El día que Semán llegó a Barcelona

Bernadino Semán, tinerfeño que militó en el FC Barcelona antes de la Guerra Civil.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Los que le vieron jugar –y también vieron jugar a Ángel Arocha, José Padrón, Chicote, Joaquín Cárdenes, Pancho Arencibia, Gabriel Jorge, Hilario Marrero, Paco Campos, Alfonso Silva o Luis Molowny, todos ellos leyendas del fútbol español– aseguran que Bernardino Semán González (1910-1943) es el mejor futbolista que jamás dio Canarias. Interior zurdo que manejaba ambas piernas, Semán era un ‘diez’ en una época en la que se jugaba con cinco delanteros. Virtuoso del pase, también marcaba goles y dirigía a sus compañeros, a veces con sonoras broncas que delataban su capacidad de liderazgo. Y era un maestro del regate: patentó un quiebro que luego haría famoso a Pelé, al eludir a los defensores sin tocar el balón, engañándolos con el cuerpo. “En cuanto a nivel técnico, dominio de balón y calidad era el primero de la lista”, resumía Tinerfe en ‘Jornada Deportiva’ en su análisis de los mejores futbolistas canarios de todos los tiempos.

Formado en el Cataluña y el Salamanca, en mayo de 1929 fichó por el Tenerife. No llegó a debutar en partido oficial, pero deslumbró en un amistoso en el que le hizo dos goles al Europa (Barcelona), de Primera División. Y marcó dos tantos en un 7-2 al Marino de Las Palmas, compartiendo delantera con Ángel Arocha, entonces en el Barça. Media España se peleaba por él y, aunque las ofertas eran muchas, Semán prefirió la del equipo azulgrana, que pagaba 12.000 pesetas al Tenerife. Allí podía compartir equipo con su paisano Arocha, aunque la competencia era brutal: Sastre, Samitier, el recién fichado Goiburu, el propio Arocha... Y a Barcelona llegó el 7 de octubre de 1929 a bordo del vapor Infanta Beatriz. Se bajó del barco y, ese mismo día, firmó por el conjunto catalán e impresionó en su primer entrenamiento, aunque Arocha advirtió a compañeros y crítica que “no es un jugador impetuoso. Juega con mucho criterio y no prodiga los esfuerzos inútiles”.

Tal vez por ello no triunfó entre un público que entonces –mucho antes de que nacieran Cruyff o Guardiola– prefería la raza a la técnica. Un par de semanas después, en su debut con el Barça, hizo el cuarto tanto local en un amistoso ante el Castellón (4-1) en Les Corts, pero ni así conecta con la grada. Y aunque marcó siete goles en la decena de amistosos que jugó, uno de ellos antológico ante el Red Star de París, el público no aprobó su juego. ¿Solución? El Barça le da permiso para que cumpla el servicio militar en su isla y juegue con el Tenerife. En septiembre de 1931 regresó al Barça... pero el Tenerife quiso exigir el pago de un nuevo traspaso y la entidad azulgrana rompió la negociación. Tras la guerra civil, en el curso 39-40 estuvo unos meses en el Español y por fin pudo debutar en Primera División. Por el camino, durante una década inolvidable, llevó al Tenerife a todos los títulos insulares y regionales, convirtiéndose en el gran ídolo blanquiazul.

Ya tras la guerra y su aventura en el Español, Semán aún fue vital en los dos primeros campeonatos de Liga Interregional conquistados por el Tenerife. Cada vez más débil por una enfermedad respiratoria crónica, se apartó del fútbol para encontrar en el norte de la Isla el clima que mejorara su salud. No lo logró y falleció en febrero de 1943, con sólo 33 años. En su entierro, miles de personas acompañaron su féretro, cubierto con una bandera del Tenerife. Los que le vieron jugar aseguran que es el mejor futbolista que jamás dio Canarias.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.

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