Espacio de opinión de Canarias Ahora
Creo que se equivocan otra vez por José Francisco Henríquez Sánchez
Porque es sabido que tenemos un problema económico que se quiere resolver con medias territoriales y turísticas pero ajenos a la variable económica. Trataré de explicarlo desde una posición humilde pero convencida.
El primer desacuerdo que sostengo radica en la principal ecuación que formula de forma sencilla el borrador de la Ley : solo se puede crecer en nuevos productos a costa de eliminar otros localizados en áreas saturadas. El agente sustituido por obsoleto entregará ese suelo para el uso público y se localizará o deslocalizará en otro suelo que debe ser sectorizado y ordenado. Eso sí , al menos con tres plazas por una , que pueden ser más según el caso, pero sin hablar de metros cuadrados edificables. Se constituye un premio a la vieja plaza o cama, que podrá ver multiplicadas al menos por tres el número de plazas que explotaba.
Si quien se deslocaliza es dueño del producto obsoleto, tendrá que disponer de suelo ya preparado en otra localización y si quien se deslocaliza no dispone de ese suelo debe comprarlo y cederlo a la administración para el uso público. Salvo que tenga el agente suelo en áreas antiguas y nuevas, el inversor deberá comprar dos veces.
En el mundo en que vivimos en el cual las Leyes de la economía tienen por escenario al mercado casi siempre global esto es muy discutible. Actualmente ante tanta y tan imparable ausencia de intervenciones en los mercados para propiciar la competencia y asegurar un principio democrático de transparencia, esta Ley opta por destruir el mercado del suelo o modificarlo dotándolo de tantas rigideces que anulan su condición de mercado. Ni que decir tiene que rigidez es igual a carestía, luego resulta igual a parálisis y al final deriva en falta de transparencia porque no olvidemos que la libertad en el mercado no es imperativo solo del buen funcionamiento de la economía sino de la falta de desórdenes, que también podemos llamar corrupción en sus distintas acepciones.
La Ley inaugura un bien económico inexistente, la plaza, y hace del mismo una mercancía de intercambio, la plaza que se deslocaliza cuando ya es poco competitiva. Ese mercado derivado o secundario no está sometido a las reglas en vigor y por ello distorsiona y amenaza al mejor funcionamiento de la economía. Un mercado no es solo el escenario donde se cruzan la curva de oferta y de demanda sino un complejo de relaciones y sutilezas a veces patentes y otras latentes que antes de tocar hay que tentarse las ropas y contar hasta cien.
Hoy se pagan impuestos por metro cuadrado o metro cuadrado edificable, las sentencias que consolidan derechos de propiedad se valoran en ejecución de sentencia por metros cuadrados y en Canarias la acción económica se quiere indiciar en una componente nueva y esotérica: 2 la “ plaza”.
Es más, la Ley prevé indemnizar a los propietarios de suelo preparado para un futuro que tengan autorizaciones para construir en lugar de proponer la expropiación para los productos obsoletos y amortizados. Por si fuera poco, los derechos de esos nuevos derechos los prevé transmisibles. Es la vida al revés, se expropia al futuro en lugar del pasado.
Todo el mundo sabe que la intervención en un mercado hoy en día se hace sobre supuestos muy escogidos: trátese de regular el mercado de medicinas o de armas o de libros de textos , mercados tan sensibles, la actuación es cuidadosa y poco estresante para el mercado. Sea amplio o estrecho el mercado, es lo más democrático y lo más eficaz.
Imaginemos por analogía que tenemos un campo de petróleo y hay pozos antiguos, improductivos y muy contaminantes. Todo ello sobre un territorio concreto .Imaginen que para cerrar un pozo antiguo se exige la entrega ala administración de ese pozo y se permite extraer tres veces mas en otro pozo que ha de disponer el mismo agente. La primera consecuencia es que no habrá petróleo y si lo hubiera y existieran empresarios decididos, el barril se pondría a 1000 Euros .Parece lo normal dar un plazo para que cierren los pozos antiguos con incentivos de cierre o con expropiación y permitir que con las limitaciones correspondientes, el mercado del petróleo mundial ponga en marcha nuevos pozos en libre concurrencia para contener los precios.
Desenmascaremos el problema medioambiental porque la moratoria se aplica en suelos liquidados ambientalmente porque ya están desmontados y urbanizados pero eso sí, normalmente sin equipar. Desenmascaremos el asunto turístico de no construir más plazas porque es la arrogante convicción del gobernante de saber más que los inversores, más que los mercados. Desenmascaremos el problema territorial porque supongo que asumimos un orden territorial, o lo que es lo mismo, que cada cosa debe estar en su sitio y cada cosa con su tamaño. Y con esta Ley en los sitios saturados si alguien se deslocaliza, convierte su finca en lugar de uso público, no importa que al orden territorial le convenga otra cosa u otro uso. Veamos un corolario: cierre sus apartamentos con cien plazas en San Agustín , ceda el terreno a la administración para uso público y construirá 300 plazas en otro solar urbanizado que debe poseer. Nadie se pregunta si es preciso para el mejor orden territorial vaciar el solar antiguo o ubicar esas nuevas camas allí donde le vendan un solar y no en otro sitio. No puedo entender como no se dan cuenta que la economía que quieren desenchufar no es el problema sino la solución.
No parece que haya otra solución para regenerar lo obsoleto y controlar el crecimiento que un método clásico: la combinación de polígonos de expropiación y polígonos de ensanche y dejar que la oferta y la demanda se encuentren. Desaparecerán las plazas en polígonos obsoletos y aparecerán nuevas en polígonos de ensanche de acuerdo con el orden territorial propuesto por la administración competente. Y con un límite al intervencionismo: las medidas adoptables no deben rebasar el catálogo de ortodoxas, entiéndanse medidas económicas o fiscales o de fomento. Esta tulipanización de la cama es insoportable. Tiene sabor especulativo e ineficaz.
Otra cosa es el segundo problema que la Ley también afronta, el de la residencia permanente, la residencia de extranjeros que tienen casa para pasar largas temporadas en Canarias y otra vez entiendo debe dirimir el mercado pero con limitaciones o ajustes. Dado lo escaso del territorio, la presencia en Canarias de residentes extranjeros debe ser un estabilizador económico y recualificador del producto global .Dicho groseramente, debe estar al alcance solo de rentas altas. La residencia permanente en los lugares saturados es ineluctable: nada lo puede evitar ya .El problema es tremendo porque el turista necesita unos equipamientos y el residente otros. Esta vez la solución oficial es la metaironía : afirman que el problema no existe, que está prohibido el uso residencial en áreas turísticas, nada importa cuantos miles de residentes haya ya en Playa del Ingles o en Playa de las Américas que se han instalado allí para quedarse. Si la ironía es dulcificar un objeto , la metaironía disuelve el conflicto o el objeto.
Señores del gobierno: este borrador es rocambolesco, una simple ocurrencia. Piensen que la Ley que resuelve nuestros problemas económicos con el turismo puede ser así de simple y por favor que lo sea a guisa de juego:
Artículo1.-Solo se permitirán nuevos productos turísticos en el ámbito de planes parciales terminados en lo que hace a la urbanización y equipados.
Artículo 2.- Los municipios en seis meses, propondrán los productos que por convenir al interés general con toda libertad puedan implantarse en los planes parciales del artículo anterior.
Artículo 3.-Los municipios en un año estudiaran el orden territorial para proponer los polígonos a expropiar que contarán con los siguientes incentivos económicos y fiscales e incluso de gestión urbanística.
Artículo 4.-La residencia permanente se podrá ubicar en la zona turística si se ubica en solares de 1500 metros cuadrados que tendrán la carga de no poder ser parcelados. El Cabildo Insular en un año dilucidará el porcentaje de esta categoría en cada Plan Parcial
José Francisco HenrÃquez Sánchez
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