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Elecciones trucadas en Nigeria
Obasanjo despertó grandes esperanzas cuando triunfó en las elecciones de 1999 y volvió a ganar en 2003 con el 65% de los sufragios. Sustituyó al dictador Sani Abasha, cuya gestión impactó al mundo por su crueldad. El poeta y Nobel de literatura Wole Soyinka la calificó como la dictadura más brutal y viciosa que ha experimentado nunca Nigeria. Abasha ordenó la ejecución del escritor Ken Saro Wima y otros 8 líderes de la comunidad ogoni. El delito de Wima y sus compañeros consistió en exigir pacíficamente compensaciones a la Shell por daños irreparables causados al medio ambiente, la pesca y la agricultura, gracias a la explotación petrolera que había significado beneficios extraordinarios para aquella empresa y para la Chevron por valor de 30.000 millones de dólares. A la muerte de Abasha le siguió un breve periodo de transición, elecciones y la victoria de Obasanjo. El nuevo presidente empezó con medidas aplaudidas por la población, como la libertad para presos políticos, anunciando la libertad de prensa y medidas contra la corrupción. Sin embargo, la Comisión de Delitos Económicos nigeriana, creada por el mismo presidente, estima que funcionarios corruptos desvían, despilfarran o roban hoy el 45% de las ganancias petroleras. El Banco Mundial lo dice de otra manera: el 80% de las riquezas que provienen del petróleo se las queda el 1% de la población. Entre esta gente y el pago de la deuda externa, los recursos disponibles disminuyen y mucho. La otra cara de la moneda de este gigante de 140 millones de habitantes indica que 7 de cada 10 personas viven bajo el umbral de la pobreza. Las privatizaciones hunden aún más el nivel de vida de los nigerianos. La esperanza de vida apenas alcanza los 50 años.La credibilidad de Obasanjo cayó en picado, a pesar de ejercer como el jefe del octavo exportador mundial de petróleo, sus grandes reservas de gas, las comisiones anticorrupción y la consideración internacional del país como potencia económica del continente que colabora activamente con misiones de paz en la región. No podía presentarse a la reelección por segunda vez, pero intentó comprar con millones de dólares la voluntad de un grupo de diputados para realizar los cambios legales convenientes. La operación salió a la luz, sepultando sus intenciones.Cambió de táctica. Con la esperanza de seguir gobernando desde las sombras, colocó los recursos del Estado, dinero, militares y otros funcionarios, al servicio de la campaña electoral de Umaru YarAdua. Su ahijado político. Perjudicó así a los otros 24 candidatos, pero sobre todo a los de más posibilidades: el general Muhamadu Buhari y el vicepresidente Atiku Abubakar, quien padeció tantas dificultades administrativas colocadas por Obasanjo que sólo a última hora pudo inscribirse. El fraude alcanzó tales extremos que la oposición debatió sobre la posibilidad de retirarse de la competencia política. Finalmente, exigió el aplazamiento de las legislativas y presidenciales hasta el nombramiento de una comisión nacional electoral con garantías de imparcialidad. Nada de nada. Sólo falta conocer los resultados oficiales.
Rafael Morales
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