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Alberto Zerain y Jonatan García, nuevo intento al Annapurna

Alberto Zerain y Jonatan García en el Annapurna.

Después de seis días obligados a permanecer en el campo base, Alberto Zerain y Jonatan García se han puesto en marcha de nuevo, acompañados por los italianos Nives Meroi y Romano Benet.

Ahora descansan juntos en el campo 2, todavía sometidos a un tiempo muy inestable, pero con la esperanza de que los pronósticos que anuncian una mejoría a partir de mañana resulten acertados. “El Annapurna no nos deja hacer planes, todo depende del tiempo —nos dice Alberto—Si no mejora, tendremos que volver a bajarnos”.

No les ha resultado sencillo llegar hasta aquí, por lo que casi es de agradecer que la nieve les ofrezca un día para recuperarse. Ayer, el Annapurna les recibió con un profundísimo manto de nieve recién caída que les obligó a turnarse en cabeza, abriendo huella en todo el recorrido. “Parecía una montaña nueva, no se veían ni las varillas de bambú que habíamos colocado para señalizar el camino al campo 2”, nos contaba Alberto. La situación no estuvo exenta de peligro, pues “avanzábamos entre la nieve y la niebla, sin poder ver si íbamos por buen camino, y aquí no hay más que grietas por todas partes”.

Por suerte, supieron orientarse y finalmente alcanzaron el campo 2 donde, eso sí, debieron seguir trabajando durante un buen rato para desenterrar las tiendas. “Había metro y medio de nieve, de los iglús sólo se veía la puntita”.

Ahora, a la espera de que el tiempo les ofrezca una tregua, los cuatro piensan en la mejor estrategia para afrontar el tramo comprendido entre los campos 2 y 3, el más delicado de la ruta francesa.

Confinados en el base

Siguiendo una estrategia que ya utilizó en el Manaslu, Alberto ha vuelto a la montaña mientras las condiciones meteorológicas aún son malas, con la idea de estar bien situado cuando el tiempo finalmente cambie. Sin embargo, en su decisión también ha pesado el hastío. “Han sido varios días en los que no se podía hacer nada, no ha hecho más que nevar y nevar”, nos contaba Alberto.

Por si el ambiente no fuera lo bastante sombrío, al confinamiento en las tiendas se unió el sábado la noticia de la muerte del alpinista suizo Ueli Steck. “Fue una noticia muy triste. Era una persona a la que seguía mucha gente, un gran alpinista al que muchos tomaban como ejemplo”.

Finalmente, la larga espera y el empeoramiento de las condiciones hicieron que una de las expediciones que había en el campamento decidiera retirarse. “Ahora sólo quedamos dos chilenos, los italianos y nosotros”. Son tres cordadas, seis personas, pero dos equipos en la práctica. Por un lado, Nives Meroi, Romano Benet y ellos mismos; por el otro, los chilenos. “Estos han subido detrás de nosotros todo el rato, viéndonos abrir huella, así que ya se ve el tema… Mucho tiene que cambiar la cosa para que seamos un equipo de seis”, ironizaba Alberto sobre la colaboración del equipo chileno.

En cualquier caso, Alberto insiste en que el Annapurna es mucha montaña para tan poca gente. “Tenemos la montaña entera para nosotros y la intención de movernos a la mínima que nos deje. A ver si se endereza el tiempo y podemos hacer algo…”

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