Espacio de opinión de Canarias Ahora
Depresión posvacacional
Quiero decir, en fin, que me tomé a coña el asunto de la depresión hasta regresar de viaje y toparme con lo de siempre. No me deprimió, pero casi.
El episodio de la señora del general del Ejército de Tierra, por ejemplo, es de lo más chungo. Seguro que se equivocó al meterse en dirección contraria por la autovía del Centro pues a nadie, en su sano juicio, se le ocurriría cosa como ésa. El disparate vino después, al derivar el incidente en conflicto de la Guardia Civil, que pretendía pasarlo por alto y la Policía Nacional, que denunció a la generala. Una cuestión, dicen, de competencias en la que no han faltado cartas, diría yo que intimidatorias, a la autoridad civil y la presencia en la puerta del Juzgado de oficiales del Ejército disconformes con que se sancionara a la conductora, que decidió, por último, querellarse contra el agente de la Policía Nacional que evitó, por los pelos, chocar de frente con ella. Lo que pudo quedar en simple sanción, sin más, ha adquirido unas dimensiones desproporcionadas, aunque significativas.
El hecho es que hay uniformados que no asumen que la ley es igual para todos. Y me ha dejado de piedra Eligio Hernández al alegar, en descargo de la señora generala, que es persona culta y bien educada. O sea: van dados quienes sólo exhiban un certificado de estudios primarios, digan acuáslo (variante= cuálo) y no tengan en la Guardia Civil perro que les ladre.
Se le ha recordado al general de la Guardia Civil, tan beligerante en este asunto, que Franco ha muerto y que su reacción es improcedente hoy. Yo voy un poco más allá: su actitud es la de un jefe militar con mentalidad colonialista; otro de los tantos que hemos soportado aquí durante el siglo XIX, por no ir más atrás, y la dictadura franquista, que nos hizo retroceder todavía más. Ha dañado la imagen ganada en democracia por el Ejército y la Guardia Civil y merece ser cesado. No deben beneficiarle las oraciones del macho Soria quien, como ha asegurado él mismo, reza todos los días por los dos cuerpos armados; sin aclarar, por cierto, qué espera de ellos a cambio de extremar fervores tras sufrir la hipnosis del vaivén del botafumeiro de la catedral compostelana y el éxtasis ante el mitin-ofrenda de Rajoy al apóstol Santiago para que le eche una mano.
No viene mal recordar aquí que Santiago es el patrón de España que fue a la guerra de Melilla y mató a quinientos moros con su espada y su cuchilla para entender la sospecha soriana de que igual Zapatero es mahometano. Líbreme Dios de atribuirla, la sospecha, a intención homicida alguna, que ya Santiago no está para esos trotes; aunque sí debo resaltar que el vicepresidente considera absurda la ley que impide rendirle a la Virgen del Pino honores militares: o no ha oído hablar de la separación Iglesia-Estado o le va el Estado confesional; y no digo que el Estado teocrático porque, según él, el mahometano es Zapatero.
Comienzo a sentir síntomas de depresión posvacacional y lo dejo aquí, que no van éstos a amargarme la existencia.
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0