El diferencial
Ni la historia ni los problemas comenzaron hace pocas semanas. Ni hace unos años. Empezó hace siglos. Y es independiente si hay o no elecciones a los diferentes niveles de la administración pública. De hecho, la primigenia existencia de la vinculación económica y fiscal de Canarias con el Estado español podría datarse del último tercio del siglo XV, aunque fue a partir de 1852 donde se reafirmó con el régimen de puertos francos. Así y todo, no fue hasta 1964 donde se reconoció un sistema de franquicias, afianzándolo en la Ley sobre el Régimen Económico y Fiscal de Canarias de 1972. A partir de ahí, modificaciones del articulado, desarrollos reglamentarios aclaratorios entre otras negociaciones, han intentado dotar de mayor seguridad jurídica en las actuaciones por parte, tanto de la administración como de los sujetos e instituciones administradas donde la idea ha sido siempre la de adoptar mecanismos que eviten las consecuencias negativas generadas por las distorsiones sobre las condiciones de competencia de los mercados, así como su afección sobre la sociedad en general.
Ahora bien, tener unos medios determinados no siempre garantizan idénticos resultados porque hay que darle a la existencia de las oportunidades la variable clave para que, al menos, se tenga acceso a tener la probabilidad de una consecuencia igualatoria para evitar situaciones de polarización. De esta forma, si te presentas a la batalla de la competitividad sin el aprovisionamiento necesario puede que tus condicionantes te jueguen una mala pasada. Es cierto que en algunas ocasiones te otorgan una ventaja que puedes acrecentar, pero si no juegas tus bazas con habilidad y estrategia, puede ocasionarte un retraso difícil de poder corregir con la misma velocidad con la que se da porque, en nuestra historia reciente, en Canarias no solo ha habido periodos donde la presión fiscal se ha incrementado, sino que la brecha diferencial competitiva respecto a la carga tributaria con el resto del Estado ha ido en disminución.
Canarias se presenta ante Europa con una necesidad de ser diferente. No por ser ni mejor ni peor, sino por presentar rasgos de vulnerabilidad que ponen en riesgo la cohesión económica y social de la población. De hecho, la propia Europa recoge en los Artículos 349 y 355 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea la consideración de Región Ultraperiférica porque nos tenemos que enfrentar a una serie de dificultades relacionadas con sus características geográficas, en particular la lejanía, la insularidad y nuestra reducida dimensión, lo que supone un obstáculo para nuestro potencial de desarrollo futuro.
Entendiendo que el REF no solo es importante, sino que se muestra imprescindible para compatibilizar el desarrollo social con la competitividad, sea cual sea la decisión sobre su mercadeo, esta debe estar impregnada del mantenimiento de dicho diferencial con el resto de forma que, si hay otros territorios que mejoran, bienvenidos sean, pero no a costa de la pérdida de lo obtenido, porque no se trata tanto de atraer inversiones, sino de evitar que se vayan, con el consiguiente efecto sobre el empleo. Es cierto que todavía se muestra limitado en lo que a su capacidad redistributiva se refiere, siendo realmente la asignatura pendiente para albergar un mayor abrigo social al aligerar los procesos de concentración de la renta. Por ello, como se suele decir, los experimentos, mejor hacerlos con gaseosa porque, con las cosas de comer, no se juega.
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