ICONOCLASTIA
Animalitos
Un concejal andaluz del PP comparó ayer a los migrantes que llegan a Canarias con animales y sugirió ponerles una marca cuando llegan a las islas para controlarlos mejor. Salvador Escudero llegó a decir que los migrantes que llegan al archipiélago contagian el tifus a los canarios sin ninguna prueba fehaciente.
De hecho, las acusaciones de este edil fueron inmediatamente desmentidas por las autoridades sanitarias y después de unas horas de polémica decidió pedir disculpas por sus declaraciones bestiales, o sea, propia de bestias, de animales.
El político popular también mostró su cabreo por que parte de esos migrantes fueran alojados en hoteles a falta de otros centros de acogida. Es de los que creen que los hoteles solo son para turistas con dinero. En sus manifestaciones hay una parte de racismo y xenofobia pero también de clasismo decimonónico. No sé si hay más ignorancia que maldad o más maldad que ignorancia aunque seguramente las dos cosas juntas.
El PP, la derecha tradicional española, se ha ido contagiando de otro tipo de tifus, el que pasea a mucha gala su socio Vox en la mayoría de las comunidades autónomas españolas. El virus del racismo, la xenofobia, el clasismo, el machismo, la mentira y el bulo generalizado.
El impresentable vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, grabó un vídeo junto a un hotel balneario de Valladolid que iba a acoger a un grupo de emigrantes. El patán añadió que en ese grupo había jóvenes en edad militar para tratar de infundir no solo el odio sino el miedo a unos jóvenes que vienen solo a buscarse la vida trabajando, aunque el hosco y ceñudo vaquero de Vox intentó hacer ver que eran una especie de guerrilleros o terroristas desnortados.
Ayuso también condenó en tono racista la llegada de migrantes a Madrid aunque ella los llama fardos para quitarles la humanidad y cosificarlos. El propio Núñez Feijóo hizo también unas afirmaciones deplorables al decir falsamente que el Gobierno traía a los migrantes de Canarias y los colocaba en paradas de guaguas de la península a su libre albedrío. Inmediatamente fue desmentido por sus invenciones y utilizar la migración como arma política. Absolutamente miserable.
Cada vez más la derecha y la ultraderecha españolas funcionan por ósmosis inversa, se retroalimentan, y luego Feijóo se extraña de que nadie quiera pactar con él, excepto los de Abascal, un diputado del vetusto regionalismo de Navarra y la diputada de ultramar de Coalición Canaria.
Clavijo se queja de la crisis migratoria en Canarias y de la insolidaridad de las comunidades autónomas para repartirse los migrantes pero su socio se hace el loco y calla antes de solicitar a sus correligionarios peninsulares que se retraten. No es de extrañar ya que tampoco ha dicho nada sobre las barrabasadas racistas de sus conmilitones en Madrid, Andalucía y Castilla y León.
Este lenguaje repugnante de comparar a las personas con animales se parece mucho al que utiliza el gobierno ultraderechista y ultranacionalista de Israel para justificar las matanzas de palestinos. Este es el problema que tiene la derecha tradicional cuando se junta con la ultraderecha. Ahora mismo acaba de ocurrir con el ultraderechista Milei y la conservadora Bullrich, los perdedores en Argentina en la primera vuelta que unirán sus votos para intentar derrotar al vencedor, el peronista Massa.
Recuerda a cuando los perdedores en las primarias del PP, Pablo Casado y Dolores de Cospedal, se aliaron para derrotar a la ganadora, Soraya Sáenz de Santamaría. Todos sabemos lo que pasó luego con Casado, que fue defenestrado de la Presidencia del partido por los suyos.
Lo más curioso de todo esto es que los que tratan de humillar a las personas, comparándolas con animales, son los únicos que necesitan un veterinario en vez de un médico para resolver sus problemas de salud física porque de la mental parecen irrecuperables.
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