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Alex Txikon: “me siento, mirando valle abajo, mientras me golpean cientos de piedras, esperando a la muerte”

Alex Txikon.

Alex Txikon ha tenido que desistir en su intento de situarse en el Campo 4 del Everest, que se encuentra a unos 7.950 metros de altura.

De hecho el grupo adelantado de Alex Txikon, formado además de por el alpinista vasco por los escaladores nepalíes Nurbu Sherpa y Cheepal Sherpa, llegaba el lunes a eso de las 11,00 horas (hora española) a las inmediaciones del C4 donde permanecieron por espacio de media hora, sin llegar a montar siquiera la tienda de campaña.

El fuerte viento reinante en la zona, ya en el Collado Sur del Everest, con vientos  de cara cercanos a los 70 kilómetros por hora y con la previsión de arreciar en las próximas horas, llevó a Alex a cambiar de opinión y descender un poco más abajo del C3, donde llegaban a eso de las 15,30h hora española, para resguardarse y esperar una mejora en las condiciones atmosféricas para los próximos días.

El propio Alex mandaba una crónica en la que nos relata cómo ha vivido estos días y cómo se encontraba él y el resto del equipo:

 

“Nos dan buen parte de meteo para el 14, vamos a por ello.

Salimos el día  10, no muy pronto, Norbu, Chhepal y yo. Sin mayores problemas que solventar la cascada de hielo. Alcanzamos el C2, 6.350 metros en unas 8 horas escasas. Entre Norbu y yo montamos el C2 de nuevo, Chhepal llega algo más retrasado, a eso de las 19.00 horas. Estamos dentro de los sacos a -32 grados bajo cero, la noche es muy fría.

Ha amanecido ya y estos aun roncando. Ya estoy cansado de estar 14 horas dentro del saco. Les despierto a los dos y nos vamos a preparar algo para comer, arroz. Eso sí, gracias a Endika y Beñat, que nos han traído un montón de cosas de casa, y entre tantas, un par de cintas de “txuleta de Tolos” (¡Gracias a Tedi!).

El día 11 es nuestro día de descanso en el C2 y qué bien nos lo montamos: a las 16.00 horas llegan Nuri, Furba y Pemba. Hablamos un rato y para el saco. Hoy la noche es incluso más fría que la de ayer.

Día 12, día de curro. Salimos para el C3 Norbu, Chhepal y yo, el equipo A. El equipo B subirá del tirón al C4 el día 13. Salimos del C2 a eso de las 11 de la mañana y en 5 horas llegamos al C3. Los rayos del sol nos calientan hasta bien entrada la tarde, y es entonces cuando nos metemos al saco. Hablamos con C2 y con CB.

Y se confirma la meteo; el plan es arrancar el día 13 a nuestras 3 de la madrugada. Es medianoche y estoy ansioso por salir. De repente nuestra tienda se mueve, cruje el serac con muchísima fuerza y mi corazón triplica su ritmo cardíaco. En tres segundos Nurbu y yo estamos fuera de nuestros sacos, con las frontales encendidas, mirándonos las caras de miedo, pensando que nos deslizábamos pendiente abajo. Yo con medio cuerpo fuera de la tienda, los dos miramos a Chhepal que no se ha enterado de nada y nos empezamos a reír y a mí se me quita la tontería muy rápido ya que me he quedado como un pajarito fuera de la tienda. Nos metemos para los sacos.

No hago más que mirar el reloj y a las 1.30 estamos derritiendo nieve. La noche aprieta mucho, hace muchísimo frío y el viento nos golpea duro, muy duro.

Queríamos salir a las 3.00, pero acabamos saliendo a las 6.00. El equipo B ha salido finalmente a las 2.00 de la mañana del C2, y prácticamente nos cogen saliendo del C3. El viento no amaina en ningún momento. Llevo toda la ropa de la que dispongo y aun así estoy helado.

Me siguen Chhepal y Norbu, y mi mente solo piensa en contar pasos, imaginarme la altura en la que estaremos. La idea que ronda mi cabeza es dónde me acariciaran esos ansiados y deseados rayos del sol. Hasta las 11.00 no va a ser, pero, ¿dónde será?

Tengo medido a qué horas empieza a pegar el sol en zonas diferentes y eso me sirve para animarme. ¡Qué largo se me hace! No es hasta que estamos a unos 7.550 metros, atravesando las bandas amarillas, cuando el sol empieza a brillar con mucha timidez. Llevo dos largas horas que no siento los pies, ni yo ni el resto del equipo.

Las cosas se complican y mucho a unos 7650 metros, Chhepal se acerca y me dice que nos bajemos, el viento nos golpea con mayor intensidad, de repente nos hacemos una piña y les digo a todos que confíen en mí, el tiempo va a cambiar, y el viento va a amainar. Ahora nos pega de Oeste y está previsto Norte, Noreste.

No podemos con el frío y después de hablar el plan les digo que por favor usen las botellas de oxígeno que llevan. Normalmente ellos usan 3 en un ataque a cumbre, pero cada uno de ellos lleva dos botellas. Me hacen caso y conectan los reguladores.

El viento sopla más constante y con mucha mayor fuerza. Estamos a 7.800 metros atravesando el espolón de Ginebrinos. No lo ven claro y me pongo en cabeza. No sé si voy a poder mantener un buen ritmo para ellos ya que yo no uso oxigeno artificial, pero creo que el intenso frío me hace no parar. El viento a veces hace que nos tengamos que echar al suelo. Está siendo excesivamente difícil y comprometido.

Voy hablándoles a todos y dándoles ánimos, y fiándome de los partes a muerte, muy mentalizado. Por un momento pienso en llamar por walkie a Aitor, ya que la predicción no se está cumpliendo. Pero hablar con walkie es quedarme sin dedos, ¡estaremos a 45 bajo cero y con 60 kilómetros por hora de viento! No sé cómo aguanto… El Nanga Parbat es un caramelito si lo comparo con estos momentos.

Chhepal se acerca de nuevo y me dice que nos bajemos, les vuelvo a pedir por favor, que no hagamos ninguna locura y que el viento va a parar. Les digo: ¡seguidme!

La cuerda fija está  rota. Cojo una estaca y me pongo a reequipar, los eclimb los dejé en el C4. Vemos ya el C4, pero el viento es insoportable, no podemos dar más de dos pasos sin tirarnos al suelo. Meto otros 100 metros más para nuestra seguridad ya que la anterior vez aprovechamos cuerdas viejas intermitentes.

Estamos en el C4. Me siguen Norbu, Nuri y Bemba. No podemos ponernos en pie. Saco la primera tienda y entre los 4 es imposible montarla. Esperamos a Furba y Chhepal, mientras tanto una de las varillas se ha roto y en el collado sur, a 7.950 metros, mínimo habrá 50 tiendas. Es un sitio tan desolador…

Y allí me voy yo a “kuxkusear”, a intentar pillar una varilla, y da la casualidad que a la tienda a la que voy hay una persona fallecida. ¡Joder! En las condiciones en las que estamos se te pasan muchas cosas por la cabeza y una de ellas es que puedas acabar igual.

Hacemos una intentona entre los seis a montar la segunda tienda y es que es imposible. Jamás me ha pasado cosa igual: ser incapaz de montar una tienda ¡entre seis!

Echamos unas piedras encima y me voy a “kuxkuxear” otra vez.  Según llegaba había visto cartuchos de espigas y ninguno de nosotros llevaba sacos de dormir, por tanto, ¡gas extra! Nos hará pasar, menos mal, las horas previas a la salida para cumbre.

Me acerco a la tienda que había fichado y no me lo puedo creer. ¡Otra persona fallecida! Desconozco sus identidades. Un abrazo enorme a familia y allegados…

Dejo los cartuchos y hacemos una segunda intentona en montar la tienda. Apenas podemos incorporarnos, de nuevo los 6, y lo damos por imposible. Rápidamente hablo con todos, depositamos todo el material y arrancamos para abajo.

Le digo a Nurbu que no siento nada, que por favor me acompañe en el descenso. El resto nos cogerá. Van todos enchufados. Son las 17.30. O  nos movemos, o nuestras vidas pasaran a otro escenario.

Pido un walkie y tras un momento de confusión total me pasan uno. Hablo al fin con el campo base donde me confirman que el parte ha cambiado y que debemos salir de ahí.

Finalmente no arranco, me siento responsable de mi equipo, en todo momento. He apretado para llegar aquí arriba y todos han arriesgado sus vidas, así que hasta que no sale el último no empiezo el descenso. Es difícil calcular, pero el viento es constante y seguramente su intensidad superará los 80km por hora como mínimo.

 No sé cómo hemos podido superar todos estos momentos. Empezamos a rapelar y vamos todos a una. Noto que perdemos altura, pero no siento ni la nariz, ni las manos y, ¡qu´w decir de mis pies!

Llevaba calculado que me aguantarían al C4 y allí me los calentaría. El descenso extra al C3 lo pagaré caro. Pasamos las bandas amarrillas y son 8 los rápeles al C3. Llegamos de noche y no puedo ni llorar del dolor que tengo.

Decidimos pasar la noche en el C3. Ofrezco mi saco y esterilla por si alguno no puede más y prefiere dormir en el C3. Finalmente nos metemos Nurbu, Chhepal y yo con todo dentro de la tienda: crampones, etc.

Fundimos algo de nieve, apenas dos sorbos cada uno y nos metemos dentro del saco. Segunda noche sin dormir: no puedo del dolor y del frío. Escalofríos que me acompañan toda la noche y este dolor de los pies no me ha dejado descansar ni un minuto.

En principio hoy queríamos salir con el sol. ¡Ya vale de tanto sufrir! Nurbu a las 7.00 se ha despertado y sugiere que nos bajemos. ¡Está la tienda que da pena! Ha sido una larga y dura noche, y me mentalizo, y sé, que falta un último peldaño.

Con lo que más he sufrido ha sido poniéndome las botas. En 10 minutos estaba preparado y he salido el primero. Lo que desconocía por completo era lo que estaba a punto de suceder. Cuatro rápeles y miro para arriba. Veo a Chhepal entrar en la vertical y Norbu aún muy cerca del emplazamiento del C3. ¡Joder con el viento! Toda la noche soplando y ahora no nos deja ni un segundo. Sopla con muchísima fuerza, hace mucho frío.

Voy con las manos tiesas. Rapelando con los guantes, no me da para más. Me encuentro en uno de los fraccionamientos. Estoy con las manoplas tratando de chapar mi mosquetón de seguridad al siguiente fraccionamiento, el gatillo se ha quedado enganchado en el pulgar de la manopla...

Algo me golpea, ¡no sé qué está pasando! No veo nada. Tan solo me preocupa que el mosquetón de seguridad esté pasado por la cuerda. Voy cayendo cada vez más rápido. Sé que voy en una avalancha, y sé que me voy a dar una buena. Si no he chapado el mosquetón sé que voy a morir y si va chapado, voy a detenerme después de caer este fraccionamiento que son mínimo de ¡100 metros!

Creo que toco la pendiente en estos 100 metros en tres ocasiones. Voy cayendo a gran velocidad. Finalmente me detengo en seco. Me frena la caída un tornillo, y no puedo respirar. Me agobio muchísimo, apenas siento un hilito de aire.

Me voy viendo y sintiendo mientras tanto como estoy. El miedo se apodera de mi ya que va más de un minuto sin que entre aire en mis pulmones. Finalmente empiezo a respirar. La avalancha empieza a ser de piedras y caen cientos.

Miro de reojo para arriba y veo a Chhepal aguantando. Norbu ha tenido más suerte y no le ha caído nada. Me siento, mirando valle abajo, mientras me golpean cientos de piedras…. Esperando a la muerte.

Estoy muy pillado y no puedo hacer más... Después de unos diez minutos dejan de caer piedras. Miro para arriba y pienso como leches estoy vivo. ¡Una entre mil!

Con la poca energía que me queda empiezo a rapelar de nuevo con los guantes, lo más rápido que puedo. Me siguen Norbu y Chhepal. Nos reencontramos en la base, y Chhepal está sangrando de la cabeza. ¡Tiene una brecha! Mañana será evacuado a Katmandu.

Hemos tenido suerte, pero de la de verdad. ¡Qué miedo hemos pasado! Cada vez que me veo cayendo a toda velocidad, un escalofrío recorre mi cuerpo, y aun no sé cómo no me he roto nada tras frenarme en seco. Eso sí, me duele todo el cuerpo. Esperemos que mañana sea un mejor día.

Ayudamos a Chhepal. Llegamos al C1 y arrancamos para el campo base. El viento sopla aun con mucha fuerza. Vamos todos con una sonrisa, aunque pensando en la cascada. Ya hemos tenido suficiente por hoy. Han sido días duros, muy, muy intensos, con un compromiso altísimo.

Nos metemos en la cascada. Apenas me quedan fuerzas, pero voy muy tranquilo, tan solo suplico a cada serac que no se caigan ahora. ¡Ahora no por favor! No hasta llegar al depósito en el que me esperan Pablo y Aitor.

Creo que he deseado este momento desde que salí de campo base el día 10, pero ahora mismo, después de lo sufrido y padecido, he de decir que me siento un poco más vivo.

El equipo está muy tocado. Perdimos a Carlos, después a  Lakpa, ahora nos quedamos sin Chhepal y tan solo quedamos 5. Me siento con muchísima fuerza de probar suerte de nuevo. Ya veremos qué pasa los siguientes días“.

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