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Fernanda Maciel: “Me sentía como borracha, sin equilibrio, sin fuerzas para abrir los ojos. Caminaba en dirección a la cumbre con los ojos semiabiertos aguantándome sobre los bastones”

(© The North Face)

El pasado 21 de febrero, la ultra runner del equipo de The North Face, Fernanda Maciel, se apuntaba un logro sin precedentes: el ascenso y descenso del Aconcagua (6.962 metros) en 22 horas y 52 minutos. Una marca que la posiciona como la primera mujer en correr esta montaña en menos de un día.

Este era el tercer intento de Fernanda corriendo el Aconcagua. Un nuevo intento que en esta ocasión comenzó desde la entrada al Parque Provincial del Aconcagua a las 23:10 del 20 de febrero de 2016 y la llevó a completar los 80 kilómetros de travesía, con más de 3.500 metros de elevación, el día siguiente. Las condiciones que se registraron en el Aconcagua fueron todo un desafió de nieve, hielo y viento que soplaba a más de 70km/hora. Además, Fernanda lo hizo sin oxigeno suplementario, lo que hace que correr en esta altitud sea aún más complicado.

- ¿Por qué has elegido el Aconcagua para esta actividad?

Soy brasileña y desde joven siempre he oído a mis amigos montañistas hablar sobre el Aconcagua. En Brasil no hay montañas altas, así que el Aconcagua es una montaña a la que se le respetaba mucho. Además recuerdo que muchos de ellos me relataban sus intentos y cómo algunos no lograran alcanzar la cumbre del Aconcagua… Éste ha sido también un detalle muy importante que ha hecho que me pique la curiosidad. Y, aunque no tenía experiencia en montañas tan altas, siempre he pensado que era posible correr a esas alturas, primero porque soy corredora y segundo porque sabía que sería una gran experiencia enfrentarme a una montaña preciosa e importante. Así que se podría decir que mi particular sueño de hacer el Aconcagua viene de muchos años atrás.

 - ¿Alguna vez pensaste que llegarías a lograrlo en menos de 24 horas convirtiéndote así en la mujer que asciende y desciende el Aconcagua en menos tiempo?

En mi primer intento, el año pasado, sabía que tenía apenas un 10% de posibilidad de lograrlo porque estaba muy enferma y resfriada. Y este año pensé que sería imposible porque las condiciones climáticas que se estaban dando eran muy duras, vientos de más de 80km/h, avalanchas y nieve por encima de las rodillas. Pero al final, con paciencia, esperando la llegada de una buena ventana, aguanté hasta que llegó un día bueno y con la máxima confianza en mi misma logré hacer realidad mi sueño: subir, bajar y desfrutar del Aconcagua.

- Éste era tu tercer intento, ¿desde cuándo lo llevabas planeando? ¿Y entrenando?

La verdad es que no me gusta fracasar. Después de lograr el récord campo base-cumbre-campo base regresé a Brasil para trabajar y recuperarme porque el pronóstico que daban en el Aconcagua era muy malo para los primeros días de febrero. Lo cierto es que fue muy difícil estar allí en Brasil con toda la familia y mis mejores amigos repitiéndome una y otra vez que nunca más volvería al Aconcagua… pero yo me negaba a abandonar mi sueño y mi proyecto. Así que seguí mirando constantemente el pronóstico, y cuando vi que el sábado y domingo (20 y 21 de febrero) iban a salir buenos días, me dirigí inmediatamente hacía Argentina para intentarlo y, finalmente lograrlo.

En cuanto al entrenamiento, para este 2016 he podido entrenar y aclimatar 14 días en total dentro del Parque Aconcagua: 7 días antes del primero intento (22 de enero), 4 días antes del récord desde el campo base (2 de febrero) y 3 días antes del récord desde Horcones/Porta del Parque (21 de febrero).

¿Hiciste algún entrenamiento específico para esta actividad fuera de tu rutina?

Hice entrenamientos como porteadora (cargando 10 kilos en mi espalda) subiendo y bajando hasta los 6.000 metros altura. También pasé algunas noches en una cámara hipóxica en Brasil, para ir adaptándome a la altitud, mientras trabajaba en mi oficina durante el día. Hice trabajos de propiocepción para aguantar mi cuerpo sobre un pie en lugares muy expuestos, y trabajo mental para entender y asimilar que en alta montaña muchas veces no se puede ir tan rápido como se quiere.

 - ¿Qué apoyo recibiste durante la actividad? ¿Cómo lo planificaste?

No he tenido mucho apoyo. Los tramos los hice sola y cargada. Empecé sola y acabé sola, así cargando todo lo mío, algo de comer y beber. En Playa Ancha (3.500 metros altura) encontré a un amigo argentino que también es corredor, Osky, que me siguió durante una hora y media, y luego me encontré otro amigo porteador, Cabeza, en Plaza de Mulas (campo base) que me acompañó hacía la cumbre. ¡Grandes chicos! Plaza de Mulas fue el único punto donde tenía comida sólida (único punto de avituallamiento).

- ¿Qué material has usado?

Zapatillas Women's Ultra MT Winter, ropa térmica, chaqueta de plumas, pantalón, calcetines, chaqueta de Gore y guantes de The North Face. Además, una mochila ligera Compressport, un frontal Nao, un reloj Ambit 3 Suunto, un satélite Spot y una radio para comunicarme en caso de que me pasase algo cuando iba sola.

– ¿Cuál fue el momento más duro que viviste durante la actividad?

Lo más duro fue sin duda entre Canadá (5.000 metros) y Cólera (6.000 metros). Me sentía como “borracha”, sin equilibrio, sin fuerzas para abrir los ojos. Hacía mucho frío y no tenía energía para seguir. Caminaba en dirección a la cumbre con los ojos semiabiertos aguantándome sobre los bastones. Llevaba un ritmo muy lento, tardé una hora más de lo previsto entre los campos bases 2, 3 y 4. Cabeza (mi amigo porteador) me repetía constantemente que tendríamos que bajar si seguía así. Yo no quería abandonar, así que me aguanté todas aquellas malas sensaciones con todas mis fuerzas, tanto mental como físicamente, durante unas 4 horas. Ya sabía de antemano que este sería un reto muy difícil. Este desafío era una aventura llena de problemas internos y externos, pero sabía que podría con ellos porque ya me veía en la cima.

– ¿En algún momento llegaste a pensar en abandonar?

No. He estado muchos días y noches hablando con el Aconcagua y con Dios. Siempre me he visto feliz en la cima.

 - ¿Piensas intentar algo similar en alguna otra gran montaña?

Si, seguro, porque me encantan las grandes montañas y sobre todo si son tan espectaculares como ésta. Aunque como soy brasileña, así que no nací corriendo o escalando grandes paredes, no tengo mucha experiencia ni formación como alpinista. Así que ahora mismo no quiero planear nada, quizás en el futuro… Ahora solo pienso en el presente, en disfrutar lo conseguido y en prepararme para mis próximas carreras del circuito Ultra Trail World Tour y Sky Running World Championship.

– ¿Es este un posible salto al mundo del alpinismo?

No lo veo muy factible porque no tengo experiencia en este mundo. Es verdad que me encanta saltar grietas, correr por glaciares, escalar (aunque soy muy mala) y mirar la infinidad de las montañas desde una cima alta, pero nunca me he planteado pasarme al alpinismo.

- ¿Prefieres hacer este tipo de actividades, luchando contra ti misma, o participar en competiciones internacionales contra otros?

Prefiero mis proyectos “White Flow” porque suponen un desafío deportivo y a la vez un proyecto social donde siempre hay un mensaje o una acción positiva que se refleja en la sociedad.

- ¿Qué te aporta a nivel personal este tipo de actividades? ¿Y a tu carrera?

Me aporta felicidad. A mi carrera quizás visibilidad, aunque esto es secundario porque mi objetivo principal es ser feliz y poder compartir mis sueños. Las actividades son muy bonitas y enriquecedoras en sí porque todo el camino recorrido para llegar allí se logra a partir de mucho esfuerzo y trabajo lleno de emoción y sentimiento. Un número, un récord, no vale nada por si solo, pero la historia vivida para alcanzar la meta vale mucho, al menos eso creo yo.

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