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El cumpleaños de la viejita

Juan García Luján / Juan García Luján

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Hoy es su cumpleaños. Me imagino a los gobernantes sacando la vela, firmando manifiestos a favor de la viejita, presumiendo de respetarla, de tenerla en consideración. Pura hipocresía. Son los mismos gobernantes que callan cuando un camión pasa pon encima de la viejita justo en el momento en el que ella cruza por el paso de peatones. Claro, ¿cómo van a protestar? Si esos gobernantes contrataron al camionero y le pagaron la gasolina.

Dirán que exagero. Pero aquí tengo las pruebas, me acaban de dar todas las pruebas médicas de la viejita. Fíjense aquí, en el análisis de sangre. La sangre de la viejita es la libertad. La libertad sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Pregúntenle a Liu Xaobo, que no puede salir de China para recoger el Premio Nobel de la Paz. Pregúntenle por la libertad a los homosexuales condenados a muerte en países africanos, o a los homosexuales expulsados del ejército norteamericano por reconocer su opción sexual.

Miren, aquí está la radiografía de los huesos de la viejita. Su esqueleto estaba formado por unos huesos centrales llamados dignidad. Fíjense cómo eran los huesitos cuando nació: “Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas.” Pregúntenle por la libertad a las mujeres secuestradas en Colombia o Brasil, que ahora mismo están retenidas en algunas zonas bien de esta ciudad, condenadas a la esclavitud sexual en unas casas que se anuncian en los periódicos.

Miren aquí lo que decía en la partida de nacimiento de la viejita: “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes.” Pregúntenle a los presos de Guantánamo, condenados y torturados sin juicios ni garantías, que siguen enjaulados a pesar de que el anterior Nobel de la Paz ganó unas elecciones con el compromiso de cerrar Guantánamo. Pregúntenle por la dignidad o las torturas a los saharauis de El Aaiún.

Y aquí va otro huesito jodido: artículos 13 y 14 “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.” Pregúntenle a los civilizados gobernantes europeos que han montado el Frontex frente a las costas africanas, o a los norteamericanos y su Africom, a los que meten en el mismo saco a los traficantes de drogas, a los que ponen bombas en trenes y a los que quieren salir de su país.

En el certificado de nacimiento de la viejita se ve que tenia unos musculos que se llamaban “justicia”. Lean, lean: Artículo 23:“Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. Toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social. Toda persona tiene derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses.”

Y ahora, después de leer el párrafo anterior repasen las portadas de los periódicos de los últimos meses, estudien los planes de reformas laborales, las propuestas de contratos basura, los ataques a los convenios colectivos, la criminalización de los sindicatos. Pregunten por la situación de los desempleados, de las familias sin ingresos a las que llaman “parásitos” desde los medios subvencionadísimos.

Bueno, no sé si es necesario contarles a estas alturas que la viejita de la que les hablo se llama Declaración Universal de los Derechos Humanos. Que nació el 10 de diciembre de 1948. Que hoy cumple 62 años con una muy delicada salud. Yo no quería dejar pasar esta fecha sin decirle : ¡felicidades viejita! También quería trasladarles una petición que me hizo la viejita: sólo pide que los gobernantes hipócritas, los que más contribuyen a machacarla, a destrozar sus genes, a pisotear su sangre (la libertad), sus huesos (la dignidad) y sus músculos (la justicia), todos esos gobernantes (que dirigen el mundo desde la política, la banca, las grandes empresas, las alianzas militares o los medios de comunicación) cierren sus bocazas y ni siquiera la nombren este 10 de diciembre, que al menos respeten el día de su cumpleaños.

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