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Cosas del asirocamiento
El comunicado del Círculo, el que asume las tesis sorianas de la utilización Gobierno central de policías, fiscales y jueces para perjudicar al PP y a Soria, su profeta, ha sido desde óptica tan particular y empolvada, un gallardo y temerario ejercicio de libertad de expresión, nada menos. Cosa que, la verdad, me deja alucinando en colores. Primera noticia, qué quieren, de que los “circulares” corran peligro, aunque no sea tan nuevo el intento de escamotear el sentido y el alcance de las críticas que han merecido.
La realidad pos siroco es que nadie discute el derecho del Círculo a expresarse, que para él hace. El problema es su referencia al archivo provisional de la causa seguida contra Santiago Santana Cazorla, tras su detención de aquella manera. No por el hecho en sí sino porque los empresarios circulares han asumido las tesis de Soria que considera esa detención ilegal y practicada por orden poco menos que directa del Gobierno central, que es un títere movido por López Aguilar. Lo que, ya ven, también podría admitirse como opinión de unos señores. Aunque ya no la omisión del auto de la Audiencia Provincial aclarando que, a tenor de la ley de Enjuiciamiento Criminal, la Policía no sólo actuó legalmente sino que estaba obligada a ello. El ocultamiento de este dato indica la intención manipuladora.
Las críticas al comunicado del Círculo iban dirigidas a la estrategia pepera de desprestigiar a las instituciones del Estado de Derecho; la que aquí practica Soria y a la que acaba de adherirse el Círculo. Poco les importa Santana Cazorla más allá de instrumentalizarlo para sus fines; cosa de la que ya se ha dado cuenta al pedir que, por favor, dejen de utilizarlo políticamente. Reivindican la libertad de expresión del Círculo pero se critica a quienes la critican en función de los intereses de la democracia que pone en peligro el machaqueo constante de sus instituciones para salvar el palmito.
Aunque lo gracioso es que vean por todas partes la mano psocialista. El PSC ha estado lustros sin enterarse de trapisondas realizadas ante sus narices, de las que hablaban los mentideros, y sólo cuando llegaron las primeras denuncias de los perjudicados, hasta les parecía mal que los periódicos se hicieran eco. Por no hablar de su colaboración con el gobierno de Adán Martín y la consiguiente tolerancia psocialista de la coyunda político-empresarial con las consecuencias que a la vista están. Los psocialistas no cumplieron con su obligación de controlar al Ejecutivo los actos del Ejecutivo y tardaron lo suyo en ponerse a remolque de las actuaciones judiciales; lamentando, en todo momento, que López Aguilar grite ahora lo que ellos callaron. Podrá antojarse estridente el estilo del líder psocialista, pero es el camino que le quedaba para compensar el contumaz silencio de los suyos.
Señalar a los psocialistas como muñidores y mandantes de la Justicia es el recurso de los implicados para justificar sus injustificables y presuntos (¡vaya por Dios!) comportamientos. Un recurso manido, poco creíble dado el acarajotamiento del PSC, pero no tenían Soria y su corte de imputados y amigos nada mejor de que agarrarse al desplomárseles el muro de la impunidad. Con la suerte de que a escala nacional pasa Rajoy por parecidos trances.
La impunidad se resquebraja aunque todavía no se haya enterado, por ejemplo, el Gobierno de Paulino que, lejos de tentarse las ropas ante la cantidad de sentencias recaídas y los procedimientos en marcha, sigue como si tal cosa: ahí está lo de Binter respecto a Islas Airways, la preferida del Gobierno a pesar de las mayores dimensiones de la primera; o lo de las ambulancias que saltó ayer mismo. Los concursos generan desconfianza aunque, la verdad, no sé la razón cuando es sabido que cuanto huela a Gran Canaria lleva las de perder. Y el Círculo de Empresarios callado, claro. Se aplaude su valentía ante la horda, no frente al Gobierno paulinés en el que figura el amigo Soria. Qué cosa, ¿no?
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