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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Cámaras ocultas sacan a la luz severas infracciones del bienestar animal en un matadero sueco de animales criados en granjas ecológicas

Un operario pisotea la cabeza de un cerdo colgado por una pata en el matadero sueco de animales criados en granjas ecológicas

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Cerdos, corderos y vacas recibiendo patadas en la cara, cadenazos, palazos y descargas eléctricas. Con estos vídeos exclusivos, logrados gracias a cámaras ocultas instaladas en una pared, la Djurrättsalliansen (Alianza por los Derechos de los Animales) ha destapado lo que ocurre en los mataderos suecos con el certificado KRAV -que garantiza buenas prácticas de bienestar animal y que los alimentos son ecológicos- cuando el personal del matadero cree que nadie les observa. Además de una violencia extrema, los vídeos revelan severos delitos contra la legislación de bienestar animal y la regulación de la UE. Grabados durante cuatro días en diciembre de 2020, las imágenes muestran, solo que ahora en mayor grado, las mismas infracciones de bienestar animal por las cuales la Junta Administrativa del Condado de Suecia ya había cerrado anteriormente el matadero. Tras la publicación de estos vídeos, el propio matadero ha decidido cesar su actividad.

Severe animal welfare offences unveiled with hidden camera at slaughterhouse of organically bred animals from Djurrättsalliansen on Vimeo.

“Una inmensa cantidad de animales son criados y matados para terminar en los platos de la gente. Consideramos importante que los consumidores estén informados. Queremos que el público pueda ver con sus propios ojos lo que ocurre cuando estos animales son matados y que decidan si quieren participar o no en ello basándose en una información fehaciente. Los mataderos no están dispuestos a proveer esta información y, por consiguiente, es imposible conocer las prácticas a las que son sometidos los animales en estas instalaciones. Hemos decidido colocar cámaras ocultas porque es la única forma de sacar a la luz los actos de violencia a los que los animales están sometidos”, afirma Malin Gustafsson, portavoz de la Djurrättsalliansen.

En 2016, el matadero fue clausurado, denunciado y sentenciado por crímenes contra el Acta de Bienestar Animal, cuando la länsstyrelsen (Junta Administrativa del Condado de Suecia) y la livsmedelsverket (Administración Nacional de Alimentos) fueron informadas de que los animales no eran aturdidos debidamente durante la matanza, a causa del tiempo transcurrido entre el aturdimiento y el degüello. Las recomendaciones señalan que deben transcurrir entre 15 y 20 segundos entre el aturdimiento eléctrico y el corte del cuello del animal para que se desangre. Si el tiempo es mayor, existe el riesgo de que el animal recupere la consciencia. Este matadero fue clausurado porque desde el aturdimiento eléctrico hasta el corte del cuello transcurrían aproximadamente 60 segundos, algo que la Junta consideró que era excesivo y que causaba a los animales un gran sufrimiento. Sin embargo, la misma Junta Administrativa del Condado de Suecia que realizó el informe sobre infracciones de bienestar animal por las que dicho matadero fue condenado, no volvió a llevar a cabo allí ni una sola inspección desde mayo de 2016.

El material conseguido por la Djurrättsalliansen, obtenido durante cuatro días en diciembre de 2020, así como en varios días de abril y agosto de 2019, demuestra que las mismas infracciones por las que la Junta había cerrado el matadero siguen cometiéndose, pero de manera más severa. Los vídeos muestra que en este matadero con el certificado KRAV de bienestar animal, un único operario aturde primero a varios animales a la vez y luego les degüella, lo cual no está permitido por la regulación de la UE. Esto conlleva que transcurran varios minutos, a veces hasta 10, desde que los animales reciben la descarga eléctrica hasta que se les corta la garganta. Además, los operarios no comprueban que los animales estén debidamente sedados, con frecuencia los dejan solos mientras se desangran, los bastones eléctricos para vacas son empleados cuando no está permitido y los propios operarios muestran signos de no estar seguros del nivel de aturdimiento de los animales, ya que se les ve volviendo a aturdir a animales mientras se están desangrando.

“Nuestros vídeos muestran claramente crímenes serios, pero también sacan a la luz cómo se suele sacrificar a los animales. El término sacrificio no refleja los brutales actos de violencia que implica degollar animales. Quizá la gente que ve estos vídeos no reaccione frente a los delitos relativos a la legislación de bienestar animal, pero creemos que le conmoverá la brutalidad y el horror que implica quitarles la vida a otros animales, lo cual ocurre constantemente y es legal”, reflexiona Gustafsson.

Los vídeos muestran además a un inspector de Kiwa (la compañía que otorgó el certificado KRAV al matadero) revisando el degüello durante un corto espacio de tiempo. En ese tiempo, los protocolos cambian de repente, los animales son degollados de uno en uno y el trabajo se efectúa mucho más rápidamente. Pero en cuanto el inspector sale de la sala, el operario vuelve a infringir el Acta de Bienestar Animal.

“Esto sugiere que estos crímenes y esta violencia extrema contra los animales no podrían haber sido destapadas de una forma distinta a como lo hemos hecho. Los operarios en nuestros vídeos muestran un cambio en sus métodos y protocolos cuando saben que se les está observando. Muestran que las inspecciones obligatorias no funcionan y que tú, como consumidor, jamás sabrás lo que ha sufrido el animal que hay en tu plato. Cuando aparecen estos vídeos en los medios de comunicación van precedidos de un 'aviso de imágenes desagradables' y se editan dichas imágenes para que estén borrosas. El hecho de que no podamos siquiera mostrar el proceso de producción de nuestra comida, porque es demasiado violento, dice mucho del terrible trato que reciben los animales. No existe la carne respetuosa con los animales”, concluye Gustafsson.

Lo que ha salido a la luz gracias a las cámaras ocultas de la Djurrättsalliansen no sucede solo en los mataderos de Suecia. En diciembre de 2018, El Caballo de Nietzsche publicó la investigación Dentro del matadero llevada a cabo por el fotoperiodista Aitor Garmendia en 16 mataderos del Estado español entre noviembre de 2016 y octubre de 2018. En todos los mataderos pudo documentar los constantes abusos, auténticas “atrocidades”, que padecen millones de vacas, cerdos, conejos y pollos durante la matanza a la que los somete una violencia que es institucional y sistemática. Las imágenes que Garmendia pudo recabar muestran que esos abusos no son casos aislados de maltrato hacia los animales, sino el modus operandi de la industria de la explotación animal.

En el informe que acompañó el material gráfico de su investigación, Garmendia recordaba que “en marzo de 2018 el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha condenó al Gobierno de la Junta y a Incarlopsa —empresa que suministra elaborados cárnicos a Mercadona— por haber expedientado y apartado de su puesto a dos veterinarios que habían denunciado incumplimientos de la normativa en el matadero de cerdos propiedad de la empresa. Según recoge la noticia, los cerdos no eran expuestos a los efectos del CO2 el tiempo necesario para la pérdida de la consciencia y permanecían despiertos durante el degüello y el desangrado. Tras ello, eran introducidos vivos al tanque de escaldado donde el agua alcanza una temperatura de 65 grados. Estas brutales prácticas se llevaron a cabo durante tres años en un matadero que procesa más de 3.000 cerdos cada ocho horas”. Muchos de esos miles de cerdos proceden de la cría en granjas ecológicas.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

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