Espacio de opinión de Canarias Ahora
Sobre la ATI inexistente
Uno, para que no lo acusen de manipular del todo, suele escribir ATIcc, hallazgo que expresa gráficamente lo que bien sabemos que hay. Pero, por lo visto debo explicarlo de nuevo. Espero que esta vez me salga mejor.
La inexistencia de ATI es sólo formal, pues sigue en el registro de partidos y su espíritu permanece, porque, como bien sabemos, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Por mucha retórica pancanaria que le metan, hablar de ATI y de ATIcc es lo apropiado.
El ático tiene un curioso modo de razonar político que arranca de su incapacidad para interpretar la imagen que devuelven los espejos. El ático se coloca delante de uno y ve, en efecto, a un feroz ultrainsularista; pero no se reconoce, no se percata de que es él mismo quien allí aparece y como lo educaron en el santo amor al Teide y el odio al canarión, da por descontado que tiene delante eso, a un perverso canarión al acecho. Y no me digan que exagero pues es el mecanismo mental que se advierte en los lectores áticos habituales atormentados de tanto toparse ultragrancanariones por las esquinas.
Contaba Borges que en tiempos que nadie recuerda los espejos tuvieron vida propia. Hasta el día en que quisieron salirse del marco y dominar el mundo. Entonces, los dioses castigaron su soberbia condenándolos a reproducir sólo lo que tuvieran delante. Los áticos están aún en aquel remoto pasado y no conocen la historia borgiana.
El ático, al igual que el godo, no es una procedencia sino un modo de proceder. O sea: no los define Tenerife sino la utilización del nombre de la isla para cosas muy feas; como el pelotazo, que no es arte deportiva sino compadreo y poca vergüenza. No digo, ojo, que todos los áticos sean así. Sería injusto meter a todos en el mismo saco, por lo que debo precisar que me refiero a la cúpula, que es la que copula.
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