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El cuento de la lechera

José A. Alemán / José A. Alemán

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Debió sufrir, Pons, una suerte de flatus verbi provocado por la intensa emoción de la victoria electoral anticipada del próximo 20-N, que da por segura. Pero el magín no le dio para mucho y le salió al hombre un remake actualizado del viejo cuento de la lechera; con lo que provocó vértigo entre sus compañeros de partido hechos a la inercia de no comprometerse ni concretar propuestas, visto que les va bien con Rajoy en reposo a la espera de lo que caiga. Debieron tirarle a Pons malamente de las orejas porque se apresuró a aclarar, al día siguiente, que los tres millones y medio (3.500.000) de puestos de trabajo no eran una promesa sino la simple expresión de un deseo suyo, de él. Con lo que la fastidió más pues está dentro de lo razonable pensar que también es deseo de los psocialistas darle trabajo hasta a los del 15-M. Si se trata de un deseo compartido no veo a qué viene tanto que si tu-tú, que si ta-tá.

En la misma línea chorradeica van las declaraciones de Soria repitiendo que España es un país intervenido por el Banco Central Europeo (BCE) en plan aznárico total. Dado que los políticos, entre otros los peperos, se han hinchado a hablar de la UE como un club en el que los socios se obligan a cumplir sus reglas, debo considerar que fue otro flatus el de Soria, que debería ir al médico y mirárselo. El líder pepero canario adobó esa su caracterización de España con la tendencia a mentir o a ocultar la verdad que lo distinguen. Porque, no sé si saben, el BCE es la máxima autoridad monetaria europea, quien marca las directrices en la materia y las impone a los socios del club. O sea, Soria califica de “intervención” cumplir el compromiso de seguir las directrices de la UE, en este caso del BCE que nos trae por la calle de la amargura con tanto arrullar a los “mercados”. Calla, Soria, que la única forma de evitar la “intervención” es salirse del euro y volver a las viejas pesetas, es decir, recuperar la soberanía monetaria y sálvese quien pueda. Si Soria fuera un tipo serio podría pensarse que eso es lo que quiere. Pero como no lo es, me inclino a pensar que se trata de una nueva cantinflada.

Y acabo con la reactivación vía decreto del Impuesto sobre Patrimonio. Aunque no para hablarles de cuanto se dice acerca de si es bueno, malo, regular o mediopensionista, electoralista o gran putada. Eso aburre a las ovejas. Me limitaré a subrayar que tampoco es flojo Rajoy a la hora confundir/engañar al electorado. Dijo el candidato presidencial pepero que el gravamen del Patrimonio castiga a los que trabajan y premia a los que no disparan un chícharo. Debe ser que, al preparar las oposiciones, se saltó Rajoy el tema que distingue el Impuesto sobre la Renta, que recae sobre el dinero ganado en el año, del de Patrimonio que afecta no a lo que se ha ganado sino a lo que ya se tiene, por lo general bienes raíces. Ya que tan de actualidad está la duquesa de Alba, diría que esta incansable señora pagará lo que corresponda (es un suponer) por sus rentas y lo que le corresponda (otro suponer) por el palacio de Liria o los cachillos de terreno que tenga por ahí. Al menos así era en lo antiguo.

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