Gente capaz de cuestionarlo todo.

Gente curiosa, gente humilde, gente con mentalidad de aprendiz. Gente que jamás esté de vuelta.

Gente que crea que juntos podemos transformar el mundo. Gente que quiera intentarlo.

Postdata y segundo spoiler: el impulso evolutivo se tiene o no se tiene. Esa es la mala noticia, y la buena.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

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