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Democratizar la energía

Antonio Morales / Antonio Morales

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Como comprenderán, sin ningún tipo de dudas apoyo esta iniciativa y me alegro de que empiecen a caérsenos ciertas vendas de los ojos que nos incapacitaban para ver la realidad y plantear alternativas de futuro. Nos incapacitaban para plantar cara a los numerosos abusos planificados en muchos casos con la absoluta complicidad de los gobiernos de turno, díganse de aquí, de Madrid o de la China. Nos incapacitaban para plantarnos ante el intento de imposición del gas y su concesión a dedo a Endesa y a un número restringido de empresarios; para impedir el boicot al desarrollo de las renovables; para denunciar que se propiciaran apagones (porque no empleaban los presupuestos necesarios en mantenimiento) y después echar la culpa a los ayuntamientos; para movilizarnos en contra de muchas normas que, restando autonomía a los municipios, ponían el poder de las decisiones sobre el territorio en manos de la eléctrica; para aceptar sin rechistar que se uniera fraudulentamente con otras compañías para después pactar los precios y hacer trampa en las facturaciones y de un sinfín más de prácticas despóticas en contra de la ciudadanía y las instituciones.

Claro que también debemos saber que andamos combatiendo contra un oligopolio gigante que ha hecho retroceder al Gobierno español en su política de implantación de renovables, lo que ha causado, según La Vanguardia, más de 35.000 desempleos en la industria eólica y fotovoltaica en los últimos meses; que ha obligado en menos de un año a subir las tarifas eléctricas en más de un 30%; que tiene su principal nicho de negocios en los combustibles fósiles (petróleo y gas fundamentalmente) , sin que les produzca ningún rechazo ético llevar al abismo a este planeta y sin que les avergüence lo más mínimo poner en marcha una campaña de imagen y publicidad como la que realiza en estos momentos Endesa para España, con una inversión de 10 millones de euros, que pagamos entre todos nosotros, para vendernos una “actitud azul” y el reclamo inmoral de “luz, gas, personas”.

A pesar de que la Agencia Internacional de la Energía acaba de advertir de que hemos llegado al fin de la actual era de petróleo barato, de que las subvenciones al carbón, el gas y el petróleo en el mundo (28.000 millones de euros) son cinco veces mayores que las de las renovables y de que para 2035 las renovables y la nuclear duplicarán su aportación en el mix energético, los gobiernos de turno se siguen plegando al poder omnímodo que sobre los partidos políticos y los gobiernos tienen estos carteles que pretenden seguir estirando este chicle hasta asfixiarnos.

Ahora más que nunca se necesitan de estrategias colectivas que peleen por un nuevo orden energético, que obliguen a que los estados asuman el sector estratégico de la energía y que, a la vez, se pongan en marcha todos los mecanismos necesarios para potenciar las renovables y permitir el acceso a ellas de los ciudadanos, las pymes y las administraciones locales. Para hacer viable que se posibilite una auténtica democratización de la energía logrando que las pequeñas y medianas industrias y cada uno de nosotros en nuestros hogares podamos montar nuestra pequeña planta eléctrica para autoconsumo y distribución del sobrante a la red. No es una utopía. Se puede hacer realidad y sólo así conseguiríamos entonces una auténtica alternativa a este oligopolio sin límites y una auténtica y transparente democratización energética.

El primer paso para conseguirlo es que el Gobierno de Zapatero no se eche para atrás, que aguante las presiones mafiosas de las eléctricas y que saque adelante el real decreto, que lleva meses y meses negociando con los sectores de renovables, para permitir la generación distribuida mediante la simplificación administrativa y de conexión para las instalaciones en régimen especial de potencia menor de 100 kW. Se haría posible así el autoconsumo y, complementariamente, verter a la red la energía sobrante no utilizada.

Se trataría de una revolución verde, progresista y antimonopolista que facilitaría la auténtica democratización de la gestión y el aprovechamiento de la energía. Para Jeremy Rifkin, “la democratización de la energía se convierte en una carrera de la nueva Europa social, y el acceso a la energía se convierte en un derecho social inalienable”. Y les insisto, no se trata de una propuesta utópica de difícil alcance puesto que ya empieza a hacerse un hueco importante en distintos países como EEUU, Canadá, Dinamarca, Alemania, Brasil, etc, y porque abre además posibilidades para acercar la electricidad a las casi 2.000 millones de personas a las que no les llega suministro eléctrico, entre ellas el 90% de la población rural de África.

Les estoy hablando de conceptos y propuestas “revolucionarias” con las que pronto -ojala sea muy pronto - vamos a empezar a familiarizarnos. Les estoy hablando de autoconsumo, microgeneración, generación distribuída, grid parity, net metering? Las fotovoltaicas en los techos, la minieólica, la minihidráulica, generadores de biomasa, microturbinas y tantas otras posibilidades deberán permitir una mayor distribución de la riqueza y un alejamiento de los fósiles. Se trata de convertir nuestra casa o empresa en una pequeña central eléctrica que consiga producir, almacenar y suministrar energía en el mismo lugar en que está instalada para pasar de ser sumisos consumidores a productores de energía. A través de la medición neta (net metering) se permite a una casa o nave conectarse a la red de generación eléctrica e inyectar energía (incluso calculando cuando el precio es mayor) pagando sólo el consumo neto, es decir: el total de la electricidad consumida, menos el total de la electricidad generada. La paridad de red (grid parity) logra que la electricidad que se produce con renovables alcance el mismo precio que la que te sirve la línea convencional y cada vez más la realidad nos acerca a este supuesto.

Como dice Hermann Scheer (que esta cita sea un homenaje a su memoria) “la tragedia de nuestra civilización es que se ha hecho fuertemente de fuentes de energía marginales. Las fuentes de energía marginales son las fósiles y la nuclear basada en el uranio. El verdadero potencial energético es el de las energías renovables procedentes del Sol y sus derivadas como la eólica. El Sol nos proporciona, en 8 minutos, tanta energía como la producida consumiendo petróleo y uranio durante todo un año. Es una lucha. Una lucha estructural. Una lucha entre la centralización y la descentralización, entre la dictadura de la energía y la participación de la energía en la democratización de la energía. Y como nada funciona sin energía, se ha convertido en una lucha entre los valores democráticos y los valores tecnocráticos. Por eso la movilización de la sociedad es lo más importante. Tan pronto como la sociedad, la gente, reconozca que la alternativa es la energía renovable, que no hace falta esperar a nadie más, que podemos hacerlo nosotros mismos, en nuestra propia esfera, juntándonos en cooperativas o de forma individual o en las ciudades. Los otros tienen mucho dinero y posibilidades de influir en la opinión pública, pero han perdido. A los ojos de la gente han perdido. Ya son los perdedores”.

* Alcalde de Agüimes

Antonio Morales*

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