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95 años del homenaje a Molowny

Raúl Molowny, célebre jugador del CD Tenerife de comienzos del siglo pasado.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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El viejo campo de la calle Miraflores se quedó pequeño el 5 de abril de 1925 para despedir a uno de los mejores futbolistas de la época, Raúl Molowny. En un escenario que tenía el terreno de juego rodeado de sogas para poder separar al público de los jugadores, con capacidad para “unos 2.200 espectadores sentados y un mayor número de pie”, se rendía homenaje a una leyenda. Y además, a un caballero. Y es que don Raúl era uno de los componentes que presentó el equipo titular del Tenerife en el primer encuentro que jugó tras su refundación como Club Deportivo en 1922. Y también, el autor del primer gol de esta nueva sociedad 

Eso sí, amén de figura indiscutible, a este fino interior diestro le cabe el honor de ser el primer jugador que creó división de opiniones entre los aficionados por no ser amante de los esfuerzos inútiles y ser “un futbolista discutido, quizás más por los apasionados que por los inteligentes”, escribe Domingo Rodríguez. Dueño de una técnica desconocida, Molowny también fue el autor del primer gol blanquiazul en un amistoso internacional, en un choque en el que le hizo un 'hat trick' al Tromp, equipo formado por los marineros de un buque de guerra holandés que se llevó un severo correctivo (5-1) en su visita a la Isla.

Pretendido por el Real Vigo (el actual Celta) después de que destacara en los encuentros que el equipo gallego disputó ante el Tenerife durante su gira por la Isla en julio de 1923, ya dentro de las competiciones oficiales Molowny brilló en los éxitos que el Tenerife logró ante el Victoria de Las Palmas en la Copa Suprema o frente al Santa Catalina, también grancanario, en la disputa del Medallón Sixto Machado. En este último encuentro cerró el marcador (2-0) con un soberbio gol de cabeza, una de sus especialidades. Por eso los aficionados blanquiazules reventaron el ya vetusto recinto de la calle Miraflores aquel domingo de abril.

En la despedida del primer ídolo blanquiazul, el programado Tenerife-Salamanca tenía morbo: era una revancha de la goleada (4-0) que los locales le habían infligido mes y medio antes a los 'camisas negras'. Distinguido como “un caballero de las canchas”, esa tarde sólo jugó veinte minutos. Pero antes de abandonar el campo solicitó al árbitro que tuviera a bien readmitir a un jugador del Salamanca expulsado minutos antes. Fue, en palabras de Minik, “el adiós a quien marcó infinitos tantos dando la victoria a sus colores, a quien con la cabeza hizo el juego más maravilloso que hemos contemplado, a quien con su certero pase hacía vibrar en una explosión de vida a sus compañeros”.

Luego, Raúl Molowny se acercó a la banda y le dio el relevo a un niño de 15 años que se llamaba Ángel Arocha, que esa tarde marcaría los dos únicos goles del choque y que con los años haría historia en el Tenerife, el Barcelona y en la selección española. No pudo tener don Raúl mejor sucesor 'futbolístico'. Mes y medio después de su despedida como jugador, nació su hijo Luis, que con el tiempo sería un futbolista colosal y mejor persona. Y un digno sucesor 'familiar' de don Raúl Molowny.

(*) Capítulo del libro ‘El CD Tenerife en 366 historias. Relatos de un siglo’, del que son autores los periodistas Juan Galarza y Luis Padilla, publicado por AyB Editorial.

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