El circo montado

Comenzó también la semana con la noticia de que hay en Canarias nada menos que 16.000 liberados sindicales que cuestan al año ocho millones de euros. La “revelación”, no nos engañemos, forma parte de la campaña de descalificación sindical ante la huelga general del 29. Dado que el ciudadanaje no tiene manera de comprobar esos datos, se me ocurre que no sería mala idea aprovechar la propuesta de Alcaide y obligar a los liberados a ir en pijama con lo que se conseguiría, del bolichazo, poner de manifiesto su connatural haraganería y que todos tengamos una referencia para poder contarlos a razón equis de pijamas, tantos liberados. Así sabríamos si son muchos, pocos o los legalmente justos y podríamos ahorrarnos el majado de batata. Es curioso, o sea, significativo, que el debate sobre la huelga se haya centrado, en este asunto de los liberados y en la inoportunidad de su convocatoria pasando por alto las razones de los sindicatos para ponerse bravos; que haberlas, háylas.

La otra historia fina tiene que ver, cómo no, con el dicho Soria, que es una mina para los comentaristas isleños de la canallesca. Dolores de Cospedal acaba de ponerlo como ejemplo de lo que bien pudiera ocurrir con el presidente valenciano Francisco Camps. A Soria, como saben, le archivaron de aquella manera el asunto del salmón noruego y considera Cospedal que lo mismo ocurrirá con Camps. Lo dijo la buena señora antes de volver a arremeter, como es de ordenanza, contra policías, fiscales y jueces que tanto la incomodan; por orden del Gobierno, claro. Como parece evidente, no se refiere la jefa pepera a la juez que resultó tan comprensiva con el dechado de ejemplaridad que es Soria, por lo que, digo yo, sería conveniente que el PP elaborara las listas de magistrados afines y desafectos para que sepamos a qué atenernos. Porque no es justo que Cospedal los meta a todos y todas en el mismo saco.

Y aquí lo dejo porque ya estoy de la coronilla del circo que ha montado esta gente.