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La corrupción invertida
Contagiado por los miedos de su socio de Gobierno, José Manuel Soria, y por los casos de corrupción que sacuden a su propio partido en Tenerife (había que ver en ese pleno a Zerolo ejerciendo de histérico saltimbanqui contra los socialistas) Paulino Rivero dijo en la tribuna que había que escuchar al ex asesor del delegado del Gobierno, un desprestigiado Domingo Medina que, al ser descabalgado de cualquier cargo posible, declaró a un periódico tinerfeño (dónde si no) que la Policía había actuado en clave política con la corrupción.
A unos metros frente a Paulino Rivero, en los escaños de la grada curva, seguía el pleno con mucha atención Manuel Fernández, diputado regional del PP y ex consejero delegado de Anfi del Mar. Fernández, al igual que José Manuel Soria o Luis Soria, junto a la cúpula del PP de Mogán, aparece citado en el sumario de la operación Góndola. Este diputado sabe mucho de las operaciones que esa empresa de tiempo compartido ha hecho en aquel municipio, del mismo modo que conoce las estrechas relaciones que unieron a su antiguo jefe, Björn Lyng, con su jefe actual, José Manuel Soria, con aquel famoso viaje a Noruega de por medio, entre otras cuestiones.
Fernández sabe, por ejemplo, qué intereses representó el ex consejero de Industria Luis Soria en los asuntos eólicos, y cuáles defendió durante unos meses ante la urbanización Anfi Tauro, del mismo modo que conoce el dato concreto de cómo hubo que compensar al hermano de su jefe actual para que la bandera comercial que representaba se retirara sin plantear batalla y dejara el camino expedito al empresario favorito del alcalde, Francisco González.
Paulino Rivero, desde la tribuna del Parlamento, acusaba a los socialistas de utilizar al aparato del Estado para detener a adversarios políticos. 24 horas después empezaba a publicarse en los periódicos el contenido de las conversaciones telefónicas que mantenían algunos cargos públicos del PP canario y conocidos empresarios para enriquecerse en Mogán. Soria calla nuevamente mientras espera algún milagro y ordena a los suyos destripar con lupa ese sumario, a ver hasta dónde le llega la corrupción de su partido.
Manuel Fernández se levantó durante la última intervención de Juan Fernando López Aguilar y abandonó el salón de plenos del Parlamento haciendo ostentosos aspavientos y dando un portazo. No quería escuchar nada más. Falta que le escuchemos a él algún día contándolo todo.
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