LOS 32 FUTBOLISTAS CANARIOS DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

Foncho: el defensa exquisito (1961)

España presenta ante País de Gales en el Santiago Bernabéu un equipo que forma, de arriba abajo y de izquierda a derecha, con: Ramallets, Foncho, Santamaría, Zoco, Gensana, Calleja (de pie); Aguirre, Del Sol, Di Stéfano, Peiró y Gento.

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Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaAlfonso María Rodríguez Salas (1939-1994) nació en  La Laguna y militó en el San Juan, el Arenas y el Canarias antes de jugar tres cursos en el Tenerife. Tras hacerlo en el Eldense y el Real Murcia, fichó por el Barcelona, con el que jugó siete temporadas, alternándose en la titularidad con Benítez. Ganó una Copa del Generalísimo (1963), una Copa de Ferias (1966) y disputó una final de la Copa de Europa (1961) ante el Benfica, ganada por los portugueses. Se retiró en el Real Zaragoza y se dedicó a sus negocios en Barcelona. Miembro activo de los veteranos del club azulgrana, falleció en la Ciudad Condal a los 54 años, víctima de un cáncer de colon.

El defensa exquisito

El defensa exquisitoAlfonso María Rodríguez Salas era un futbolista exquisito. Lateral derecho de largo recorrido y gran técnica, se retiró antes de cumplir los 30 años, pero lo hizo tras jugar 13 temporadas como profesional. Militó durante siete años en el FC Barcelona, con el que ganó una Copa del Generalísimo y una Copa de Ferias… y perdió la final de la Copa de Europa de Berna, en 1961. Como azulgrana disputó casi 150 partidos oficiales y, en su trayectoria al más alto nivel en cinco clubes diferentes, completó más de doscientos. En este periodo jamás fue expulsado o amonestado. “Era un lateral muy completo, con buena zancada, correoso en la marca y que nunca se complicaba. Además, era una persona extraordinaria, maravillosa”, explica Juan Padrón, vicepresidente de la RFEF y compañero suyo en el CD Tenerife… y en el San Juan de La Laguna, donde Padrón, además de jugar, ejercía de secretario y diligenció la primera ficha federativa de Foncho.

En el repaso a la trayectoria profesional de Foncho no sólo destaca su exquisita corrección deportiva. También es curioso que jamás marcara un gol en las ocho temporadas en las que militó en Primera División. Curiosamente, sí lo hizo en su debut con la selección española, el 19 de abril de 1961 en Cardiff (País de Gales), en partido de clasificación para el Mundial de Chile 62. Hasta ese día, Fonchó sólo había jugado 11 partidos en Primera División, pero había llamado la atención del seleccionador, Pedro Escartín, por su espectacular rendimiento en un FC Barcelona en el que había desplazado al mítico Fernando Olivella, una institución culé. Aquella tarde, sobre el resbaladizo céped de Ninian Park, “Foncho puso una pica en Flandes”, como resaltó Mundo Deportivo, cuando España se encaminaba hacia su tercera decepción mundialista consecutiva.

Tras quedar fuera de las citas de Suiza 54 y Suecia 58, la selección española perdía desde el minuto siete en este partido clasificatorio para Chile 62, hasta que, según se lee en la crónica de Emilio Jimeno, “llegó el momento trascendental, la jugada clave (…) Nos referimos concretamente a ese tiro duro, seco, de impresionante y colosal dirección que fue capaz de conectar el barcelonista Foncho desde fuera del área enemiga, hacia donde le había llevado ese derroche de facultades físicas de que es capaz este joven valor [21 años], desconocido hace tan solo unos meses y que hoy ya es considerado por todos como el hombre idóneo para cubrir la zona derecha en la defensa, no sólo en las filas del equipo azulgrana, sino también en la selección nacional”. Además, agrega que estuvo “rápido, valiente y decidido en sus internadas por el ala derecha, transformándose en momentos dados en un atacante más”.

El tanto de Foncho equilibró un partido que terminó por desnivelar Alfredo Di Stéfano, autor del 1-2, resultado que fue definitivo y dio a España medio pasaporte hacia Chile. En los vestuarios, Foncho, “presa de la emoción”, se veía incapaz de articular palabra, al menos según las adornadas declaraciones recogidas por el rotativo catalán: “No puedo decir nada. No soy capaz de coordinar frase alguna. ¿Qué mayor ambición puede tener un futbolista que llegar a vestir la zamarra nacional? Y si cuando esto sucede se gana un partido de tal trascendencia que coloca prácticamente en la fase final y yo logro el primer tanto, que ha sido el que ha devuelto la tranquilidad a mis compañeros, ¿qué más puede ambicionarse? Se ha cumplido la mayor ilusión de mi vida futbolística”. Un mes después, España, con Foncho en el once y fiel a su tradición, se complicaba la vida en el Bernabéu, pero arañaba un empate (1-1) que eliminaba a Gales.

Eso sí, ese curso se cierra con una decepción mayúscula para Foncho y todo el barcelonismo, con la derrota (3-2) ante el Benfica en la final de la Copa de Europa. El equipo azulgrana es superior, pero Ramallets se marca un gol en propia puerta, los delanteros envían a la madera hasta cuatro disparos… y los portugueses se llevan el título. Y el lateral tinerfeño, que ese día formó la zaga con Gensana y Gracia, desaparece también de la selección, a la que diez días más tarde, con motivo de un amistoso ante Argentina, regresa Feliciano Rivilla, un perro de presa que durante una década fue un seguro de vida para el Atlético de Madrid. Acababa así un curso intenso para Foncho, que se inició el 1 de agosto de 1960 con el anuncio oficial de su fichaje por el Barcelona, cita en la que desvelaba la intención de traerse a su madre a la Ciudad Condal para vivir con ella, se destacan sus estudios “de Leyes y de perito agrícola” y aseguraba “ni fumar, ni beber. Me cuido mucho”.

Nacido el 29 de abril de 1939 en La Laguna, se había formado en el San Juan, el Arenas y el Canarias, antes de incorporarse al juvenil Tenerife en el curso 55/56, aunque todas las temporadas disputaba un par de partidos con el primer equipo, entonces en Segunda División, donde Carlos Muñiz le da la oportunidad de debutar con sólo 16 años. Su poderoso físico (1,83 metros) le lleva a no desentonar con los profesiopnales. La campaña 58/59 la juega en el Eldense y el curso siguiente ficha por el Murcia, donde llama la atención de Enrique Orizaola, uno de los técnicos del FC Barcelona. “No sé cuál es mi demarcación, pues en Murcia jugaba últimamente de central, aunque también lo he hecho de extremo derecho, de centrodelantero, de interior retrasado, en los dos puestos de volante y en las tres posiciones de la defensa”, explicaba al llegar a la Ciudad Condal, donde la prensa le bautiza, por su aspecto, como “el Gensana canario”. Luego, en el Barça, no conoció otra posición que la de lateral derecho.

Con una ficha de 200.000 pesetas anuales, firma por tres temporadas, aunque en su primer curso tarda cuatro meses en debutar. La defensa titular que le ha dado dos títulos de liga seguidos al Barça (Olivella, Rodri, Gracia), se ha reforzado con la llegada de Jesús Garay, mítico central del Athletic, para componer así la zaga titular de la selección, rodeada además por el portero de España (Ramallets) y los dos mediocampistas más habituales en la roja (Segarra y Gensana, aunque otro barcelonista, Vergés, también era habitual en el combinado nacional). Jugar entre esa constelación de estrellas parecía imposible, pero tras la destitución de Brocic y la llegada de Orizaola al primer equipo, Foncho se convierte en fijo en el lateral derecho. El curso siguiente, superada la decepción de Berna, el jugador tinerfeño pierde el puesto tras una derrota (2-0) en el Bernabéu… hasta que un nuevo cambio de entrenador, con la llegada de Kubala, le devuelve al once.

Eso sí, le da tiempo de jugar –y de ganar (1-3)– en el Heliodoro ante el Tenerife que dirige Brocic y en el que juegan ex compañeros como Villar o Padrón. Y así permanecerá Foncho durante muchos años en el Barça, alternando titularidad y suplencia con el uruguayo Julio César Benítez, sin que pueda decirse que exista un triunfador en esta batalla. En una competición de 30 jornadas, el lateral lagunero disputa habitualmente la mitad de los encuentros, aunque en el curso 62/63 se convierte en indiscutible: disputa 28 partidos de Liga y nueve de Copa… pero se pierde la final en el neutral escenario del Camp Nou, saldada con victoria (3-1) ante el Zaragoza por culpa de “una fuerte contusión” en la pierna derecha. “Lo daría todo por jugar este decisivo partido, pero si no estoy en perfectas condiciones es mejor que me sustituya un compañero”, explica a la prensa en las vísperas del choque.

El Barça atraviesa en los sesenta años difíciles. La resaca de la derrota de Berna dura casi una década, acentuada por la división de la masa social entre los seguidores de Kubala y de Luis Suárez y la marcha de éste al Inter de Milán. Además, el Madrid ejerce una tiranía casi absoluta en la liga española, con ocho títulos en nueve años. Mientras, a Foncho le persiguen las lesiones, que llegan casi siempre en el peor momento. Y así se alcanza el curso 65/66, en el que el lateral tinerfeño apenas juega cinco partidos de liga (por 25 de Benítez). Sin embargo, la reiteración de enfrentamientos ante el Zaragoza obliga al técnico azulgrana, Roque Olsen, a efectuar rotaciones e introducir sorpresas tácticas.

Así, tras ser eliminados de la Copa del Generalísimo por los maños, la final de la Copa de Ferias debe aplazarse hasta el mes de septiembre de 1966, pues España debe disputar el Mundial de Inglaterra. Y tras perder también en el partido de ida de esa final de la Copa de Ferias disputado en el Camp Nou (0-1) ante los cinco magníficos, Roque Olsen diseña una sorpresa para el partido de vuelta en La Romareda e introduce a Foncho (que formaría trío defensivo con Gallego y Eladio), Mas y Luis Pujol, que no habían jugado en la ida. El extremo Pujol, con tres goles, es fundamental en la victoria azulgrana. “Lo importante no es mi actuación personal, sino el triunfo del equipo y la alegría que por fin le hemos dado a nuestros aficionados”, apuntó el siempre correcto Foncho.

Sin embargo, esa temporada 66/67 desaparece del equipo tras una derrota en Valencia y sólo vuelve para jugar en Copa del Generalísimo ante el Atlético de Madrid y un amistoso en Roma. Y en verano se marcha a un Zaragoza donde coincide con su paisano Yeyo Santos, aunque los magníficos van perdiendo protagonismo. Y acabado el curso, con 29 años, decide retirarse y se establece en Barcelona, donde no continuará ligado al fútbol como entrenador, pero sí como miembro activo “y muy querido” de la Agrupació d’Antics Jugadors del FC Barcelona (equipo con el que disputó 199 partidos, 146 de ellos oficiales). El 20 de marzo de 1994, a los 54 años y víctima de un cáncer de colon, Foncho fallece en la Ciudad Condal. Sus restos mortales reposan en La Laguna por expreso deseo del futbolista, que tras su retirada siempre se mostró, a juicio de sus excompañeros, “como el perfecto embajador tinerfeño en Catalunya”.

 

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