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Mas, pero menos

Wifredo Espina / Wifredo Espina

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En los ambientes catalanistas se esperaba mucho de la conferencia de Artur Mas, presidente de CiU. Mejor dicho, él mismo y su entorno habían creado interesadamente gran espectación. No ha sido para tanto.

Mas, de la escuela de Jordi Pujol, ha vuelto a jugar con la conocida y calculada ambiguedad. A Pujol le salía bien, porque no tenía una oposición seria. Podía, al mismo tiempo, proclarmarse a favor de la soberanía de Cataluña y colaborar estrecha y eficazmente con los gobiernos socialista de Felipe González -pese a que intentó llevarlo a la carcel- y con el popular de Aznar, que cuando lo necesitó “hablaba catalán en la intimidad” y cuando tuvo mayoria absoluta le dejó tirado.Artur Mas no es Jordi Pujol, tiene una oposición dura que por dos veces le ha dejado fuera de la Generalitat, pese a lograr más votos que nadie para CiU.

Por esto Artur Mas ha de sacar pecho, ha radicalizarse, o hacerlo ver. És lo que ha hecho con su tan pregonada conferencia. Ha radicalizado especialmente su lenguaje, introduciendo, por ejemplo, el “derecho a decidir” de Cataluña, pero lo ha matizado tanto que los de Carod dicen que no se ha movido de donde estaba, mientras los populares de Sidera se rasgan las vestiduras para ver si le pillan algunos votos del sector moderado. Ni ERC ni el PP aciertan en su valoración, demasiado partidista e interesada.

Mas se ha movido, pero poco. Ha utilizado palabras más radicales, pero con muchas matizaciones. No quitará votos del independentismo ni los perderá por el lado españolista. Ha tirado una piedra, verbal y conceptual, de cierto calibre en el estanque ya muy agitado de la política catalana, para tratar de conseguir convertirse en el centro de atención, pero no logrará muchos más que unos cuantos gruesos titules, de signo contrario, en los medios de comunicación de Madrid y de Cataluña. Y sus principales oponentes, ahora en el Tripartito, se encargarán de zumabarle por cada lado.

De la escuela política de Pujol, pero sin su história ni su categoría, Artur Más se sigue moviendo entre la utopía y el realismo. Su jaleada tan propuesta “refundadora” del catalanismo se ha quedado en un plan de “revisión” de Convergencia, ni siquiera de CiU, ya que su socio Duran Lleida ya ha marcado distancias.

No hay que minusvalorar el solemne gesto de Artur Mas, con algunas aportaciones de radicalidad (especialmente, su también matizada propuesta de rebelión ante una eventual sentencia del Constitucional recortando el Estatut), pero tampoco sobredimensionarlo. En este pastel del nuevo Rey Artur cada cual puede escoger el trozo de tarta que mejor la apetezca. No hay que perder votos! Ni posibilidades de pactar o entrar en un Gobierno de Madrid! La “pela és la pela”....

Mucha espectación,sÍ, pero Mas ha sido menos.

Wifredo Espina

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