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Las cosas cuestan

Cristóbal D. Peñate

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Susana Díaz dijo el pasado fin de semana en su visita a las islas que los canarios saben lo que cuestan las cosas, lo cual es una frase tan obvia que en boca de una candidata a liderar el partido más antiguo de España suena tan sorprendente como simple. Aunque también es posible que estemos ante una frase magistral e inextricable que Díaz ha pronunciado con segundas y nosotros no nos hemos enterado.

La frasecita recuerda a aquella famosa de Lorenzo Olarte dedicada a Borrel cuando el nacionalista centrista presidía el Gobierno de Canarias: “El Gobierno central se va a enterar de lo que vale un peine”, advirtió referiéndose al descreste arancelario cuando el socialista catalán ya peinaba canas como secretario de Estado de Hacienda.

La de Olarte se entendía bien y además el hombre se la debía aplicar adecuadamente ya que siempre ha presumido de tener una fuerte cabellera rizada. Sin embargo, Borrel siempre ha tenido el pelo lacio y escaso.

El caso es que Susana Díaz, apoyada por todo el aparato del PSOE en su carrera para liderar el partido, no se atrevió a dar su mitin ante la militancia en un lugar amplio, como sí hizo unos días antes Pedro Sánchez, el último secretario general que quiere volver a serlo.

Sánchez se atrevió a convocar a sus huestes en el Cicca, al que acudieron 500 personas que llenaron el espacio, e incluso algunas tuvieron que quedarse fuera. Sin embargo, Díaz, con todo el apoyo institucional incluido, emplazó a sus seguidores a un reducido aforo de la mitad en el salón de un hotel.

No se entiende muy bien que, teniendo mejores y mayores armas, la baronesa no se quiera enfrentar a la tropa de la militancia si no es arropada de sus generales. Sánchez, en cambio, no tiene problema en ir a pecho descubierto. Él no enseña la pechera para presumir de medallas. Susana sí. Ella se encomienda a la Virgen de los Reyes mientras que Pedro pone la primera piedra para sobre ella edificar su iglesia laica.

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