Va siendo hora de que los mandarines isleños dejen de quejarse y asuman su propia incapacidad. El Gobierno central, lo manden tirios o troyanos, no es un ente benéfico que suelta los cuartos por las buenas sin verse apremiado y sin hacer sus cuentas. Pesan los intereses políticos y electorales de quien gobierna en cada momento, las tensiones territoriales, el mayor o menor influjo de los barones de cada partido, la habilidad de los dirigentes autonómicos y su prestigio personal para ser oídos y tomados en cuenta, etcétera. Quiero decir, en fin, que quienes ajustan el reparto de la tarta no son espíritus puros sino individuos sometidos a todo eso que les digo y más. No es que nos tengan manía sino que no se sienten constreñidos desde Canarias para abrir la bolsa al no existir una política seria y continuada que razone sus demandas con peso suficiente para que sean satisfechas. Ocurre con Zapatero como ocurriera con Aznar y con Felipe González y hora es de que los mandarines canarios se dejen de vainas, hagan su autocrítica y se pongan a trabajar en lugar de volvernos locos de la cabeza para demostrarnos lo poco que nos quiere Zapatero en función de su apuesta por Rajoy. Están muy en su derecho de apostar por el presidente del PP de cara a marzo, pero también tenemos los canarios el nuestro a que no nos vengan con conduermas ni nos choteen con sus lloros de impotencia. El mejor trato presupuestario, dado que los gobiernos nada regalan, depende de los políticos que elegimos para que hagan justo ese trabajo. Es cuestión de talla política; la que no ha demostrado la pueblerinada de Paulino sobre lo cerca que tenemos La Zarzuela y lo lejos que nos queda La Moncloa. Como burro viejo no aprende idiomas, nada le diré al dicho Paulino del papel institucional de cada cual. Y ni les cuento del portacoz de CC, José Miguel Barragán: la información de La Provincia sobre el piso “documentado” de Las Teresitas la considera muestra de la connivencia de fiscales, jueces, policías y periodistas que utilizan el aparato del Estado, rabiosos todos porque Miguel Zerolo se saca la Lotería dos veces al mes. Muy por encima de la media, eso sí. Así no se va a ninguna parte.