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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Destapando la realidad de las granjas industriales de animales para compañía

Uno de los animales en la granja de Galicia

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Hay gente que vive con animales como hámsters, peces o conejos. Los tienen en sus casas como compañía o adorno. En muchos casos estos animales se encuentran en una situación penosa. Pero aun cuando no es así, y están en un entorno donde pueden ver sus necesidades cubiertas, hay algo en lo que la gente rara vez piensa: en la vida anterior que tuvieron esos animales antes de ser adquiridos, puesto que son vendidos y comprados como cosas. Así, se traza una línea oscura entre su llegada a la casa donde viven y su pasado inmediatamente reciente.

Quizás algunas personas se pregunten alguna vez de dónde vienen los animales que han comprado, pero acaban renunciando a escarbar en la verdad, por temor a encontrar que el animal que ahora forma parte de su familia haya tenido un pasado muy oscuro. No es agradable conocer la realidad de la explotación animal, porque no queremos sentirnos cómplices de ella.

Así, cuando a veces, por desgracia, ese animal que alguien ha comprado muere a los pocos días, la persona con quien vivía se extraña, y surge la pregunta. ¿Qué habrá pasado, si yo le he dado el agua y la comida que necesita? No piensan que es debido a lo que han vivido esos animales antes de haber sido vendidos.

¿De dónde vienen realmente los animales criados para ser vendidos como animales de compañía?

En realidad, si arrojamos luz tras esa línea oscura, lo que veremos no será a ese animal viviendo una vida feliz, y siendo cuidado con cariño. La realidad del pasado de ese animales es bien distinta. Esos animales son, al igual que muchos otros empleados con otros propósitos, criados en granjas industriales donde son explotados de las formas más terribles. Esto no debe sorprendernos. Es solamente una consecuencia más de que los animales sean considerados objetos, que es lo que sucede cuando son comprados y vendidos como si fuesen cosas, en lugar de seres sintientes.

Las personas que defendemos a los animales ya conocemos con bastante detalle la situación de los animales explotados para su consumo como comida o para la producción peletera. Recientemente hemos podido saber más sobre la situación de otro tipo de animales: aquellos usados para su venta como “animales de compañía”. Hace unas pocas semanas conocíamos la noticia de que una granja industrial de animales con este fin situada de Galicia cerraba su negocio. En esta granja se criaban cientos de miles de jerbos, hamsters, conejos e invertebrados, no sólo para compañía sino también para ser utilizados como alimento de otros animales. El siguiente vídeo presenta algunas de las situaciones vividas en dicho establecimiento:

Gracias a imágenes como estas, ahora tenemos la oportunidad de conocer un poco como son las vidas de los animales criados en estas granjas. Sería un grave error pensar que las imágenes mostradas en este vídeo constituyen un caso aislado. Como en el caso de los animales explotados con otros fines, existen ciertos patrones y ciertas prácticas comunes en la industria que se dedica a su cría y venta. Lo hemos visto una y otra vez. Siempre que tenemos acceso al interior de una granja de animales, sea pequeña, grande o macrogranja, podemos encontrarnos con imágenes igualmente espantosas que tienen, todas ellas, un terrible aire de familiaridad. Animales muertos conviviendo con sus compañeros vivos. Animales con heridas sin tratar, viviendo entre sus propios excrementos. Animales agonizando hasta la muerte en los pasillos de la granja... Lugares donde las únicas experiencias son el dolor, el estrés y el miedo.

No se trata de casos aislados de trato negligente hacia los animales. Simplemente no es posible satisfacer nuestros deseos personales de compañía o de consumir productos como carne, leche o huevos (por citar sólo algunos ejemplos) sin provocar enormes daños a los animales.

Puedes salvar a algunos de estos animales

Hace días que los animales de esta granja están siendo sacados de ella y llevados a lugares seguros. Pero muchos todavía siguen dentro, esperando adoptantes que quieran cambiar radicalmente sus vidas. El resto de animales que no consigan adopción serán matados.

Yo personalmente he acogido a 11 de estos animales, que vivirán conmigo mientras no les encontremos una nueva familia. Si quieres darles ayuda tú también, puedes escribir al Santuario Vacaloura, que está gestionando el rescate de estos animales, a esta dirección de correo electrónico: adopcionsvacaloura@gmail.com. Con esto no evitarás que continúe la explotación de los animales para su uso como compañía. Para lograr esto es necesario continuar creando conciencia por la consideración de todos los seres sintientes, para avanzar hacia el fin de la cría y venta de animales como recursos o cosas. Pero adoptando podrás al menos salvar la vida de aquellos a quienes acojas.

Todos los seres sintientes importan, también los animales de tamaño más pequeño

Cuando, como en un caso como este, la información sobre la situación de los animales sale a la luz, nuestra responsabilidad es no mirar a un lado. Debemos ser conscientes de cuál es la realidad de los animales, para actuar en consecuencia. A menudo, sin embargo, cerramos los ojos a esta realidad porque anteponemos nuestros intereses a los suyos. Esta actitud hacia los animales es una forma de especismo, esto es, una discriminación de quienes no pertenecen a una cierta especie. Mucha gente ya ha oído hablar de este tipo de discriminación. Pero no siempre reflexionamos hasta qué punto somos especistas.

Por ejemplo, es muy habitual que se discrimine a ciertos animales en comparación con otros. Poca gente se preocupa por animales como conejos o ratones porque son pequeños. Tampoco se presta atención a animales acuáticos como peces. Y aún es mayor el desinterés por los invertebrados como los crustáceos y los insectos (que son matados en cantidades astronómicas para el consumo, algo que es previsible que aumente en el futuro).

Sin embargo, todos los animales sintientes, aunque se trate de animales pequeños como los que se pueden ver en este vídeo, pueden sufrir. No son diferentes en ese sentido a otros animales de mayor tamaño (como vacas, perros, humanos, etc.). Causarles sufrimiento y dañarlos de cualquier otra forma resulta injustificable.

La cría industrial de animales, sea con el propósito de comerlos, de obtener sus pieles o de usarlos con fines ornamentales o como compañía, es esencialmente igual a lo que podemos ver en las imágenes mostradas en este artículo. Es nuestra responsabilidad con los animales que se encuentran sufriendo esta realidad ahora, y sobre todo con los que existirán en el futuro (que serán muchísimos más) comenzar a cambiar esto, dejando de usar a los animales como cosas y pasando a cuestionar el especismo.  

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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