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La dictadura consentida
Estados Unidos justificó la matanza decretada por Musharraf, según confirmó Tom Casey, portavoz del Departamento de Estado. Sectores paquistaníes, incluso de la oposición llamada democrática, también, porque de ninguna manera aceptan la aplicación de la sharia en todo el país, reivindicación central de los popes de la Mezquita Roja. Los islamistas radicales lanzaron amenazas. Qari Sher Afzat, alto responsable de la principal alianza de las organizaciones religiosas, declaró lo siguiente: Si Musharraf puede demoler mezquitas y madrasas (escuelas coránicas) para complacer a los norteamericanos infieles, todos los alumnos de las madrasas, los religiosos e incluso los musulmanes moderados deberían salir a las calles y aplastar la dictadura. Hasta ahora, sin embargo, la mayoría de la población paquistaní estuvo al margen del conflicto en torno a la Mezquita Roja, salvo manifestaciones en zonas fronterizas con Afganistán.La dictadura de Musharraf se inauguró en 1999, aunque inició su presidencia dos años después. Prometió reformas democráticas en un país muy pobre, pero con armas nucleares, que jamás cumplió. Halagó a Occidente y brindó su apoyo a la guerra contra el terrorismo, de tal forma que Estados Unidos y Gran Bretaña se abstuvieron de presionarle en el terreno político. Había que imponer la democracia en Irak y Afganistán a sangre y fuego (menudo cuento para esconder otros intereses) pero de ninguna manera en Pakistán. Musharraf censuró la prensa, persiguió líderes opositores e hizo retroceder la vigencia de los derechos humanos.A pesar de sostener a los gringos en la guerra de agresión en Asia Central, incluidos bombardeos en su país, confesó su incapacidad para acabar con la simpatía popular que la resistencia afgana siempre encontró en la amplia frontera con Pakistán. Sucedía además algo de tanto o más peso, un sector del ejército promocionaba la difusión de las escuelas coránicas y el apoyo a los talibanes. Este doble juego le valió a Musharraf el sostén y cierta desconfianza de Washington, pero también enajenarse cualquier apoyo popular. Organizaciones que estuvieron incluso de acuerdo con el asalto a la Mezquita Roja llevaban años movilizándose para acabar con el Gobierno. Tanto, que los gringos le buscaron repuesto a Musharraf sin la menor fortuna. Ahora tendrán que sostenerlo durante un tiempo más si decide acabar por la fuerza con los islamistas radicales.Musharraf tiene su destino ligado a Estados Unidos, el principal motivo de su propia crisis. La catástrofe de los gringos para controlar Irak acompaña a la afgana, donde las noticias sólo cuentan matanzas indiscriminadas de civiles. Musharraf no saldrá indemne del fracaso occidental en la región y Pakistán podría verse arrastrado a problemas derivados de esa catástrofe más general. Dicho de manera más precisa, la sociedad paquistaní puede pagar un terrible precio, aprisionada entre cualquier gobierno inclinado ante los estadounidenses y la expansión del radicalismo islámico que provoca.
Rafael Morales
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