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De balanzas y de balancines

José Francisco Fernández Belda / José Fco. Fernández Belda

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Según afirma pomposamente ese documento, es la primera vez que un Gobierno las publica en el mundo (planeta y no periódico, digo en broma) y lo hace el de Zapatero en cumplimiento de un compromiso parlamentario, por un afán de transparencia, en respuesta al debate público y por el rigor necesario en la información territorial y la calidad técnica. A continuación y antes de presentar los polémicos datos, el documento de marras se pone la venda sobre su utilidad y alcance antes de que le den la pedrada. Ni un segundo han tardado los de siempre en afirmar que Madrid les roba para darle su dinero a los gandules de solemnidad. O sea, que el Gobierno central actúa como Robin Hood, pero ¿habrán caído en la cuenta que el antagonista del redistribuidor de rentas y bienestar social era un felón usurpador llamado Juan Sin Tierra?

Aunque sea la primera vez que un Gobierno “se balancea”, la realidad es que estudios y análisis de esta naturaleza, confeccionados por servicios de estudios bancarios y universitarios, se han publicado no menos de 36 desde el año 1960, según reconoce el propio documento en su página cinco. En otras palabras, y parafraseando a Adolfo Suárez, publicando oficialmente lo que ya ha sido publicado por particulares. Se hace transparente lo que ya era transparente. Y en un ejercicio circense de funambulismo, se dice que es una respuesta a un debate público. A mi entender, este debate sólo existía entre nacionalistas radicales y el resto de los políticos, pero en el que los ciudadanos de a pié, ni entraban ni salían, sólo miraban el espectáculo del equilibrista paseándose por la cuerda floja y con el secreto deseo de que el balancín se le fuera de las manos y se diera el batacazo sobre una de las múltiples pistas de ese circo parlamentario o mediático.

Sorprende, aunque tampoco demasiado en este tipo de comparecencias, que se pueda hablar de rigor cuando el propio documento dedica unas cuantas páginas a las limitaciones del estudio, afirmando que hay dificultades metodológicas que no se pueden subsanar y que no refleja la equidad ni la eficiencia. Todo eso ya era de sobra conocido por los especialistas, que lo venían advirtiendo mucho antes de que Zapatero se comprometiera a publicar esas balanzas fiscales sin tener en cuenta las comerciales, dejando abierta la puerta a una demagogia populista desaforada. El que las regiones más ricas y beneficiadas por muchos años de proteccionismo y privilegios recauden más, era un resultado bastante previsible, y también es lógico que deban ser las más “solidarias”, si es que este concepto tuviera sentido en un estado moderno y progresista. Lo contrario sería aceptar que las más pobres y desfavorecidas financien a las más ricas, como ya pasó en una etapa de la historia de España para la que, tal vez, se debería promover otra ley de “memoria histórica”. Esto es, obligar a algunos a “recordar” por imperativo legal y a “deslocalizar” ciertas fuentes de riqueza y prosperidad.

Dándole un vistazo a las tablas y cuadros presentados, me surge una primera reflexión. En todos los supuestos y las variadas metodologías empleadas para la confección de estas balanzas y balancines, las Islas Baleares recaudan y aportan más que reciben mientras que Canarias recibe más que aporta. Ese es el dato fiscal en bruto y cierto. A falta de que se computen también las balanzas comerciales, sin las cuales se está ante un corredor con una sola pierna, cabe preguntarse ¿por qué los dos archipiélagos, habiéndose desarrollado en el mismo sector de actividad y en el mismo tiempo histórico, Canarias está abajo y es deficitaria mientras que Baleares está arriba y es excedentaria?

Explicaciones hay muchas, unas más acertadas que otras, sin duda. Excusas y justificaciones, sobre todo por parte de los políticos canarios, a paladas debidamente subvencionadas. Pero como botón de muestra para analizar el fenómeno cabe destacar la diferente concepción que unos y otros hemos tenido de muestro principal negocio: el turismo y complementariamente la construcción. Los baleares priorizaron el turismo, se hicieron empresarios de hostelería y servicios y se dieron cuenta de inmediato que su negocio empezaba cuando el constructor les entregaba las llaves de su hotel y continuaba en el tiempo mientras ellos supieran gestionarlo con inteligencia. Por eso los hoteles, si no los más importantes posiblemente los más rentables de Canarias, están en manos de empresas baleares, que liquidan sus impuestos allá y no aquí, desequilibrando de este modo la tan zarandeada balanza fiscal.

En Canarias realmente no había, ni posiblemente haya aún, grandes empresarios hoteleros y de servicios. Casi sólo vemos grandes constructores, fuertemente subvencionados, que edificaron enormes mamotretos, ese era realmente su negocio, y que por imposibilidad de venderlos a terceros se han visto obligados a explotarlos ellos mismos. Quizás no acaban de entender que la “calidad” que predican no es que haya mármol en el piso sino ofrecer y prestar el servicio que el cliente espera recibir. Como muy bien dice un buen amigo chicharrero y médico, “no hay hoteles cinco estrellas, hay clientes y servicios cinco estrellas”. Suscribo sus sabias palabras, doctor, sobre todo si se pretende en serio cambiar de bando en las balanzas.

José Fco. Fernández Belda

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