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La cuestión majorera

Alexis González / Alexis González

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Pero Lanzarote empieza a ceder terreno, tanto en urbanismo como en política, a Fuerteventura. Con el doble de superficie aún virgen y una población en constante crecimiento que habrá de sobrepasar en breve a la Isla de los Volcanes, la Maxorata cobra un peso inusitado y una relevancia que marcará las futuras políticas de la Comunidad. Y Fuerteventura, con su peculiar trayectoria democrática marcada por el original movimiento de AM desde la Transición -Miguel Cabrera fue el primer senador canario sin ''obediencia estatal'' ya en 1977 y la izquierda canaria respetó desde siempre su espacio político insular- gana estos días con creces el cartel de laboratorio político a cuenta de varios factores: el desencuentro permanente del PSOE local con AM-CC y el ya famoso pacto de la avioneta entre el PP de Domingo González Arroyo y el socialista Blas Acosta. Todo con el cemento como telón de fondo.

La cuestión majorera tiene tela. En una isla donde en cualquier bar de pueblo, de Morro a Corralejo, en vez de fútbol, del tiempo, de hombres y/o mujeres se habla de política y de terrenos, el Plan Territorial Especial de Ordenación del Turismo Insular (PTEOTI) es la clave de todos los manejos. Promovido en el Cabildo por AM-CC con el apoyo del PP de Águeda Montelongo, encuentra una oposición en el PSOE y el PP de González Arroyo, ante la anulación de más de 50.000 camas, en juego en los feudos de los dos opositores de Mario Cabrera: Arroyo en La Oliva y Acosta en Pájara. El PTEOTI ha sido el gran caballo de batalla desde 2003, con trifulcas entre los empresarios turísticos y constructores de la isla. Y todos los movimientos pactistas de las últimas fechas, comentados ya a principios de 2007 por este periódico, tienen su explicación en esas siglas tan polémicas.

Fuerteventura tiene tela, digo. Asamblea Majorera ya no es aquella formación de los setenta y ochenta. Con un legado inmobiliario en su historia negra, integrada en CC desde 1993, es objeto de deseo en las Islas: al PSOE regional le encantaría desgajarla de ATI-CC; el PP regional la quiere de aliado como ahora en la órbita tinerfeña de CC; Nueva Canarias sueña con un acercamiento ante el fiasco de su alternativa de Nueva Fuerteventura; y quienes realmente han de convivir con los que despectivamente llaman los “ardillas”, el PSOE de Blas y el PP de Domingo, le juran odio eterno: desde el PSOE, con sus históricos dirigentes salidos de Asamblea y ese desencuentro que, por ejemplo, frustró un Gobierno de Saavedra con apoyo progresista en 1991; desde el PP, por todo lo que representa el marqués.

Desconozco en qué acabará este interminable envite de un pacto PP-PSOE contra AM. De entrada, la revuelta de los críticos del PP cierra cualquier cambio en el Cabildo, donde AM-CC sólo necesita un voto, y ahora mismo, con Montelongo tiene tres. La situación de bloqueo sólo podría darse en La Oliva -en Pájara ya gobierna el PSOE con escindidos de AM-CC- y parece que un municipio, por muy importante que sea, no podrá generar un efecto dominó que cree una crisis autonómica entre CC y PP. Ya se guardó hace meses Arroyo de sacar a uno de los suyos en La Oliva, Claudio Gutiérrez, para que su condición de consejero del Cabildo no provocara movimientos telúricos en Puerto.

Por eso, La Oliva tiene pinta de vivir un largo bloqueo. Al menos hasta que los congresos del PP despejen la nueva correlación de fuerzas en el partido de Soria. Quizás incluso hasta 2011. Y la cuestión majorera, eternizarse hasta que cada cual ponga orden dentro de su propia casa: el PP, definir quién manda en la isla, si Águeda o Domingo; AM, saber si seguirá siendo pata fiel de ATI-CC o engrosa alternativas orientales; y el PSOE, deshojar la margarita de un pacto a la alemana (marqués dixit) que ya los altos cargos regionales sólo quieren escuchar de boca de Soria. Para desgastar más a Paulino.

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