Espacio de opinión de Canarias Ahora
Los crispadores canarios 'multigüevidos'
No sabría a qué asirme, si a una tabla flotante de un barco hundido o a la cola de las ratas que huyen despavoridas, ante la anencefalia de los reinantes y aburguesados virreyes cuando afirman una chorrada tras otra al punto del hervor de la convicción delirante. Un palabrerío ventiloquial.
Este neologismo,- ventiloquial-, viene a significar desparramador de excrementos por boca de los políticos,- por aquello de poner a funcionar el ventilador que tanto gusta a quienes carecen de ideas-. Lógico desde todo punto de vista pues las ideas son producto de pensamientos y la última vez que algún miembro de este s-electo colectivo parió,- con inmenso dolor-, una idea fue por un escape del recto proceder mientras estornudaba. Al unísono fue replicado con un “Jesús” por lo que además de lo que afanosamente se embolsilla como político tiene indulgencia celestial.
¿Los canarios, trastornados, calurosamente molestos? ¡Que va! No me dirás que no es graciosita la surrealista convocatoria del Parlamento de Canarias para hablar de la crispación que gobierna nuestras cabezas. A buena hora y con sol. Nos quieren descrispar. Ja, que risa tía Felisa. ¿Que los canarios estamos calientes como machos? ¿Quién te lo dijo nené?, ¿Adela? Mándale recuerdos.
Nuestra sociedad no está crispada. Estamos descuajaringados de la risa con las aventuras de Rin-tin-tin en Arona, con el tel-ingliz del teñío, con la carita de los empresarios que no dan fiado ni de coñas, con los agentes banconómicos y el cerrado puño con que nos dan en la cabeza en cuanto te atrevas a pedir una perra (de las pesetas).
(Perdonen el aparte pero en esto somos tal que el borracho que imitando al perro que cubría (montaba) a una perra, soltó aquello de: “mira tú, éste es igual que yo, perra que trinca, perra que estralla”).
(Y sigo). ¿Creen de verdad que los canarios estamos crispados?. Absolutamente, no. Y tú, mi niño haz el favor de callarte que como digas que sí tenemos que pagarles las dietas por ir a la Plaza los Patos a estarse callados.
Este selecto grupo de profesionales del dolce far niente son esencialmente aforrados y por lo tanto, intocables, salvo por sus parejas, y amiguetes del “chacho, haz el favor, deja, deja, que yo te pago el coche que el cortado lo pagaste tú”. Son las cosas de estas platanarias islas donde para reír tienes a Paúl y sus teleñecos.
La nostalgia de algunos evoca al unigüevido. Exclaman algunos que no merita la pena cambiar un tiburón unigüevido por miles de pescadillas multigüevidas. Y es que lo que tenemos es para echarse a llorar.
¡Canario de mis platanarias islas, clava tus raíces de la socarronería, no te vayas, quédate, que estamos en el descanso de la película y verás que, como siempre, ganan los buenos!
¡No permitas que te envuelvan con sus cantos de sirena en papel de platina! Aquí no hay nadie fijo, nadie. Volverán a suplicarte un papel de nada con sus siglas de las siglas, amén. Prepárate para ese día.
Carlos Juma
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