Espacio de opinión de Canarias Ahora
Cambio climático y demagogia
Es más, estos mismo políticos han sido culpables, en la mayoría de los casos de que en Canarias, se hayan deteriorado irreversiblemente en determinadas zonas, o de que cada cual campee a su antojo en parajes protegidos o en zonas de dominio público. Un territorio tan reducido y frágil como el nuestro requiere más atención, desde el punto de vista ecológico, que lo que nuestra sociedad y dirigentes políticos se imaginan. Nunca han pensado en la sostenibilidad, aunque ahora hablen mucho de ella.Hoy, al socaire del cambio climático, se están empezando a hacer verdaderos negocios con el aparente propósito de inculcar en la sociedad una toma de conciencia del problema: documentales, películas, discos, libros, conferencias, exposiciones, camisetas alusivas, carteles, etc. Quizás, algunas de estas medidas hagan mella en las personas con mayor sensibilidad ecológica y medioambiental, pero no es a ellas, precisamente a quienes tiene que ir dirigida esa especie de campaña internacional, sino a las naciones y dirigentes mundiales que tienen el poder suficiente para que se tomen las medidas necesarias que hagan variar el rumbo, preservemos realmente la tierra y contemplemos el futuro con optimismo.Debe ir dirigida a aquellas grandes empresas propietarias de industrias que contaminan ríos, mares, lagos, paisajes y ciudades; a aquellos magnates y líderes que permiten que se expolien los océanos, que desaparezcan las selvas amazónicas, las de África o las de Asia. A los desaprensivos que contribuyen a la extinción de la fauna o de especies vegetales, a los que negocian con la captura y venta de animales exóticos; a los que producen incendios en los bosques con fines especulativos, a los que descuidan los controles fitosanitarios y propician la entrada de plagas y virus que afecta a la biodiversidad, a la agricultura y endemismos de cualquier parte.Si se siguen desoyendo esos mensajes, no culpemos a los elementos, a Dios o al destino de la destrucción de nuestro mundo, sino a la depredación y a la estulticia humana. Es cierto que los ciudadanos, debidamente orientados, pueden poner algo de su parte para evitar que contaminen o deterioren su entorno. Pero esa preocupación debe surgir, en primer lugar en el hogar, y desgraciadamente no todas las familias muestran interés por estos temas. Y en segundo lugar está la escuela, las instituciones y las administraciones públicas... De la misma forma que se propugna hoy una educación para la ciudadanía, que nos enseñe a convivir, a ser solidarios, a respetar a los demás y, en definitiva a ser demócratas, sin ningún tipo de adoctrinamiento (como algunos pretenden hacer creer), tendría que haber una asignatura obligatoria que enseñe a los alumnos la necesidad de conservar tanto el espacio que nos rodea como el globo que es el hábitat natural que poseemos los seres vivos y del que depende nuestro futuro.
José M. Balbuena Castellano
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