54 Aniversario de los sucesos de Sardina del Norte, lucha obrera canaria en la dictadura
El 15 de septiembre de este año se cumplieron 54 años de los llamados “sucesos de Sardina del Norte”. Luchas de los obreros canarios y su brutal represión el 15 de septiembre de 1968 contra la explotación capitalista y contra el yugo de la dictadura franquista.
El encuentro de 1968 era abierto, a la luz del día, nada clandestino o misterioso. Pretendía ser un acto organizativo de justicia, ya que la empresa SATRA había dejado sin pagar varios meses a obreros que vivían por aquellas zonas de Sardinas de Norte. Desde el punto de vista e intenciones de Comisiones Obreras y del Partido Comunista de España, se trataba de realizar un acto de justicia. Y de legalizar las luchas e intereses de un movimiento obrero independiente y separado de la obligatoria organización sindical franquista que sometía todo a los intereses patronales y perseguía las voces y actos reivindicativos de los trabajadores. Cabe recordar que en la Dictadura era obligatorio el sindicarse juntos a obreros y empresarios, de manera que lo resultante nunca era a favor de los trabajadores.
Estos sucesos forman parte fundacional de la existencia del Sindicato de Comisiones Obreras (CC.OO) y se recuerdan como tal.
Este año, Esther Ortega Romero, secretaria seneral de la Unión Insular de Gran Canaria de CC.OO, ha vuelto a convocar un acto conmemorativo en la misma Cala de Martorell donde tuvieron lugar aquellos dramáticos sucesos. El acto quería ser un homenaje y reconocimiento a los hombres y mujeres que entonces demostraron su valentía y su coraje, dando un ejemplo a las futuras generaciones sindicales y democráticas.
Pocos, pero hipostasiados contra la dictadura
Yo participé en aquellos sucesos activamente y luego, como cronista clandestinamente. Y en estos momentos, a tantos años de distancia, me viene a la cabeza la comparación con el misterio de la Santísima Trinidad que aprendimos obligatoriamente en nuestra infancia. Este misterio era y es central de la fe y la vida cristiana desde el primer Concilio de Nicea. No éramos dios-padre, ni dios-hijo, ni dios-espíritu-santo, pero teníamos que multiplicarnos en diversas actividades en lo humanamente posible, ya que no éramos divinos.
Hoy como ayer cualquiera que luche por un mundo mejor sabe por experiencia que pertenece a una minoría. En 1968, en plena dictadura clerical-fascista, también éramos pocos. Y el ser pocos nos obligaba a multiplicarnos. Entonces no éramos unos y trinos al mismo tiempo, como las tres personas que teológicamente se atribuían al Dios Cristiano, pero éramos “criada para todo” y teníamos que multiplicarnos, ya que no éramos tantos.
Teológicamente la sustancia divina es única y, sin embargo, en esta sustancia única coexisten tres “personas” distintas. Para definir a estas tres personas se utilizó el término griego “hipóstasis”, con el significado teológico de persona, acompañándolo al concepto de “ousía”, sustancia, para definir que en la Trinidad coexisten una ousía y tres hipóstasis, una sustancia y tres personas. Nosotros éramos militantes del Partido Comunista, de Comisiones Obreras y trabajadores. Como activistas a tres niveles distintos, siendo siempre uno mismo. Esa era nuestra hipóstasis en el paso constante de la legalidad a la clandestinidad..
Un 1968 combativo
La lucha obrera en Canarias había cobrado fuerza a finales de los 60 y principios de los 70, aún en plena dictadura franquista. Un hito importante fue la huelga portuaria de febrero de 1968 iniciada por unos pocos de CCOO, pero que encontró eco inmediato en la gran mayoría por las condiciones de extrema explotación. Su éxito dio nuevos ánimos y acrecentó la actividad revolucionaria antifascista y democrática.
Aquel 15 de septiembre de 1968, miembros del entonces clandestino Partido Comunista y las incipientes CCOO organizamos un asadero en la cala de Martorell, en el municipio de Gáldar. Hay que repetirlo: el objetivo era brindar apoyo a los trabajadores de la empresa SATRA y organizar las acciones que condujeran a la obtención de las justas reivindicaciones. Ese día se elaboró un escrito con la intención de llevarlo al día siguiente al gobernador civil. Sin embargo, lo que se organizó como un encuentro pacífico terminó con dos personas heridas de bala y unos decenas de detenidos, entre ellos dirigentes del ilegal y perseguido ferozmente PCE en Canarias como los hermanos Tony y Jose Luis Gallardo, condenados a 8 de prisión..
El detonante dramático que pudo ser trágico lo provocó el fanfarrón Comandante de la Guardia Civil Díaz Otero que intentó intentó violentamente sacar de las filas de los manifestantes a Jose Luis Gallardo y al impedírselo nosotros pacífica pero enérgicamente Díaz de Otero se asustó e histéricamente empezó a gritar: ¡Disparen, disparen! Afortunadamente los guardias civiles no dispararon evitando así una sangrienta carnicería, ya que las víctimas de los disparos éramos pacíficos sin armas, ni piedras ni palos, hombres, mujeres y niños. Furioso e histérico arrebató la pistola que otro guardia civil de paisano, vestido de negro, tenía en la mano. Y disparó al suelo en nuestra dirección. Providencialmente, Jesús Redondo Abuin había cogido en brazos a una niña de 7 años que estaba delante de él, pues la bala del rebote le atravesó el muslo a la altura donde había estado la cabeza de la niña. Se trataba de una hija del lií sindical de CCOO Juan Quesada. El otro herido por los disparos fue Lorenzo Felipe. Y entre ambos heridos estaba yo. Lorenzo a mi derecha y Jesús a mi izquierda con la niña aupada en sus brazos.
Más tarde, en medio de la confusión pude yo escapar nadando y luego trepando por los verticales acantilados situados a la derecha de la Playa, cosa que si no la hubiese hecho yo mismo y alguien me la cuenta no me la hubiese creído. Y aún en el día de hoy no acabo de asombrarme de cómo me fue posible sin entrar en la explicación teológica del ángel de la Guardia (no Civil, claro).
La memoria histórica en activo
Este 15 de septiembre un representante del Ayuntamiento dirigió a los presentes unas palabras de solidaridad. Y luego la Secretaria de CCOO, Esther Ortega Romero, nos dio la palabra a los que habíamos participado en aquel 1968. En primer lugar habló José del Toro, referente de CCOO, explicando que fue condenado al igual que muchos de sus compañeros a cárcel por “rebelión militar” e “insulto a las fuerzas armadas”, Pepe del Toro expuso amplia y detalladamente los sucesos. Luego tomó la palabra la hija de Juan Quesada que lógicamente, pasados ya 54 años, ya no era una niña. Después hablé yo y luego se cerró el acto con un almuerzo en una atmósfera cordial y de fraternal camaradería.
Para el historiador Sergio Millares, que escribió sobre los sucesos, se trata de un episodio que repercutió en la Transición a la Democracia.
Rafael González Morera, que también era miembro del PCE en aquellos tiempos, ha recordado en pasadas ocasiones que ese día le tocó cubrir como periodista para La Provincia un partido de la UD Las Palmas contra el Atlético de Madrid, que excepcionalmente se celebró en Tenerife por estar clausurado el Estadio Insular por una sanción. Estaba convocado al acto pero finalmente por su trabajo no pudo. No obstante, coincide en que ese día fue clave en la lucha contra la dictadura, una jornada que sin embargo pasó prácticamente desapercibida en la prensa de la época, debido a la censura y a las amenazas del Capitán General de Canarias que amenazaba con sanciones de jurisdicción militar.
Este acto conmemorativo ha sido un vivo y activo ejemplo de la recuperación de la Memoria histórica y un gran acierto de la Secretaría de CCOO y del apoyo del Ayuntamiento local. Así se recuerda cómo se conquistó la democracia en España y se pone a disposición de las nuevas generaciones un ejemplo vivo y vivido de la fuerza de las convicciones democráticas por la libertad en forma no abstracta ni libresca, sino en carne, hueso y sangre.
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