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Crónica de una masacre anunciada

Juan García Luján / Juan García Luján

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3 de noviembre de 2010. El ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos se reúne con la nueva ministra española Trinidad Jiménez. En la rueda de prensa posterior el ministro marroquí Taib Fasi Fihri justifica la prohibición de entrar a el Aaiún a los periodistas españoles, y acusa a la prensa de España de no conocer el conflicto saharaui. La ministra española muestra su “respeto” por la política de “información” del gobierno de Marruecos y reitera la voluntad del gobierno español de llevarse bien con el país africano.

5 de noviembre de 2010. En un juicio contra activistas pro derechos humanos saharauis en Casablanca decenas de ciudadanos marroquíes agreden a dos periodistas españoles. El corresponsal de Televisión Española Antonio Parreño recibió patadas, puñetazos, le escupieron. La policía marroquí reaccionó deteniendo a uno de los agredidos, un periodista de la cadena Ser, requisó seis cámaras a los ciudadanos españoles que habían acudido al juicio y borró las fotografías de las agresiones. No tomaron ninguna medida contra los agresores, que portaban banderas de Marruecos y el retrato del rey Mohamed VI. Es tradición de todos los países que los policías no detengan a sus colegas cuando trabajan al servicio del Estado

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6 de noviembre de 2010. Los parlamentarios autonómicos vascos Nerea Antia (PNV) y Mikel Basabe (Aralar) y la diputada de Navarra Nekane Pérez, fueron retenidos durante 3 horas en el aeropuerto de Casablanca por la policía marroquí. Querían viajar al campamento saharaui en el Aaiún, pero fueron expulsados en el mismo avión que los había llevado a Marruecos.

7 de noviembre. Aterriza en el Aaiún un avión de Binter Canarias procedente de Gran Canaria. El comandante pide a los pasajeros españoles que se queden en sus asientos, la policía de Marruecos deja salir a los marroquíes y los saharauis. Desde el interior de la aeronave se puede ver a varias decenas de marroquíes con las banderas de Marruecos que se manifiestan ¡en la pista del aeropuerto! El eurodiputado español Willy Meyer y el periodista canario Txema Santana de Guinguinbali.com se acercan a la puerta del avión, seis policías irrumpen en la aeronave y empujan al político y al periodista. Willi Meyer muestra su pasaporte y se identifica como eurodiputado. El comandante reacciona pidiendo a la policía que abandone el avión. Las fuerzas de seguridad marroquí saben que su irrupción en la aeronave es ilegal, por eso abandonan el avión pero se quedan con la documentación del periodista canario. Después de identificar al político y a los periodistas la policía les prohíbe bajar del avión y son expulsados a Gran Canaria.

Una radio marroquí difunde una falsa noticia: en el avión de Binter iba Aminatou Haidar, que ha sido expulsada junto al eurodiputado y los periodistas. Los saharauis reaccionan saliendo a protestar en la calle. Mientras en el campamento 75 vehículos antidisturbios comienzan a echar agua caliente sobre las jaimas. La policía marroquí pide por megafonía que las mujeres y los niños salgan del campamento. Se inicia una estrategia de terror sobre la población civil que busca el miedo, el caos y una excusa para intervenir por la fuerza.

En las próximas horas podríamos asistir a una masacre en el Aaiún. La semana en la que se cumple el 35º aniversario de la Marcha Verde el gobierno de Marruecos parece dispuesto a ejecutar las amenazas proferidas por el rey en el discurso que conmemoró la ocupación del Sáhara. Mohamed VI llamó a la “movilización popular” para defender la ocupación de lo que considera que son sus “provincias del Sur”. Esa movilización tiene varias caras: la policía se encarga de reprimir a los saharauis y de impedir que testigos foráneos entren en el Aaiún, presuntos ciudadanos “espontáneos” ocupan tribunales y aeropuertos para amenazar, agredir e insultar a cualquiera que pretenda ser testigo de las violaciones de los derechos humanos.

Mientras tanto asistimos al vergonzante silencio de las autoridades españolas y canarias ante lo que está ocurriendo aquí al lado. Ya no se trata de pedirles que exijan a Marruecos que cumpla la legalidad internacional y permita que el pueblo saharaui ejerza su derecho de autodeterminación. En los últimos treinta años los gobiernos español y canario siempre han respaldado al opresor marroquí frente a los oprimidos saharauis. Frente al discurso presuntamente neutral de respeto a la ONU, en la práctica los empresarios isleños y españoles que están en el Aaiún lo hacen con el respaldo de sus respectivos gobiernos.

Pero lo ocurrido esta última semana supera todos los límites: diputados autonómicos, un europarlamentario, activistas proderechos humanos y periodistas han sido expulsados ilegalmente por la policía de Marruecos y la diplomacia española mantiene la boca cerrada. Frente a la escandalera montada al gobierno venezolano por la falsa expulsión de Gustavo de Arístegui, tenemos ahora el silencio cómplice, declaraciones vacías o promesas de amistad con Marruecos como respuesta a las agresiones y expulsiones de ciudadanos españoles a los que se les prohíbe circular libremente en un territorio que no es marroquí. No quieren testigos de una posible masacre. Esperamos equivocarnos, pero los hechos de los últimos días nos llevan a pensar que estamos ante una masacre anunciada. Con testigos o sin ellos, los muertos que se produzcan en el Aaiún no sólo tendrán responsables marroquíes, también tendrán cómplices necesarios en las instituciones españolas e internacionales que guardan silencio ante la expulsión de los ciudadanos que querían ir al campamento de Agdaym Izik para evitar esa masacre.

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Juan García Luján

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