Más Cataluña, menos España

Por lo demás, se confirmó el avance de conjunto del catalanismo, su escoramiento al centro-derecha y se produjo la novedad de que entraran en el Parlament los independentistas de Solidaritat, liderados por Joan Laporta: con sólo tres meses de vida obtuvo cuatro escaños. En términos generales, debe destacarse la riqueza representativa de la cámara catalana frente, por ejemplo, al penoso Parlamento Canario, por citar al que nos toca.

Los psocialistas y ERC sufrieron el castigo esperado, mientras ICV, el tercer miembro del tripartito fracasado, aunque retrocedió, salvó los muebles. En cuanto al PP, ya vieron a Alicia Sánchez-Camacho en la tele hablando como si fuera la ganadora cuando, en realidad, obtuvo sólo 66.401 votos más respecto a 2006, equivalentes a dos puntos; dentro de lo previsible. Sin duda fue un éxito obtener los mejores resultados del PP en unas autonómicas catalanas, pero no fue para tirar tantos voladores para alimentar la leyenda de Rajoy, a ver si cuaja de una maldita vez.

La situación es, creo, la que sigue. La mayoría absoluta está en los 68 escaños y entre soberanistas e independentistas suman 75. Las diferencias ideológicas y personales impedirán que esa suma tenga reflejo en el día a día del Parlament; pero basta para abandonar el enfoque de la política catalana en términos PSOE-PP. Cataluña tiene su propia dinámica y eso lo sabe Artur Mas, que es menos gallego, por así decir, que Jordi Pujol y se sabe por donde viene y adonde va.

No tendrá problemas para su investidura y seguro que hasta las elecciones generales de 2012 “pujoleará” al modo sin poner sobre la mesa el concierto económico, pieza fundamental de su programa. La gestión de la crisis le aconseja calma y tabaco.

Si el fiasco del Estatut dio alas a soberanistas e independentistas y redondeó la victoria de CiU, no conseguir el concierto (u otra fórmula satisfactoria) elevará el clamor de los catalanes que se dicen “cansados de España”, ya convencidos de que del lado español nadie hay para escucharlos. Hay quienes piensan que las urnas han dibujado un paisaje de “más Cataluña y menos España”. Es lo que se respira en la calle.

Mas no necesita en principio pactar hasta 2012 y las elecciones municipales del año que viene le aportarán nuevos elementos de juicio. En especial, los resultados en el Ayuntamiento de Barcelona donde los psocialistas no tienen un candidato que les asegure, otra vez, el gobierno de la capital catalana. Perder Barcelona sería, a mi entender, un desastre mayor que el del domingo pasado.

Ya se verá si pacta en 2012. Con quien lo hace y en qué condiciones. Entonces, imagino, pondrá en el asador el concierto económico. Y será cosa de ver la respuesta de quien esté en La Moncloa porque para la UE no es plato de gusto. Habrá que preguntarle a los mercados, la fuerza del lado oscuro. Según mis noticias, no entusiasma a Bruselas el concierto vasco, que es el de referencia para los catalanes. Aunque habrá que ver si para entonces está la UE para algo.