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Cataluña se aleja de España

Rafael González Morera / Rafael González Morera

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La habitación de la casa de Tremp nos sirvió durante los dos veranos en que cumplimos tres meses de campamento de “base” para convertirnos en “civiles” y pasear por el pueblo y los alrededores en los permisos cortos de fines de semana en donde no había tiempo para ir, entre otros puntos de la costa catalana que frecuentábamos, al Maresme, la Costa Brava o Tarragona. La señora Carlota, propietaria de la casa, nos contó muchas cosas de la guerra civil española, y poco a poco fuimos conociendo la realidad de Cataluña a través de una mujer culta, y que a sus casi sesenta años se defendía en la vida trabajando en una tienda de electrodomésticos, y alquilando cuando podía una habitación de su casa.

La señora Carlota nos relató toda la ofensiva franquista del Segre, y la muerte de su marido, su cuñado y su suegro, fusilados cuando ya la guerra había terminado, en febrero de 1940, después de haber pasado un largo calvario en un campo de concentración cerca de Balaguer. Pero volviendo a la ofensiva del Segre, en un frente de casi 300 kilómetros desde la desembocadura de este rio en Mequinensa hasta el Pirineo, fue compuesta por varias ofensivas y contraofensivas que se fueron sucediendo de abril a diciembre de 1938.

La resistencia del ejército republicano a lo largo de este enorme frente delimitado por los rios Segre y Noguera Pallaresa, sirvió para retrasar varios meses la entrada de las tropas franquistas en Barcelona, una vez rotos los frentes de Aragón y del Ebro.

En la batalla del Segre hubo más tropas implicadas que en la del Ebro -unos 180000 hombres por bando- y el campo de acción también fue más extenso a lo largo de las tierras leridanas.

Es probable que si todos los esfuerzos realizados en la batalla del Ebro se hubieran llevado a cabo en la defensa de este frente , ( frente desde el cual realmente las tropas franquistas amenazaban a Cataluña ), y se hubieran aprovechado mejor las ofensivas lanzadas en mayo y noviembre de 1938 para recuperar los puestos de Balaguer, Tremp y Seròs, las cosas habrían sido muy diferentes. Seguramente también se habría perdido la guerra, pero habría durado más, se habría evitado la carnicería del Ebro y las tropas franquistas no lo habrían tenido tan fácil para lanzar la ofensiva final contra Cataluña. No olvidemos que el avance definitivo hacia Barcelona se produjo a partir de diciembre de 1938 desde el frente del Segre.

De todas maneras gracias a la resistencia ofrecida durante las últimas semana de diciembre de 1938 y la primera de enero de 1939 pudieron salir por la frontera francesa alrededor de 100.000 militares republicanos y 200.000 civiles. Aquellas semanas hicieron posible que la retirada de las fuerzas republicanas fuera menos desordenada de lo que se ha dicho, algo que corrobora la teoría de que el frente del Segre no fue secundario. Tal y como dice el historiador Josep Tarragona: “Las contraofensivas republicanas para tomar o recuperar posiciones fueron de tanta entidad que estuvieron a punto de romper el frente varias veces y éste es un hecho que merece ser destacado ”.

Hay que mencionar también la importancia del control de la presas de Camarasa y Tremp puesta de relieve durante la batalla del Ebro, pero también en los combates de Vilanova de la Barca en agosto y del Baix Segre en noviembre. La posibilidad de regular el caudal del río Segre y de paso aumentar el del Ebro se convirtió en un arma poderosa, ya que las avenidas intencionadas servían para arrasar los puentes provisionales, pasarelas y barcas de los republicanos y dejar aisladas las tropas que se encontraban al otro lado del río.

En ese contexto hay que situar combates míticos como los que tuvieron lugar en las cabezas de puente de Seròs, Balaguer y Tremp, y episodios sangrientos como los que se libraron en el Baix Segre, en Vilanova de la Barca, en el Merengue, en Sant Corneli y en Baladrado. En estos nueve meses se fue cimentando la ofensiva decisiva para la entrada de las tropas franquistas en Cataluña.

Les escribo un poco de la zona del Segre, porque ahí empezamos a conocer lo que era un rio, a Cataluñá, y a los catalanes. Nos adentramos en la profunda Cataluña de los Pirineos leridanos (no se podía decir Lleida en esos años de la dictadura, y menos en el Ejército), y toda la zona del rio Noguera Pallaresa en donde tantas tardes nos bañamos, y recorríamos los pueblos limítrofes, Talarn, Salas de Pallars, Pobla de Segur, y hacia el sur también íbamos mucho a Balaguer, en donde los franquistas hicieron una auténtica carnicería represiva después de tomado este pueblo a finales de 1938, y en donde las heridas de la guerra treinta años después todavía asomaban por todas las esquinas, y nos contaban cosas espeluznantes.

Me detengo en este lugar del artículo, y me pregunto si los amables lectores canarios entenderán algo de lo que trato de transmitirles, y lo pongo en duda, porque para comprender a Cataluña no sólo hay que leer de la historia, del seny catalán, de la Diada, de la toma de Barcelona en 1714 por las tropas borbónicas españolas, sino haber vivido un poco entre catalanes, y tratar de acercarse a la idiosincrasia de este pueblo. Sigo convencido que en la Edad Media muchos pueblos de Europa fueron sojuzgados por otros, dividieron territorios en plan arbitrario, y entre ellos los casos de Cataluña y Euskadi me parecen dos de los más claros, y cuya solución político administrativa ha durado hasta nuestros días.

No voy a hacer más largo el artículo volviendo sobre el tema del Estatut de Catalunya (Estatuto de Cataluña, en castellano), pero creo que el pueblo catalán se ha cogido un enorme enfado, por no llamarlo de otra manera, a cuenta del fallo del Tribinal Constitucional, que creo que ha sido eso, un fallo. Los amigos catalanes de Bartcelona, Tarragona y del Maresme, que son las zonas en donde más he mantenido mis viejas amistades, están realmente cabreados.

Pese a todo, creo que una República Federal será la única posibilidad de que tanto Euskadi como Cataluña puedan permanecer en el futuro en una España plural en la diversidad, lejos del centralismo castellano que todavía practican tanto el PSOE como el Partido Popular. Hacer la mili en Milicias Universitarias me proporcionó la oportunidad de conocer Cataluña primero, y luego Euskadi, de ahí que tenga una visión bastante periférica de los problemas de estos dos naciones de la España plural. Pero el tiempo corre en contra de esta solución federal, porque para mi está claro que tanto catalanes como vascos están cada vez más hartos de Castilla, de Madrid. Con todo, vaya por delante mi deseo de una Federación Ibérica, coincidiendo con Saramago, en la que también Canarias tenga un lugar bajo el sol de Europa, Africa y América Latina.

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