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Rodellar (Aragón). Desplomes entre cañones

Redacción Campobase

Desde el mismo pueblo de Rodellar ya se pueden divisar algunos de los sectores de esta escuela. Sus barrancos de caliza son los más famosos del Prepirineo, pero no por sus vías de escalada. El río Mascún ha abierto un tajo en la roca que cautiva a los barranquistas. Pero lo cierto es que es una escuela de referencia, con cerca de 300 vías equipadas –muchas recientemente–, pero bastante exigentes, para los amantes de desplomes y la escalada de resistencia o continuidad. También encontraremos vías más cortas con menor dificultad. En cualquier caso es una de las mejores escuelas de España a la que acompaña un magnífico entorno natural. Eso sí, el sol del verano aconseja empezar el día escalando por arriba para bajar luego a las vías más cercanas al río.

La fama de sus barrancos no debe hacernos olvidar las enormes posibilidades del Prepirineo aragonés. Multitud de rutas para caminar, ir en bici o a caballo, cuevas y ríos de montaña hacen de esta zona un paraíso multiactividad. Un interesante recorrido a pie parte de Rodellar por el barranco del Fornocal. Ascendemos hasta las Gleras, en la parte superior del barranco y seguimos hasta la Losa Mora, un dolmen del Neolítico. La ida y vuelta nos llevará 4 horas pero también nos podremos acercar a curiosear pueblos abandonados como Nasarre u Otín.

Aire medieval

Si el cansancio físico nos agota podemos optar por otro tipo de ocio. La arquitectura rural de Guara conserva un aire medieval. Alquézar, Nocito o el propio Rodellar guardan monumentos y también una cocina estupenda: asados de ternasco y cordero, matanza y productos de caza, los quesos de Radiquero o los vinos del Somontano. No hay que olvidar que la principal actividad de la zona es el barranquismo. Podemos dejar un día para descender un cañón, como el de Mascún.

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