Espacio de opinión de Canarias Ahora
Apadrinamientos
Solidariamente serios. Apadrinar una palabra en trance de extinción lo otro equivale a un compromiso- no es más que un juego. Y conste que me parece muy estimulante la lúdica iniciativa de la Escuela de Escritores y la Escola dEscriptura del Ateneo Barcelonés de invitar a políticos, artistas, literatos y gentes del común a apadrinar preciosos vocablos del castellano y del catalán-que estén a punto de desaparecer de nuestro lenguaje común o comunitario. Es un bonito desafío, una propuesta interesante y divertida. Pero, ojo, no crucial. Una especie viva que se extingue una flor, un bicho, una fiera- es una pérdida tremenda y definitiva, un número irrecuperable a restar en la nómina global de la fauna o la flora empobrecidas de este planeta. En lo que se refiere al idioma el asunto es distinto. El peligro no reside en las palabras que dejan de utilizarse, en los vocablos que mueren, porque el idioma se regenera constantemente. La lengua cotidiana va nutriéndose cotidianamente de neologismos, con la misma velocidad y vitalidad con que va enterrando, tal vez para siempre, arcaísmos que han llegado a serlo acaso en el transcurso de muy poco tiempo, cuando en el español antiguo, eran necesarios siglos para que el significado y la circulación de un término se transformasen en cenizas. El peligro reside más en las novedades, en los neologismos, en los barbarismos excesivos- que en la limpia natural que el tiempo realiza, sin nostalgia y con mucha efectividad, en el diccionario de la realidad que es el habla de cada día.El apadrinamiento de palabras es, vuelvo a reconocerlo, una idea novedosa, pero intrascendente, porque la vitalidad del vocabulario viene dada, precisamente, por su eficacia como instrumento de comunicación. Los principales líderes de la política española han respondido a la invitación y, en esas respuestas se puede descubrir un poco más de las personalidades y de los talantes de nuestros dirigentes. Zapatero apadrina un vocablo leonés, andacio, que nadie recuerda (me temo que ni siquiera en León) y que seguramente es perfectamente prescindible, lo que me confirma mis barruntos de que este hombre es bastante más complicado de lo que parece. Y Rajoy apadrina avatares, una elección que viene a demostrar lo lejos que sigue estando el presidente del PP de la realidad, incluso cuando se va hacia una realidad digamos lingüísticamente conservadora. Si don Mariano cree, ciertamente, que avatares se halla en peligro de extinción es que lee poco. Incluso la prensa, porque es palabro que todavía sale muchísimo en periódicos. Y en libros, sean novela o ensayo, no vean ustedes. Me encanta, particularmente, el término apadrinado por Juan Marsé, damajuana, término que se sigue escuchando en las Islas, donde guardamos una riquísima reserva de palabros extinguidos en otros territorios hispanohablantes. Se dice, aunque cada vez menos, al referirnos al la garrafilla de la cuarta o el medio litro de vino que desde siempre, sobre las mesas y barras de los guachinches, se sirvió en esos cristalinos, brillantes y barrigudos recipientes: las damajuanas. Como era de rigor y de costumbre. José H. Chela
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