Con lo cual no salgo de mi asombro al ver a los principales representantes de esa derecha comportándose de forma maleducada, tanto en la calle como en lugares donde se supone que llegan aquellos más preparados, las Cortes Generales y el Senado.No entiendo cómo, de esa estricta educación, afianzada a menudo por la religión, se pasa a un comportamiento que se asemeja a lo que veo por la tele de los hooligans del fútbol, con la única diferencia de que no arrojan botellas (huy, lo siento, se me ha escapado, no quiero darles ideas).Yo creía que la educación traía consigo la convivencia, la confrontación de ideas con razonamientos, el convencer, pero ese comportamiento no lo veo en esa derecha. Debo estar equivocado, ya que cuando veo la mala educación que se destila en cadenas de radio como la de los obispos, la COPE, entonces debo pensar que es algo generalizado en la sociedad en la que vivo y que ser maleducado es un valor, que la mentira y el engaño debe ser el norte que guíe nuestros pasos.Si esa mala educación es resultado de la educación privada, debemos plantearnos si estamos utilizando los recursos de forma eficiente (ya me salió el rejo economista) ya que entre todos estamos pagando parte de esa educación privada. Si lo que deseamos es que las personas de nuestra sociedad sean amables, cultas, preparadas para la convivencia ¿no sería mucho mejor potenciar la educación pública, a la vista de los resultados de la educación privada?*Ex concejal en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria por el PSC Marcial Sánchez Armas*