Espacio de opinión de Canarias Ahora
Cae la Dirección General del Libro, D.E.P.
La crisis económica, los ajustes de presupuesto, el control del gasto? han podido con esta Dirección General. Es normal, si la cosa va mal económicamente lo primero que se ve afectado es la cultura (superflua, banal, e incluso innecesaria). Ocurre generalmente así, pero no crean todo lo que se les dice, porque aquellos que trasmiten este discurso muestran una cierta incomprensión y por qué no, también cierto desprecio, al hecho literario y artístico. Es la visión del pragmático frente al soñador, del que cuenta monedas, frente al que cuenta sueños, del que manipula la realidad, frente al que pretende transformarla. No hace falta decirles que en esta batalla van venciendo los primeros. Estos que de esta manera piensan -que no razonan- son los mismos que después recortan del presupuesto educativo y que también lo harán del sanitario. Nos hablarán también de I+D, de desarrollo sostenible, de tejido empresarial, y emplearán otros tantos términos que son los que en definitiva (según ellos) posibilitan el avance y despegue de nuestras islas. Tampoco acaben de creérselo, pues aunque sea un tópico, no sólo de pan vive el hombre.
Eliminar la Dirección General del Libro ha sido dar un paso atrás no sólo en materia cultural como cabría simplificar, sino en ese desarrollo humanístico, tan denostado por algunos, y en la fortaleza de nuestras islas, en esa fortaleza espiritual que da el pensamiento en todas sus manifestaciones. Eliminar esa Dirección ha sido un acto simbólico, aparentemente sin mucha transcendencia, pero equivalente a tirar la estatua de Galdós al mar, a tapiar la casa Tomás Morales, a quemar los libros de Agustín Espinosa o Pedro García Cabrera. Pero hay que ser comprensivos. La globalización de los mercados y las relaciones comerciales internacionales obligan a un reajuste económico tan grande en diversos aspectos que hace justificable lo injustificable. Ante esto yo me pregunto ¿esta película va en serio? La Dirección General tenía un personal asignado que se mantiene distribuido por otras consejerías, y una directora general, cesada en el Libro y nombrada en Sanidad con sueldo similar aunque rango ligeramente inferior; las mismas perras pero distinto nombre, es decir, ahorro cero. Acaso, podrían decir algunos, que las cosas no se estaban haciendo como se habían proyectado o como se esperaba, pero en ese caso se cesa al político y se le sustituye por otro, no se elimina la dirección, porque por esta regla de tres habría ya muy pocas consejerías libres de ocupación. Señores, yo no encuentro justificación alguna, más bien parece un irreflexivo golpe en la mesa y da pena pensar que los que nos dirigen actúan de esa manera y además de cobrar por ello se enorgullecen de sus decisiones.
Guillermo Perdomo Hernández
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