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En recuerdo de Adrián Medina por Rafael Marrero Castellano

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Adrián Medina llegó a Guaguas Municipales a mediados de los años ochenta, prestando servicios en el departamento económico financiero. Comenzó en la plaza de Santa Ana, cuando Guaguas era una gestión municipal transitoria, a las órdenes de Ricardo Ramírez, y más tarde ocuparía la plaza que dejara este.

Durante años hemos compartido el devenir de la empresa. Él desde la trinchera empresarial, y yo desde la trinchera social. Sin embargo, en todo momento hemos respetando los papeles que nos ha tocado representar en esta comedia de la vida. Después de áridas discusiones sobre los convenios colectivos, nos podríamos ver en Teror o en Los Castillos y tomarnos unas cervezas.

Sus amigos de la calle Curva lo recuerdan como un pollillo noblote, jugando a la pelota en Fincas Unidas, chiquillo que con el paso de tiempo y grandes esfuerzos sacaría su carrera. Su padre, un trabajador nato que le echaba muchas horas al taxi ?el Peugeot 404 más viejo que recuerdo circulando- para sacar adelante a su familia.

Medina fue de los primeros profesores que ocuparon el bunker de Empresariales en el Campus de Tafira. Muchas empresas de Canarias tienen profesionales que han adquirido sus conocimientos de la mano de Adrián Medina.

Hemos compartido más de treinta años de vida laboral. Hemos trabajado a las órdenes de una docena de gerentes. Todos han reconocido su valía y buen hacer.

La zozobra diaria. El cansancio y el nerviosismo, acentuados por la crisis que atraviesa la sociedad en general y nuestra empresa en particular. El no saber de dónde sacar el dinero para pagar los salarios. Las cambiatinas con los bancos, sacando de un lado para ingresar en otro y no dejar de pagar a los proveedores. Eso, año tras año, va minando el corazón más fuerte hasta extenuarlo.

Adrián Medina, sin dejar de ser jefe, fue un excelente compañero, y para mí, incluso, un amigo. Eso sólo lo consiguen aquellos que conjugan autoridad con nobleza. Hay personas que para ganarse el respeto se enfundan capas de altanería e indiferencia ?y hasta soberbia en algunos casos-. Otros no necesitan ganarse el respeto; ya lo tienen. El buen jefe es aquel cuya presencia no se nota. Cuando intento definir el talante de Adrián para con los suyos, recuerdo los consejos de un viejo entrenador de fútbol: se consigue más de un jugador dándole una palmada en la espalda que una patada en la canilla.

Guaguas Municipales y la universidad de Las Palmas de Gran Canaria han perdido un excelente profesional, pero quien más ha perdido es su familia, que se ha quedado sin un esposo y un padre ejemplar.

No sé si habrá un más allá, pero lo que sí sé es que en el más acá ha quedado una huella que muchos no olvidaremos.

Descansa en paz, Adrián Medina.

(*) Rafael Marrero Castellano, Feluco, es representante sindical de los trabajadores en la empresa Guaguas Municipales.

Rafael Marrero Castellano *

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