Espacio de opinión de Canarias Ahora
Don Baldomero en el Metropole
Contaba el escritor grancanario que “Don Baldomero se sienta en el hall a recibir la fauna electorera: los hombres del ”haiga“ y del ”hubieron“ que le hacen reverencias para poder después soportar la superioridad británica. Don Baldomero siente una curiosa tolerancia de hombre de gran ciudad ante el desfile analfabeto de los votos insulares. Nosotros, desde un rincón en penumbra, vamos contemplando el frío interés del exministro y nos preguntamos: ¿por qué deseará este hombre ser diputado de una isla sin interés?” .Ha llovido mucho desde entonces. Ahora no vienen los diputados a dormir y tener un desayuno británico. Ahora el hotel es la sede de un ayuntamiento cuyo alcalde, como don Baldomero, ha sido ministro y diputado. Cuentan las crónicas municipales de estos días, que desgraciadamente ya no escribe Alonso Quesada, que la flema británica se ha cambiado por una gente que escupe por las esquinas en la sexta planta del Hotel Metropole. La discresión inglesa ha sido sustituida por los chismes que corren por los pasillos y el ambiente silencioso que se respiraban en las habitaciones del hotel británico se ha transmutado en un escándalo de portazos, gritos y peleas por mandar sobre el escudo, o sobre el personal, o por políticos y asesores que utilizan de escudo al personal. En fin, que este antiguo hotel inglés ya no es lo que era.
Pero no voy a perder ni un minuto en posicionarme en esta guerra estúpida. Me da igual si el escudo se lo queda el alcalde, su jefe de gabinete, Teresa Morales o el espíritu de don Baldomero Argente. Después de doce años de reinado de Soria y Pepa Luzardo, me parece un disparate pasar de un extremo a otro. No era bueno el régimen gobernado por el ejército del Partido Popular, donde nadie tosía al paso del Caudillo o desde el Cabildo se imponían enchufes a organismos dependientes del ayuntamiento. El 27 de mayo los electores gritaron “rompan filas” al ejército antipopular, pero sería absurdo que el antiguo régimen cuartelario se pueda convertir en un patio de cotillas, más preocupados por las filtraciones a periodistas que por sacar a esta ciudad del largo invierno sufrido, de la época en la que se recortaba el presupuesto de las ayudas a domicilio para comprar pulseras y suplementos en la prensa dedicados a las maquetas de la inexistente Gran Marina.
Las únicas filtraciones que me preocupan son las del muro del barranquillo don Zoilo, que tienen a veintitrés vecinos en la calle desde el viernes pasado. El jueves llovió durante una hora en la ciudad. Pero bastaron sesenta minutos para que se abriera una zanja de 150 metros y para que estuviera a punto de repetirse una tragedia parecida a la que hace un par de años vivieron los vecinos de la calle Pancho Guerra.
Por eso creo que es urgente decirle al gobierno de Jerónimo Saavedra, a sus concejales y directores de gobierno, a los asesores ya nombrados y a los que escriben penosos artículos en los periódicos mendigando el cargo que les prometieron (por si no entienden esta frase me refiero a Luis Pareja), a todos los que dicen que querían cambiar esta ciudad les digo: ¡déjense de machangadas, y demuestren ese amor a la ciudad que prometió Saavedra!
Las peleas estúpidas de las últimas semanas les han impedido contar el mérito que han tenido, por ejemplo, por haber limpiado hace un mes las 17 toneladas de mierda que Pepa Luzardo les dejó como herencia en el barranco de La Ballena, y que la lluvia no las arrastró hasta la arena de la Cícer. Ustedes han hecho tanto ruido que no han sabido ni vender las nueces que acaban de plantar.
Han pasado 87 años desde que Alonso Quesada nos contara el paso de don Baldomero Argentes por el Hotel Metropole. Les pido que cojan recorte del ministro de Romanones, y que se pongan a recibir a los hombres del “haiga” y del “hubieron”, pero que no les miren con la superioridad británica con la que les estuvieron mirando hasta el pasado mes de mayo. Escuchen a la gente. Que no pasa nada si seguimos cuatro años más sin maquetas de Gran Marina o de Frente Marítimo, que lo importante es que los vecinos de Don Zoilo, de las Rehoyas o de Escaleritas no tengan que abandonar sus casas de madrugada porque estuvo lloviendo una hora en esta querida y jodida ciudad.
Juan GarcÃa Luján
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