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De Aminatu Haidar a Orlando Zapata

Juan García Luján / Juan García Luján

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Me alegra muchísimo la repercusión internacional de la muerte de Orlando Zapata en una cárcel cubana. Por puro egoísmo, por la supervivencia de nuestra especie, la lucha por los derechos humanos debería implicarnos a todos, en todos los países y en todos los tiempos históricos. Ya sea el asesinato por “error” de 25 civiles en Afganistán, la lapidación en Arabia Saudí de una adúltera, el encarcelamiento de una mujer que fuma en Yemen, el encarcelamiento de un saharaui en El Aaiún, el tiroteo de un sindicalista en Colombia, la tortura de un afgano en Guantánamo o la muerte de una familia palestina en Gaza . Siempre, siempre, siempre, debemos defender el derecho a la vida y los derechos fundamentales. La condena de la tortura a un preso o de una muerte injusta no puede depender de que el Jefe del Estado se llame Raúl Castro, Fidel, Álvaro Uribe, Teodoro Obiang, Barack, Shimon Peres, Abdalá Ben Abdelaziz, Barack Obama o Mohamed VI.

Pero no ocurre así. Dirigentes políticos que en España se han manifestado contra los derechos fundamentales de los homosexuales salieron ayer a las calles de Madrid para defender los derechos humanos en Cuba. Partidos políticos que no condenan la dictadura feudal de Arabia Saudí organizan movilizaciones contra el gobierno de la Habana. Dirigentes de gobiernos autonómicos que rinden pleitesía al dictador corrupto Teodoro Obiang se apresuran a señalar con el dedo a Raúl Castro. Presidentes del gobierno que no condenan los métodos terroristas del Estado de Israel o que colaboran con el gobierno norteamericano en mantener secuestrados sin juicio a presos de Guantánamo dan discursos defendiendo la libertad de los presos políticos en Cuba.

En el otro lado político, con distinto discurso pero con las mismas contradicciones tenemos a muchos de los que organizaron manifestaciones diarias para solidarizarse con Aminatu Haidar que ahora están callados ante la muerte de Orlando Zapata. Muchos de los que culparon al ministro Moratinos de las consecuencias que iba a tener la huelga de hambre de Haidar, no quieren señalar al gobierno cubano como responsable de la muerte de un ciudadano que estaba bajo su custodia.

Desde Cuba leo los textos de algunos propagandistas del gobierno de La Habana. Quieren convertir a la víctima en verdugo, usando la misma estrategia que empleo el gobierno marroquí con Haidar. Pretenden que veamos a un albañil negro que entró en la cárcel por delitos comunes como un peón de la Cía y la Casa Blanca. Insultan al muerto sin pruebas, usando simplonas consignas políticas. Nos insisten en que Zapata tenía “un amplio historial delictivo, que en realidad se hizo activista político después de estar preso por delitos comunes.” ¿Y qué?¿Acaso hay que nacer activista político?¿Sólo los hermanos Castro pueden dar el carné de luchador a los cubanos? Que un preso pida un trato digno, y solicite comer sólo lo que le trae su madre o demande un cambio de uniforme carcelario, ¿eso significa que ese señor es un peligroso terrorista a sueldo de la Cia dispuesto a poner bombas en los hoteles de la Habana?

Resulta curioso observar como los argumentos que utilizan contra Orlando Zapata los propagandistas cubanos son los mismos que usaron los defensores de las tesis marroquíes en el caso Haidar: “estaba manipulado por su entorno, detrás de su lucha se esconde una conspiración política exterior (en Haidar era Argelia aquí es Washintong), necesitan un mártir para su causa porque es una causa débil?”Ahora resulta que cierta izquierda defensora hasta la muerte (nunca mejor dicho) del gobierno de los hermanos Castro le está copiando los argumentos a la derecha que se puso del lado de Marruecos durante la huelga de hambre de Aminatu Haidar.

¿A cuanta gente mató Orlando Zapata Tamayo para tener por delante 36 años de prisión?¿Es verdad que entró con una condena de 13 años y sus protestas en el interior de la prisión le multiplicaron por tres sus condenas?¿Se puede llamar Revolución a un sistema que provoca esa situación? El bloqueo de Estados Unidos a Cuba es un acto criminal. La parte de la isla caribeña donde de forma más alarmante se han violado los derechos humanos los últimos años se llama Guantánamo, y está gestionada por Estados Unidos. Vale. De acuerdo. Pero la muerte de Zapata no es un paso más en el camino de una sociedad nueva. La muerte de Zapata es el síntoma de que los proyectos colectivos más bellos pueden transformarse en un sistema oscuro si ese proyecto tiene que ser encabezado, controlado y dirigido por dos hermanos de la misma familia durante 50 años. Entre diez millones de cubanos supongo que habrá otros hombres, otras mujeres, que podrían liderar una sociedad rebelde frente a un capitalismo que se pretende imponer sobre todos los latinoamericanos.

El futuro de los cubanos debe seguir en manos de los cubanos. Los que aplastaron la democracia de El Salvador el año pasado o defienden al gobierno criminal de Álvaro Uribe en Colombia no pueden dar lecciones de democracia a nadie. Después de 18 años ejerciendo el periodismo en Canarias conozco por dentro los profundos obstáculos a la libertad de expresión que padecemos, no me lo tiene que explicar nadie, pero no me exiliaría a Cuba para ejercer el periodismo. Se equivocan los que pretenden convertir a Orlando Zapata Tamayo en un verdugo. Hace muchos años, en otras circunstancias, con otro significado, Nicolás Guillén escribió:

“Cuando con sangre escribeFIDEL este soldado que por la Patria muereNo digáis 'miserere'Esa sangre es el símbolo de la patria que vive”

.

Los tiempos han cambiado mucho. Aquellos soldados que escribían FIDEL con su sangre son hoy ancianos que vociferan sus patrióticos discursos sobre la sangre de un albañil negro que con 42 años enfermó y agonizó en una cárcel tutelada por hombres que se autoproclaman revolucionarios.

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