Una coincidencia sólo aparente. Porque son los políticos quienes han puesto en entredicho a los jueces y porque los móviles de unos y otros para pedir la investigación de las filtraciones resultan ser distintos. Los jueces las condenan “para preservar las garantías procesales de los justiciables”; los políticos, para mantener en la inopia a la opinión pública. Si los jueces esgrimen los derechos de los justiciables, los políticos despliegan con el mismo objetivo recursos de perversa manipulación. Me explico. Hace poco, la Fiscalía dictaminó que en la conversación grabada de Adán Martín y el empresario Santana Cazorla no había indicio de delito. Me alegro porque a nadie bien nacido le gusta que trinquen en un renuncio al presidente de Canarias. CC se alegró aún más, pero, a mi entender, fue demasiado lejos al aprovechar que Adán saliera con bien para inducir y generalizar la idea de que, en realidad, no hay corrupción sino filtraciones políticamente interesadas.Soria ya no está sólo, pues. Durante meses ha insistido el macho en la tesis de la persecución del PP por López Aguilar para situar en un segundo plano las prácticas corruptas. Quería restarles gravedad y persuadirnos de que el problema no es la corrupción sino que se actúe contra ella y la den a conocer los medios informativos.La actitud del Gobierno y ATI ante semejante cruzada pepera ha sido siempre displicente. No les concernía y dejaron a Soria alanceando en solitario molinos que resultaron ser, esta vez sí, gigantes. Hasta que el juez Garzón señaló a Zerolo y se produjo la salpicadura moganera a Adán. El macho, pues, ya no está solo porque CC no sólo se le ha sumado en la parte que le toca sino que ha ido un poco más allá. No relativiza CC la corrupción, como Soria: simplemente, no existe. Sólo hay filtraciones malintencionadas, como se ha demostrado con Adán. Si los jueces condenan las filtraciones mirando por los justiciables, CC-PP busca una cuota de impunidad suficiente para evitar daños electorales. Debe acabarse con las filtraciones porque ojos que no ven, corazón que no siente y sin ignorancia la gente no puede ser feliz; en este Paraíso concreto, se entiende. El caso es que, por una u otra razón, se pretende establecer una ley del silencio. El no ver, el no oír y el callar a que invitan las figuritas de los tres monos que algunos tenemos sobre el escritorio. No negaré que a los periodistas se nos va a veces la mano, pero una cosa es una cosa y dos cosas ponerle el cascabel al gato. Ojito.