Elogio de Donato Ndongo

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Me había prometido descansar, al despedirme de ustedes la semana pasada, y dejar esta cita semanal para la vuelta del verano. Sin embargo, las actividades de Casa África no paran y nuestra agenda sigue creciendo, poniéndonos, de paso, en el camino de personas fascinantes y proyectos que no puedo dejar de comentar aquí. Una de esas personas es Donato Ndongo, un autor al que confieso que conocí gracias a mi responsabilidad al frente de Casa África, del que antes no había oído hablar ni al que hubiese leído anteriormente y que, sin embargo, se ha convertido en uno de mis referentes literarios, intelectuales y vitales. 

Explico esto porque esta semana tuve el honor de asistir a un acto de unas características extraordinarias: por primera vez, un autor africano, nada más y nada menos que el ecuatoguineano Donato Ndongo, depositaba su legado literario y de defensa del español en África en la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Un acto que organizamos conjuntamente la Casa y el Cervantes y que es fruto de una serie de encuentros de hispanistas también coorganizados por ambas instituciones y en los que se puso de manifiesto la necesidad de dar brillo a la contribución africana a las letras españolas y, especialmente, de reconocer la labor vital de Donato Ndongo.  

Se trata de un evento muy significativo, porque Guinea Ecuatorial es el único país africano con el español como idioma oficial, prueba del pasado y del presente que nos conectan a él y a legados como el que depositaba Donato Ndongo en la sede de esta institución en Madrid. Ocho primeras ediciones de sus obras más importantes, obras como Las tinieblas de tu memoria negra, Los poderes de la tempestad, El metro o Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial, que reflejan los vínculos entre España y este país del África Subsahariana y una carta de su puño y letra, dirigida al futuro.  

Nuestro pasado colonial, más allá de América Latina, es a veces una incógnita, una materia reservada que pasa desapercibida en lo que a África respecta. Lo mismo ocurre con la literatura. El acto del pasado 26 de julio respondía a una demanda cada vez más urgente de reconocer la importancia del aporte de la cultura ecuatoguineana al español y a la comunidad hispánica en general. Ya lo recalcó Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, cuando destacó el valor tan significativo del acontecimiento: hay mucha presencia de escritores latinoamericanos cuando hablamos de literatura en español; en cambio, poco o nada se tiene en cuenta la presencia de autores africanos que también escriben en esta lengua, la lengua que compartimos más allá de las fronteras, en Latinoamérica y también con nuestros vecinos de África, una lengua que es tan suya como nuestra. 

Donato Ndongo es el padre de la literatura africana escrita en español. La riqueza de su escritura es de un valor incalculable, con ese predominio de la oralidad que tanto le caracteriza, mezcla de la herencia hispánica con la tradición oral bantú. Las obras de Ndongo son novelas en su mayoría, pero también son historia viva: no se me ocurre mejor manera de empezar a conocer el pasado que nos une a Guinea Ecuatorial que tomar entre las manos un ejemplar de Las tinieblas de tu memoria negra o Los poderes de la tempestad y sumergirse entre sus líneas, llegando así a las profundidades de nuestra herencia común, de las injusticias que se cometieron y que tantas veces se silencian. Una labor de reconocimiento, aceptación y justicia esencial para mantener unas relaciones sanas y florecientes con Guinea y con nosotros mismos. Unas relaciones que, para mí, son evidentes, puesto que estudié el bachillerato en el momento en el que Guinea todavía era provincia española, situación que cambió cuando el país se independizó en 1968 pero que no borra nuestro pasado común, la lengua que nos conecta, ni las memorias de todo tipo que nos unen hasta hoy.  

Como dije en el acto, Donato Ndongo es un colaborador inconmensurable y una figura carismática del africanismo, tanto por su aportación literaria como por su aportación intelectual. También me gustaría recalcar su compromiso y su valentía. Donato Ndongo vive exiliado en España desde 1994 por su oposición al gobierno de Guinea Ecuatorial, y desde el exilio no deja de ser fiel a sus valores e ideas, promoviendo y difundiendo el africanismo y ejerciendo, a pesar de las dificultades, su labor de periodista.  

Desde aquí, me gustaría animar a aquellos y aquellas que no lo conocen a acercarse a su figura a través de los libros, libros que, como no podía ser de otra forma, tenemos en la mediateca de Casa África. Donato Ndongo reflexiona desde la literatura y revela con su maravillosa prosa los entresijos de lo que supuso para su generación la colonización española de Guinea, la posterior descolonización, el desentendimiento y olvido por parte de España y el dilema de una identidad siempre dividida entre lo hispano y lo africano.  

Donato Ndongo es escritor, periodista, profesor y también político, una figura polifacética que pone su corazón y su alma en todo lo que hace, en aquello que escribe. Sus libros son una prueba evidente de ello, prueba de su amor a la lengua española, que siente tan suya como la fang, y prueba del amor a la tierra que tuvo que abandonar hace ya tantos años.  

Recordar es importante. Recordar es dar dignidad a aquellos que sufrieron, a los que ya no están o tuvieron que irse lejos, como Donato. Repito que recordar los vínculos que nos unen a Guinea Ecuatorial, a África, es reconocernos y conocernos a nosotros mismos. Por ello, un acto como el de esta semana es de una importancia crucial, no solo para darle el valor que merece a la extensa y riquísima producción literaria de Donato Ndongo, sino para romper un silencio que se ha perpetuado durante demasiado tiempo.  

“Y el desasosiego recubrió tu espíritu, tan sensible, tendremos que vivir aislados de todos, demasiado apartados del mundo que nos rodea”, escribe Ndongo en Los poderes de la tempestad. Aislarnos, mirar para otro lado, es condenarnos a ese desasosiego, un desasosiego que acompaña a todos aquellos que como Donato Ndongo han tenido que dejar su tierra. Qué menos que reconocer esa labor constante y comprometida que lo ha llevado al exilio. Qué menos que poner en valor esa sensibilidad que, en cierta forma, ha causado su aislamiento. Ser una voz disidente nunca es fácil; tampoco lo es en un país como Guinea Ecuatorial. Por todos estos motivos, un acto como al que tuve la suerte de asistir me llena de alegría y esperanza. Por fin se reconocía la trayectoria y la labor del intelectual de Donato Ndongo, candidato perfecto al Princesa de Asturias, galardón al que lo propusimos (y seguiremos proponiendo) este año, e incluso, por supuesto, que al Cervantes.  

El verano continúa entre incendios, sequías y olas de calor que asolan a todo el planeta, con especial prejuicio para el continente africano donde, como ya he relatado en otras ocasiones, el cambio climático es ya una realidad que provoca graves consecuencias. Aun así, no nos dejemos llevar por el desasosiego. La cultura no puede frenar el cambio climático u otras desgracias que acontecen en nuestro mundo, pero si puede despertar mentes, generar pensamiento crítico, hacernos abrir los ojos en el letargo en el que a veces quedamos sumidos, ayudarnos a conectar. La cultura nos llevó esta semana al Instituto Cervantes y me da hoy la posibilidad de escribir estas líneas.  

Sigamos apostando por la cultura, por las letras, por reconocer a figuras como a Donato Ndongo que son la imagen y el reflejo del poder educativo y sanador de la literatura, de los vínculos que nos unen y de que, como nos gusta decir desde nuestra casa, España y África están cada vez más cerca.  

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