Por añadidura, el encuentro de este año también reunía otros aniversarios. Por un lado, dos de las mayores editoriales de cómic de nuestro país –Norma Editorial y Planeta DeAgostini- celebraban sus 30 y 25 años, respectivamente, en el mercado. La revista El Juevestambién celebró sus treinta añitos siempre en el mercado, los miércoles. Por último la decana escuela Joso –auténtico trampolín para los artistas gráficos españoles- celebró sus bodas de plata en la mencionada edición del encuentro catalán. Sus lecciones magistrales, impartidas por los mejores autores del panorama mundial –si hablamos del noveno arte- se han convertido en una parada obligatoria para todos los seguidores del arte gráfico en nuestras fronteras. Con una pléyade de aniversarios tan señalados, eran muchas las expectativas depositadas en los cuatro días en los que se desarrolló el Salón del Cómic de Barcelona. El primer acierto de esta edición fue lograr la presentación del álbum homenaje al dibujante Albert Uderzo –creador junto con René Goscinny de los míticos Asterix y Obelix- con motivo de su ochenta cumpleaños. El álbum se presentó el primer día del Salón, jueves 19 de abril, seis días antes de su presentación en el potente mercado gráfico galo. Además, los responsables de la edición española –Salvat- lograron que Sylvie Uderzo, hija del autor, fuera la embajadora de una obra tan señalada como ésta. Autores como Juanjo Guarnido, David Lloyd, Milo Manara, Zep, Van Hamme & Vance o el sin par Forges son algunos de los responsables de este entrañable y muy recomendable álbum. Dentro del apartado de los autores invitados, cerca de dos centenares de artistas fueron convocados por la organización del evento y las distintas editoriales que asistieron al encuentro. Sería muy difícil nombrarlos a todos, pero estaría bien destacar nombres como Steve McNiven –dibujante de la Civil War de Marvel Comics-; el veterano Howard Chaykin; la pareja de creadores formada por Amanda Conner y Jimmy Palmiotti; el argentino Enrique Breccia; Enkil Bilal –creador de la trilogía Nikopol-; o el reportero y dibujante Joe Sacco. Dentro del panorama nacional, junto a nombres consagrados como Carlos Pacheco, Pascual Ferry, Jordi Bernet, Alfonso Font, Víctor de la Fuente, Carlos Giménez, Jordi García Sempere, o los argentinos afincados en España desde hace varias décadas, Horacio Altuna y Juan Giménez, se podía coincidir con la nueva generación compuesta por Víctor Santos, Kenny Ruiz, Fermín Solís, Carlos Jiménez, Juan Rubí, Ken Nimura, Raquel Alzate o Enrique V. Vegas, sólo por citar algunos.Con algunos de ellos se pudo disfrutar de cerca de una veintena de mesas redondas y conferencias, algunas de las cuales, de un altísimo nivel, tanto por sus componentes como por las opiniones allí vertidas.En el Salón también se celebró el centenario del nacimiento de Hergé –creador del reportero Tintín-. Para ello, la organización y la asociación catalana Tintincat, lograron que se desplazaran hasta Barcelona dos de los mayores expertos en la figura del dibujante belga y su personaje, Michael Farr y Numa Sadoul. Gracias a ellos, el espíritu la obra de Hergé brilló con luz propia durante las actividades centradas en su persona y su obra.Ficomic, responsable de la organización, tampoco olvidó el apartado expositivo, ofreciendo un total de once propuestas, las cuales recorrían facetas tan interesantes como La historieta catalana o Los tebeos valencianos, junto con la historia clásica de 300 de Frank Miller. Además había una exposición dedicada a la serie negra y a su mejor exponente de estos momentos, Blacksad. Las exposiciones Asterix y sus amigos; 30 años del jueves; y 25 años de la escuela Joso completaban la mencionada oferta expositiva.No pretendo decir que todo fuera maravilloso “una jauja moderna”, pero las aristas del evento están más que asumidas si se tienen en cuenta algunos factores. Por un lado, está claro el interés de la organización por el impacto mediático –primando a los grandes medios- los mismo que utilizan sus grandes tiradas y/ o audiencias para exigir y, de paso, comportarse como un elefante en una tienda de porcelana. Momentos gloriosos de dichos medios “haberlos los hubo” como las meigas gallegas, pero dudo que esta situación cambie mientras en dichos medios primen los aprendices de todo frente a los maestros de nada, tal y como reza el refrán.Todo esto acaba incidiendo de manera negativa en los medios más modestos, los cuales deben esperar su oportunidad para realizar su trabajo. De todas maneras, admito que el ambiente de esta edición fue mucho más relajado y profesional que durante el pasado año, algo que contribuyó a potenciar una mejor difusión del encuentro En cuento al fomento de la lectura, frente al mero apartado comercial, la balanza sigue estando desnivelada hacia la segunda opción sin que nadie quiera colocarle el cascabel al gato. Sé que no hay soluciones ni varitas mágicas, pero los grandes grupos editoriales deberían plantearse un verdadero cambio generacional –y no esconderse tras el auge del manga, como única solución-.Queda mucho por hacer, pero, tras 25 años, el encuentro de Barcelona -imitado por muchas otras localidades españolas- continúa siendo un punto obligatorio de encuentro para profesionales y seguidores del noveno arte en nuestras fronteras y lo que deseo es que pueda celebrar sus bodas de oro, dentro de otros 25 años –si el cuerpo aguanta y el mercado editorial sobrevive a los cambios que se avecinan-. Eduardo Serradilla Sanchis