El capital de la capital
Todos los políticos no son iguales. Tampoco todas las políticas lo son. Ahora se ha puesto de moda la política fiscal y algunos quieren hacer ver que los socialistas están copiando a los populares en la reducción o supresión de impuestos pero nada más lejos de la realidad.
Las comunidades populares de Madrid y Andalucía han suprimido el impuesto de patrimonio, o sea, el que afecta fundamentalmente a los ricos. A renglón seguido la Comunidad Valenciana también ha anunciado una reducción de impuestos y rápidamente las huestes de Núñez Feijóo se adelantaron a propagar que los socialistas los copian.
Es mentira. La supresión del impuesto a los ricos de las citadas comunidades populares no tiene nada que ver con la reforma fiscal valenciana, que trata de rebajar los impuestos a las clases medias y trabajadoras en detrimento de las más adineradas.
Ayuso y Moreno Bonilla salvan a unos pocos ricos de pagar el impuesto de patrimonio mientras que Ximo Puig alivia al 95% de la población en perjuicio de los millonarios. Es la diferencia que debe distinguir a la izquierda de la derecha. El que vea una igualdad en los dos casos es que es miope o tiene prejuicios infundados.
Madrid y Andalucía eximen a los ricos del pago de impuestos y carga fiscalmente a los que no lo son. Porque si una comunidad deja de cobrar los impuestos a los más pudientes está poniendo sobre las espaldas de las clases más menesterosas todo ese dinero no recaudado para poder compensar. Madrid es una comunidad rica y se puede permitir el lujo de cobrar pocos impuestos porque ser capital de España la coloca en un lugar de privilegio no solo político sino también económico y fiscal.
Madrid consigue una elevada renta de situación no solo geográfica sino también administrativa. La inmensa mayoría de los centros de poder está en Madrid y como todo el mundo sabe la capital de la centralidad atrae a lo económico, al negocio, a las empresas grandes. La capital atrae al capital.
En cambio, Andalucía es una comunidad pobre que de hecho cobra varios miles de millones de euros a través del Estado para compensar su situación más precaria, a pesar de que también es una tierra de muchos señoritos, caciques y terratenientes. Pero en general la inmensa mayoría del pueblo andaluz no cuenta con tantos recursos como su élite económica.
El problema ahora es que mientras Madrid y Andalucía hacen política electoralista y clientelar y quedan muy bien teóricamente con sus paisanos, el que paga el pato es el Estado, la Administración central a la que se dirigen Ayuso y Bonilla habitualmente para pedir más dinero, ayudas y subvenciones. Ellos no cobran impuestos pero el Estado lo hace por ellos, también a los españoles de otras comunidades.
El Gobierno de España ha sabido reaccionar de inmediato y prepara una reforma fiscal que beneficiará a las clases medias y trabajadoras y gravará fundamentalmente a las mayores fortunas. Todo empezó con Ayuso y Moreno Bonilla, pero no hay mal que por bien no venga.
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