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La derrota de Aznar por EDITORIAL
Porque, efectivamente, los mismos que han venido reclamando a Mariano Rajoy mano dura y tentetieso serán los que acaben empujándole a una dimisión inevitable que podría dar lugar a un relevo en estos momentos inquietante.
Pero no fue la estrategia inaugurada por Rajoy en marzo de 2004 para rechazar el resultado electoral en aras de una conspiración que ahora suena grotesca la que resultó derrotada este domingo en las urnas. En realidad ha fracasado una forma de hacer política que patentó a principios de los noventa José María Aznar al grito de “¡váyase, señor González!” El mismo Aznar que alentó las consignas de “Pujol enano, habla castellano” y con el que terminó hablando catalán en la intimidad.
Ha perdido ese Aznar antipatriota que ha recorrido medio mundo descalificando al presidente y a las instituciones españolas, el Aznar que habló tejano un día para hacer de comparsa en una vergonzosa declaración de guerra inacabada. Ha perdido nuevamente este domingo un modo de entender el poder con bodas en El Escorial y falta de respeto a las leyes contra la alcoholemia.
Los electores españoles dieron la espalda al doble lenguaje que permite criticar a los socialistas las mismas negociaciones con el entorno etarra (movimiento de liberación vasco para Aznar) que llevaron a cabo gobiernos del PP. O al peligroso discurso xenófobo y excluyente con la inmigración y las dos varas de medir las regularizaciones de inmigrantes, tres bajo gobiernos conservadores.
Aznar no se asomó este domingo al balcón de la calle Génova, y alguien recomendó que tampoco lo hiciera Esperanza Aguirre, que prefirió quedarse en la sala contigua viendo a su presidente sometiéndose a la foto del perdedor.
El ex presidente Aznar, que se sumó a la campaña de Rajoy para darle el impulso final, optó por desaparecer el domingo, como hizo cuando su sucesor perdió las primeras elecciones y declaró que él, precisamente él, no había salido derrotado sencillamente porque no era el candidato.
La derrota de Rajoy no hay que buscarla en lejanas montañas ni incógnitos desiertos. También ha sido la derrota de Aznar, el que puso a Rajoy, el que lo ha jaleado hacia el peligroso territorio de la ira y la crispación.
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