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Productores y partidos políticos culpan al Cabildo de Tenerife de la pérdida del 70% en la cosecha de trigo

Siega de trigo en la parte alta de Los Realejos, en Icod el Alto (Tenerife)

D. M.

Santa Cruz de Tenerife —

El campo canario no las tiene todas consigo y, por lo que se ve, menos aún los cultivos de cereales, una actividad agrícola que ha iniciado un incipiente proceso de recuperación en las medianías altas de Tenerife y que este verano se ha visto afectada, quizá de forma incomprensible, por lo que puede considerarse un daño colateral: la prohibición del uso de maquinaria agraria en el campo tinerfeño para prevenir los incendios forestales durante días con mucho calor (22 jornadas entre julio y agosto de este año).

Esa decisión, dictada por el Cabildo de Tenerife (área de Medio Ambiente) y que parece razonable durante días con ola de calor y sequedad extrema, es la que ha dado al traste con gran parte de la cosecha que se debía recolectar este agosto del cereal trigo en las medianías del norte de Tenerife, sobre todo en los altos de Los Realejos y localidades cercanas.

Pero ¿por qué?, ¿qué ha pasado? Muy sencillo: la segadora que se debía utilizar para la recolección de ese cereal, casi todo trigo de una variedad autóctona (barbilla), no se prestó por parte del Cabildo de Tenerife, su propietario, a los productores locales porque la mencionada prohibición de uso así lo aconsejaba. El resultado: una cosecha que, por no ser recolectada a su debido tiempo, se ha perdido en casi su 70%, en torno a 40.000 kilos de trigo (hubo una siega de 58.888 kilos en 2016, según Acete) que ya no se podrán panificar ni convertir en gofio. Tampoco se seleccionarán entre esos granos semillas autóctonas para la nueva campaña de cultivo.

Los cerealistas locales, aún pocos pero en la senda de salir adelante; una de las organizaciones que los agrupa en Canarias, Acete; partidos políticos y algunos mandatarios de municipios afectados, como ha sido el caso de Los Realejos (donde manda el PP), no han dejado escapar esta oportunidad de posible mala gestión pública y han puesto el grito en el cielo. Pedro Molina, presidente de la Asociación de Ganaderos de Tenerife (Agate), señaló en una información publicada este jueves por El Día, y no sin dejar a un lado la sorna, que “una segadora no es un lanzallamas”.

Los Realejos pasa al ataque y pide compensaciones públicas

En una nota de prensa remitida este jueves, el Ayuntamiento de Los Realejos (con mayoría absoluta del PP y Manuel Domínguez de alcalde) exigió al Cabildo de Tenerife “responsabilidades e indemnizaciones por las pérdidas de cereales en el núcleo realejero de Icod el Alto, principal productor de trigo de la isla”, con el permiso de La Laguna.

También condenó que “se hayan ignorado las advertencias de cosecheros y asociaciones agrícolas locales sobre el riesgo para la producción” de la decisión adoptada respecto a la segadora pública y la prohibición de segar el trigo con maquinaria agrícola. Las mismas fuentes han señalado que “se han menospreciado las ayudas planteadas por los ayuntamientos de aquellos municipios a ese tipo de cultivo”.

Tal y como reflejó el Ayuntamiento citado, existe una “profunda preocupación de los agricultores dedicados a estas labores ante el panorama presente y futuro del cereal, habida cuenta de que se estiman unas pérdidas por encima del 60% de la producción prevista. Esta situación se ha visto agravada en los últimos días al comprobar que también se ha puesto en riesgo la conservación y la calidad de las semillas [autóctonas] para la próxima temporada de cultivo”.

El comunicado también indica que el área insular de Medio Ambiente del Cabildo de Tenerife, que dirige el socialista José Antonio Valbuena, “no permitió la recolección en los días programados y habituales para la cosecha de ese cultivo tradicional con el argumento de los posibles riesgos de incendio por la ola de calor, pero sin atender las alternativas que planteaban para hacerlo viables en condiciones controladas”.

El Ayuntamiento de Los Realejos llegó a ofrecer “el acompañamiento y presencia permanente de un retén con un camión cuba de agua y efectivos de bomberos voluntarios del municipio en las zonas de cultivo durante las tareas que debían llevarse a cabo con maquinaria agrícola, propuesta que fue bien recibida en su momento y que luego pareció no convencer a los dirigentes insulares”, en alusión a Valbuena y su equipo de técnicos en el área insula de Medio Ambiente.

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