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El fin de los días

Iñaki Ochoa de Olza

La cosa no parece tener remedio. Al loro, que empiezo con la cuenta de (algunos de) quienes han subido al Everest el pasados mayo y principios de junio: el australiano más joven ( 20 añitos repletos de experiencia); la estadounidense más joven (otros tantos tacos, que además padece una enfermedad llamada desorden deficitario afectivo, que no sé qué coño es pero suena bastante chungo y de paso viene bien para el tema de los sponsors); un tío que clamaba por la paz mundial, aunque ni Dios parece haberle hecho mucho caso; dos indios que se han casado en la cima (en diez minutos porque hacía aire,.a ver qué querían..); un surafricano de color (la virgen, qué frío) que además es la segunda vez que sube; otro tipo que llevaba las cenizas de un colega que había cascado un mes antes en el mismo Everest (de un jamacuco). También han estado ahí un ex rumano ahora yanki que, aunque no se lo cree nadie, dice haber subido ya 7 veces (personaje conocido por mentir cual bellaco y abusar de su esposa, que mira tú por dónde, es de raza sherpa); el mítico y cordial sherpa Apa, que este sí que es verdad, ha subido ya 15 (¡) veces; mi amigo Willie Benegas, como guía porque el alpinismo de verdad no da de comer; un abuelo ruso que se llama Nikolai y es muy majete; otro amigo de León, (el Calleja), de lo que me alegro mucho; y así podríamos seguir hasta agotar mi espacio o antes aún, agotarme yo. Todos tienen una cosa en común; han usado sherpas, cuerdas fijas y oxígeno. De hecho hubieran usado helio si ello les garantizara la cima, ese lugar de leyenda, tan deseado que hombres y mujeres nos hemos encargado bien de violar su intimidad hasta la saciedad. Pero no pasa nada, nos hemos acostumbrado, y también es cierto que a día de hoy es el Everest el único lugar que atrae a estas muchedumbres, afortunadamente.

Pero en la lista nos falta Didier. Didier Delsalle es piloto, de helicópteros concretamente. En la foto de agencia se le ve orgulloso, sonrisa profident y champagne en mano, brindando por el último y extraordinario logro de la ciencia; un helicóptero ha volado a 9000 metros sobre la cima del Chomolungma, la montaña que ningún pájaro puede sobrevolar. De ello fueron testigos muchos alpinistas. Según Didier y los fabricantes del aparato, que se llama eurocopter y que vuela ciertamente más alto que la constitución de la Unión, además han realizado dos aterrizajes en la cumbre, los días 14 y 15 de mayo. (Si pretenden que nos lo creamos tendrán que demostrarlo, porque en el video que han enseñado se aprecia de sobra como NO aterrizan en la cima, ni hay testigos de ello, aunque a fin de cuentas da igual). En fin, uno podía suponer que un día así llegaría, pero personalmente esperaba no vivir para verlo. Ya se habla de alguna agencia nepalí que ha encargado el aparato en cuestión, que lo tiene todo menos lo de ser barato, para comenzar a efectuar rescates y también para llevar turistas a la cima.

Han pasado 25 años de la primera ascensión estatal al Everest, por Martín Zabaleta, pero parece que hubieran sido mil. Al pobre Everest lo del helicóptero es lo único que le faltaba. Es el fin, el fin de los días. Ahora bien, el día que venga Tom Cruise y suba, ese día me compro un bombo y un abono para ir a los toros en Sanfermines, y a ver al Osasuna el resto del año. Hasta ahí podríamos llegar.

Columna publicada en el número 17 de Campobase (Julio 2005).

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