Espacio de opinión de Canarias Ahora
El club Bilderberg como metáfora
Cuentan que todo comenzó en 1954 en el hotel Bilderberg, en los Países Bajos. Banqueros y políticos que estaban preocupados por el rechazo a Estados Unidos en Europa. Se plantearon una acción política común entre la Europa capitalista y Estados Unidos en oposición a Rusia y los países comunistas. Vencidos y desarmados los ejércitos rojos ellos siguen reuniéndose. China se llama comunista, pero la realidad es que es una pieza fundamental en la producción barata y esclava para los mercados capitalistas. Por eso creo que la pregunta fundamental es ¿contra quiénes se reúnen hoy los señores y señoras de este club selecto?
Antes de acceder a Dowing Street Margaret Thachet acudió a una reunión del club. También lo hicieron Clincton y Obama antes de llegar a la Casa Blanca. Alrededor de este club hay dos posturas que se pueden encontrar estos días en Internet: las webs anticapitalistas, los portales de movimientos sociales y altermundialistas pintan a este club como unos conspiradores que dirigen el mundo, manejan gobiernos, organizan invasiones militares y golpes de estado, se sancochan la democracia en un microondas. Los grandes medios de comunicación los pintan como un club de gente con influencia que reflexiona sobre los grandes acontecimientos económicos. Según estos medios este fin de semana en Sitges toca reflexionar sobre el presente y el futuro del euro.
Zapatero acude hoy a Sitges a explicarle al selecto club cómo está la economía española. Quiere que esta gente confíe en la economía española. Por eso les hablará de sus medidas de ajuste y quizá les adelante el contenido de la reforma laboral. Las reuniones de Bilderberg y sus conclusiones son secretas. En el hotel de lujo sólo se quedan este fin de semana los miembros del club. La policía autonómica catalana (gobierno de izquierda y republicano) los protege. El personal del hotel ha sido advertido de que será despedido de forma fulminante si cuenta algo a la prensa. ¿Le aplicarán el precio del despido de la próxima reforma laboral?
Los grandes medios consideran que los que atribuyen al club Bilderberg un poder excesivo padecen la enfermedad de la conspiranoia. El problema es que los dueños de los grandes medios participan en este club. Hablo de los editores y de los bancos que controlan los principales medios de comunicación internacionales. La verdad es que desconozco el poder real de estos ricachones. Supongo que cualquier cosa que escriba sobre ellos puede ser utilizada en mi contra. Sólo puedo decir que esta gente me cae muy mal.
Asumo el riego de que me podrán acusar de comunista residual, antisistema, radical. Pero proclamo que, como cantaba Joan Manuel Serrat, entre estos tipos y yo hay algo personal. El año pasado se reunieron en Grecia, (la reina Sofía pertenece al club) y miren cómo está hoy Atenas. Este año están en España, como amenazando. Cuando cayeron los primeros bancos norteamericanos Sarkozy habló de la necesidad de reformular el capitalismo. Zapatero logró acudir a aquella reunión del G-20 cuando Bush todavía era presidente, y habló de la necesidad de controlar los mercados. El mismo presidente reconoce hoy que su política económica y su reforma laboral pretende calmar a los mercados. Hemos pasado de intentar controlar a los especuladores a rendirles pleitesía.
El club de Bilderberg representa una metáfora perfecta del actual sistema político y económico. Los grandes editores de los medios de comunicación internacionales asisten a una reunión de jefes de estado, dirigentes de la OTAN y banqueros, y aceptan que no se permita el acceso a los periodistas. Libertad para especular, libertad para blanquear dinero en paraísos fiscales, libertad para los mercados. Es el paraíso del capitalismo, adoremos al dios dinero y aceptemos que cualquier intento de cuestionar esta nueva religión será castigada con la pena mayor: nos acusarán de serpientes, de pretender la manzana prohibida o, ya puestos, de terroristas de Al Qaeda. Y ya sabemos el destino que corren, con el aplauso internacional, los que pretendan subirse a cualquier flotilla con mercancía solidaria.
Juan GarcÃa Luján
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